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Pascua 2022 Edición

Jesús es nuestra esperanza

Carta del editor

Jesús es nuestra esperanza: Carta del editor

Queridos hermanos:

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! En su primera carta a los corintios San Pablo dijo: “Y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no vale para nada, ni tampoco vale para nada la fe que ustedes tienen… Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado.” (15, 14. 20). Tenemos la certeza de que el sepulcro está vacío y de que Jesús se levantó de entre los muertos; y la esperanza que tenemos es que un día nosotros también resucitaremos y viviremos junto a él por toda la eternidad.

No hay duda de que aquellos días de la pasión de Jesús fueron una verdadera prueba de fe para sus discípulos. Habían pasado tres años junto a él, lo vieron realizar milagros portentosos y predicar el Reino de Dios en la tierra; pero en cuestión de horas, su Maestro fue arrestado, juzgado y crucificado al lado de dos criminales.

¿Quién puede mantener la esperanza después de ver a aquel a quien Pedro proclamó que era el Mesías terminar su vida de aquella manera? Después de la proclamación de Pedro, Jesús anunció a sus discípulos la muerte que habría de sufrir, aunque también les hizo una promesa: “Lo van a matar, pero al tercer día resucitará” (Lucas 9, 22). Naturalmente, haber tenido que presenciar aquellos eventos del Viernes Santo les hicieron perder la esperanza fácilmente y olvidar la promesa que él les había hecho.

Vivimos en un mundo lleno de agitación: Guerras, desastres naturales, hambrunas e incluso pandemias. Nosotros también podríamos perder la esperanza con facilidad. Por eso, hemos dedicado esta edición de Pascua a reflexionar en la esperanza que encontramos en la resurrección de Jesucristo.

La promesa de la vida. El Señor no solamente le prometió a los apóstoles que resucitaría, sino que les prometió a ellos, y a nosotros también, que viviremos con él por toda la eternidad.

También en su primera carta a los corintios San Pablo dijo: “Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor...” (13, 13). La esperanza es, por tanto, una virtud que debemos desarrollar, pues el Señor nos llama a convertirnos en portadores de esta esperanza para que otros también anhelen la vida eterna.

En nuestros artículos especiales, encontrarán el relato de un hombre que encontró al Señor en prisión y fue, precisamente, la esperanza de la vida eterna la que lo mantuvo firme mientras esperaba la muerte. También, dos testimonios de vida que confío en que los edificarán en la fe. Pido al Señor que les conceda un bendecido tiempo de Pascua.

María Vargas
Directora Editorial

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