Yo curaré tus heridas
Cómo orar para la sanación de recuerdos
La memoria humana es un gran don de Dios. El problema es que somos pecadores que vivimos en un mundo pecador, y todos hemos sufrido daños en el pasado, que son traumas y heridas que permanecen en nuestro recuerdo y contribuyen decisivamente a la formación de miedos, angustias e inseguridades en nuestro interior, temores y ansiedades que nos atan y nos privan de la alegría y la confianza en el Señor.
No obstante, por muy dolorosos que sean nuestros recuerdos, siempre hay una gran esperanza: Jesús murió por todas las heridas y todos los traumas que tengamos desde la niñez y él está siempre dispuesto a curarnos.
Hermano, si tú quieres lograr esta clase de curación, un buen modo de comenzar es analizar tus temores para que seas capaz de hacerles frente. Te puedes preguntar: “¿Qué es lo que me causa más miedo o angustia? ¿Me impiden estos temores hacer lo que yo sé que debo hacer o aquello que yo creo que Dios quiere que haga? ¿Hay una o dos cosas graves que sucedieron en mi vida pasada que me causaron los miedos o inseguridades que ahora tengo?”
Luego, cuando comiences a rezar, trae a tu mente uno de estos sucesos dolorosos del pasado lo mejor que puedas, y trata de imaginar que Jesús está allí contigo cuando esto suceda. Hazte la figura mental de que tomas la mano de Jesús y le dices que esto que sucedió te ha causado tanto miedo y dolor. Dile cuánto te afectan estos sentimientos de angustia y por qué quieres librarte de ellos y pídele que te quite todo el temor y el dolor.
Cuando reces por este hecho que recuerdas, toma nota de lo que percibas que el Señor te dice o hace, por ejemplo, cómo reacciona él cuando le tomas de la mano y mira lo que tú sientes? Repite el proceso cuantas veces te lo permita el tiempo. No te sientas mal de rezar por un largo rato sin decir nada; solamente trata de poner tu corazón en paz y percibir lo que el Señor hace en ti.
Ahora, si durante el día te das cuenta de que el sentido de angustia o inseguridad vuelve a brotar, repasa en tu memoria lo que te pareció que Jesús hacía durante tu oración. Recuerda sus palabras de consuelo, sus gestos de reafirmación y el sentido de paz y esperanza que tuviste al terminar tu oración. Luego, repite constantemente “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, y con él yo puedo vencer cualquier temor y ansiedad.” Este proceso requiere cierto tiempo, pero al final verás que estos recuerdos dolorosos han sanado y que tus miedos han desaparecido.
Comentarios