La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Diciembre 2013 Edición

El Niño que cambió la historia del mundo

El extraordinario caso del Dios todopoderoso que se encarnó en un bebé humano

El Niño que cambió la historia del mundo: El extraordinario caso del Dios todopoderoso que se encarnó en un bebé humano

Carta de Noel Díaz

Cada vez que un niño nace en una familia, es no sólo gran motivo de alegría, sino que con ese nacimiento se inicia el proceso de una nueva historia, de la cual son participes los padres, los hermanos y el resto de la familia e incluso la sociedad. Pero ese proceso histórico se inició desde el momento en que el nuevo ser fue engendrado y cada uno de nosotros se ha enterado por las referencias y memorias de la familia, de lo que entonces sucedió hasta que llegamos a tener conciencia de nuestros actos. Digo esto porque, por lo general, cada vez que comienza el tiempo litúrgico del Adviento y la Navidad, todos los adultos nos remontamos espiritualmente a nuestra niñez y esto produce cierta nostalgia, por las experiencias vividas, hayan sido buenas o malas.

La niñez en peligro. Cada día que transcurre sigo aprendiendo en el caminar de la vida y compruebo claramente que la niñez ha sido y sigue siendo muy atacada cruelmente desde antes de su nacimiento. Estoy convencido de que detrás de todos estos ataques está presente la fuerza del mal. Es muy probable que más de alguna persona se pregunte si es verdad que Satanás existe y que tiene un plan de destrucción, o si es algún mito creado por los hombres. Pero si somos personas creyentes en Jesucristo, perfectamente sabemos, sin lugar a dudas, que el mismo Jesús fue atacado por el demonio al someterlo a las tentaciones en el desierto al comienzo de su misión salvífica: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.” (Lucas 4, 1-2).

Además, debemos recordar que desde antes del nacimiento del Mesías, las fuerzas del mal trataron de evitar que Jesús naciera poniendo obstáculos para que hubiera disponible un lugar en donde él pudiera nacer, precisamente porque Satanás sabía que él, como Hijo de Dios, venía para ser la salvación de aquellos que vivían en tinieblas y bajo el poder del mal. Una vez nacido, el rey Herodes lo mandó buscar con la firme intención de matarlo. Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente, preguntando: “¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos?” Cuando los oyó el rey Herodes, se turbó, y su preocupación lo llevó a la desesperación y el miedo al saber que había alguien a quien llamaban rey y por ello, “Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado” (Mateo 2, 16). Indudablemente, quien se encontraba detrás de todos los sentimientos adversos de Herodes era Satanás.

Hoy quiero manifestarles que en esta carta me he propuesto escribir algo que nos haga reflexionar sobre el inmenso valor de la niñez y compartirles que todavía sigue bajo un intenso peligro y ataque, porque cada uno de estos seres indefensos representa un potencial, tanto para bien como para mal. Dios en su inmenso amor sólo desea la felicidad y bienestar de cada niño y el enemigo busca lo contrario.

La cultura de la muerte está influenciada por el mal y es por eso que el aborto es un mal diabólico y va más allá de las decisiones de las personas. ¿Acaso usted no piensa o considera que Satanás sigue buscando destruir a los pequeños como lo quiso hacer con Jesús? ¿Acaso no ha reflexionado alguna vez que usted y yo fuimos también un blanco para el enemigo cuando fuimos niños? Pues sí.

Satanás actúa dividiendo a nuestros padres a través del divorcio y las separaciones; encadenando a los vicios a muchos padres, para que de esa forma los hijos desde temprana edad ya fueran marcados por ese tipo de imágenes, de violencia y de diferentes tipos de abusos. Todo esto con el afán de que, al llegar a ser adultos, sintiéramos una vida marcada por la falta de amor y, por consiguiente, muchos también cayeran en la trampa de los vicios, los abusos y una vida llena de amargura, coraje y sinsentido.

La buena noticia que nos narra el Evangelio, es que el Niño Jesús fue protegido por un padre amoroso y ejemplar como lo fue san José y por la Madre perfecta, que se dio a sí misma para ver las promesas de Dios cumplidas. Ambos hicieron por Jesús lo que toda pareja y matrimonio debe hacer por sus hijos: amarlos, protegerlos y educarlos en la fe para que puedan triunfar en la vida.

Jesús es la buena noticia, porque vino para salvarnos, liberarnos, sanarnos y ofrecernos su inmenso amor, para que fuéramos felices en este mundo. Aprovechemos esta Navidad para entregarle al Niño Jesús, como regalo, todas y cada una de las heridas de la niñez para que él las sane y nos dé la libertad que nos conduce a la felicidad, y elimine todas las obras del mal recibidas en la vida y de una sola vez rompa las cadenas impuestas por el enemigo que ha intentado que vivamos una vida sin sentido.

El niño interior. Recordemos que en cada uno de nosotros, en nuestro ser interior, siempre hay un niño, que es nuestra propia imagen. Ese pequeño ser interior es el mismo que un día corría y jugaba y creía que era capaz de alcanzar las estrellas. Inocentemente creía que todos los seres humanos eran buenos y que él era lo más importante para ellos y extendía sus brazos sin malicia, porque consideraba que todos le amaban y lo querían proteger. Hoy quiero invitarlos a todos ustedes que leen este mensaje, a que se dejen amar por Dios, que nos ha enviado a su único Hijo como el regalo más grande de su amor.

Adoremos y alabemos juntos a Dios, nuestro Padre, porque nos hizo llegar en la persona de un Niño frágil, indefenso y vulnerable, como lo es el majestuoso Niño Jesús, al Salvador de la humanidad herida y lastimada, que hoy tiene la oportunidad de acercarse confiadamente a él sin ningún temor de ser rechazado o discriminado, sino por el contrario, para recibir de él su inmenso amor, consuelo y misericordia infinita.

Tengamos muy presente en nuestras vidas y en estas fiestas de amor, que el mismo Jesús nos dice en su Evangelio: “Les aseguro que si no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el Reino de Dios” (Mateo 18, 3). ¿Qué significado tiene este versículo para nosotros? Sencillamente, que el Señor desea que cada uno de nosotros mantenga firme la actitud del niño, que consiste en vivir en la inocencia del amor, que no piensa en el odio, en el rencor ni en la venganza; que no se desvela preocupándose por las cosas que no tiene; que vive un día a la vez, porque cada día para él es una aventura que lo lleva siempre a descubrir, porque siempre cree en las posibilidades. Ser niño es ser obediente, tierno, sencillo, entusiasta, honesto, feliz y confiado.

Es mi deseo personal que todos los que desean alcanzar el Reino de Dios, pidan al Señor de la gloria su Espíritu de Niño en estas fiestas de Navidad y fin de año. Amén.

Agradecimientos. Mis apreciados amigos en Jesucristo, al llegar al final de la jornada en este año, nuestro apostolado está de fiesta celebrando la fe de un pueblo que ha creído en la obra de Dios, pues gracias a la perseverancia de su fe, es que El Sembrador tiene un estudio desde donde se continuará proclamando la buena nueva de la salvación, desde la azotea hasta los rincones del mundo. Esta gran realidad la estamos viviendo y palpitando con un corazón agradecido al único Señor que merece honor y gloria, porque grandes y maravillosas son sus obras.

Quiero personalmente agradecerle a cada persona que se ha unido con nosotros para la construcción del Reino del Señor y para todo proyecto que el apostolado ha realizado a través de los años. Gracias por creer en Dios y en nosotros. Confiamos en que nunca defraudemos su confianza en nosotros. Nuestra visión se sigue ampliando cada día más. Con sus ofrendas y semillas lograremos ver aun cosas mayores para la gloria de Dios.

Agradezco desde lo profundo de mi corazón a la Santísima Virgen María, porque siempre nos ha tomado de su mano y proporcionado su poderosa intercesión y gracias a su amor también celebramos su visita en el Tepeyac para escuchar decirnos como a san Juan Diego: “¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aun tienes necesidad de cosa otra alguna?”

De parte de Sara, mis hijos e hijas y en lo personal, les deseamos una linda y maravillosa Navidad y un grandioso Año Nuevo lleno de mucha esperanza, fe y amor y concluyo la presente con la frase utilizada por mi compañero de apostolado de feliz memoria, Raúl Sayes: ¡Somos una gran familia!

Atentamente en Jesucristo y Santa María de Guadalupe, Noel.

Carta escrita en diciembre de 2012 por Noel Díaz, fundador, coordinador y presidente de la Asociación de Fieles El Sembrador, de Burbank, California. Los lectores que deseen conocer más sobre este ministerio y sus eventos pueden consultar su página en Internet (www.elsembrador.org) o llamar al (877) 823-0033.

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