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Lecturas de la Misa, 18 de marzo de 2024 Encuentre Meditación por Fecha

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V Semana de Cuaresma

Antífona de entrada

Ten compasión de mí, Señor, porque me pisotean y acosan todo el día mis enemigos. Cfr. Sal 56 (55), 2

Oración colecta

Señor Dios, por cuya inefable gracia nos enriqueces con toda clase de bendiciones, concédenos pasar de nuestros antiguos pecados a una vida nueva, para prepararnos a...

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Meditación: Juan 8, 1-11

Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo. (Juan 8, 8)

Cuando tenemos un encuentro tenso con otra persona, nuestro cuerpo toma una posición amenazante. Pero en el Evangelio de hoy, cuando un grupo de jefes religiosos confronta a Jesús con una cuestión moralmente delicada sobre una mujer descubierta en adulterio, su reacción es cualquier cosa menos tensa. Jesús se agachó silenciosamente y escribió en el suelo. ¿Por qué?

Aunque no sabemos lo que estaba escribiendo, parece que mientras Jesús estuvo agachado ofreció a los demás tiempo para reflexionar y calmó una situación emocionalmente cargada. Como resultado, cuando se incorporó y dijo que el que estuviera libre de pecado tirara la primera piedra, le estaba hablando a un grupo más calmado y menos volátil.

Con el solo hecho de agacharse, Jesús inclinó las acusaciones de la gente hacia la paz, su condena hacia la compasión y su odio hacia la misericordia. El Señor utilizó ese gesto para enseñar a todos allí, y también a nosotros, lo siguiente: No permitan que sus emociones los dominen. Hagan una pausa y pídanle al Espíritu que se haga presente y permitan que la paz de Dios intervenga.

No solo en las situaciones tensas debemos hacer una pausa para recibir al Espíritu Santo. Es igual de importante que lo hagamos cuando nos enfrentamos a nuestros propios conflictos internos, especialmente los conflictos provocados por nuestro pecado. En lugar de rendirnos a la culpa o la vergüenza o culpar a alguien más, podemos tomar un momento para aquietar nuestro corazón y pedirle al Espíritu que nos permita ver las cosas como él las ve. Podemos recordar las palabras de Jesús: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar” (Juan 8, 11). Luego podemos permitir que la seguridad de la misericordia de Dios junto con su llamado a la santidad, nos ayude a mantenernos firmes y a dar el siguiente paso hacia la reconciliación.

La Cuaresma se trata precisamente de hacer una pausa y buscar al Espíritu Santo. En este tiempo, Dios nos invita a hacer esa pausa y pedirle al Espíritu que cambie nuestro enfoque. En las siguientes dos semanas que quedan antes de la Pascua, que todos podamos inclinar nuestro corazón hacia la paz que solamente el Señor puede ofrecer.

“Espíritu Santo, te pido que me hagas un instrumento de tu paz.”

Daniel 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62
Salmo 23 (22), 1-3a. 3b-4. 5-6

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