La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Octubre 2024 Edición

Yo te llamé por tu nombre

Queridos hermanos:

Yo te llamé por tu nombre: Queridos hermanos:

El Señor nos dice, por medio del profeta Isaías: “No temas, que yo te he libertado; yo te llamé por tu nombre, tú eres mío” (43, 1). En la edición de este mes, buscaremos la presencia de Jesús, lo escucharemos llamarnos por nuestro nombre y le pediremos que nos muestre su rostro.

¿Cómo haremos esto? Reflexionaremos en el encuentro que tuvieron con Jesús tres importantes personajes de los Evangelios: María Magdalena, Zaqueo y Tomás. Quiero agradecer a mi amiga Jeanne Kun quien colaboró en escribir los artículos de esta edición. Jeanne ha escrito numerosos estudios bíblicos así como un libro de poesía y formó parte del equipo de trabajo de La Palabra Entre Nosotros.

Tres encuentros diferentes. Como veremos en estos artículos, Jesús acoge a cada persona de acuerdo a quién es esa persona y a la situación de vida en la que se encuentra. Por ejemplo, Jesús se encontró con María Magdalena mientras ella libraba una lucha interna con siete demonios, de los cuales él la liberó (Lucas 8, 2). Como podrán leer en el primer artículo, “¡He visto al Señor!” (página 4), la fidelidad de María la llevó a convertirse en la primera testigo de la resurrección de Cristo. ¡La vida de María se transformó para siempre cuando escuchó a Jesús llamarla por su nombre!

En el segundo artículo, titulado “Ha llegado la salvación a esta casa” (página 10), leemos sobre Zaqueo quien también escuchó al Señor llamarlo por su nombre: “Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que quedarme en tu casa” (Lucas 19, 5). No es difícil imaginar lo sorprendido que debe haberse quedado este recaudador de impuestos de que aquel popular maestro lo conociera y estuviera deseoso de cenar en su casa. Fue Jesús quien buscó a Zaqueo y no al revés, así como es Jesús quien, todos los días, te busca a ti y me busca a mí. Jesús está “llamando a la puerta”, y nos dice: “si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apocalipsis 3, 20).

Finalmente, el personaje central del tercer artículo (página 16) nos resulta bastante familiar. Tomás, el apóstol, vivió tres años junto a Jesús, siendo testigo de sus milagros y escuchando sus enseñanzas de primera mano. Pero, como todos sabemos, no se encontraba con el resto de los apóstoles aquel domingo de Pascua cuando Jesús se les apareció. Y cuando los demás le contaron que habían visto al Señor, no les creyó que realmente hubiera resucitado. Sin embargo, Jesús volvió ocho días después para encontrarse cara a cara con Tomás, quien fue el primero en declarar el señorío de Jesús: “¡Mi Señor y mi Dios!” (Juan 20, 28).

Pido al Señor que todos los días, puedas escucharlo llamarte por tu nombre. Jesús anhela sentarse junto a ti cuando lo buscas en oración para recordarte que te ama y que vino al mundo para salvarte, no para condenarte. Ten la seguridad de que te mira con ojos misericordiosos y llenos de amor y que cuando dijo “¡Dichosos los que creen sin haber visto!” (Juan 20, 29), se estaba refiriendo a ti.

María Vargas
Directora Editorial
editor@la-palabra.com

Comentarios