Una gracia que todo lo conquista
La historia de Cyprien y Daphrose Rugamba
Por: Josh Danis
Si hay un signo seguro de la presencia del Espíritu Santo, es la unidad. Ya sea el amor duradero entre un esposo y una esposa o el amor renovado entre dos amigos que se habían alejado, ver a las personas vivir en unidad no es nada menos que una visión de la gracia de Dios en acción. Eso es lo que hace que la historia de Cyprien y Daphrose Rugamba de Ruanda sea un hermoso ejemplo del poder del Espíritu Santo.
La suya es una historia de amor duradero, de un amor traicionado y restaurado y de lo que puede suceder cuando dos personas abren su vida al poder transformador del Espíritu. Esta pareja, que ahora está siendo considerada para la santidad, es la prueba de que el Espíritu Santo puede superar cualquier obstáculo en la vida de cualquier persona, incluso de la nuestra.
Cyprien nació a inicios de los años 1930 en el pueblo de Cyanika al sur de Ruanda. Siendo niño, exhibió un intelecto brillante y un profundo compromiso a su fe católica. Decidió entrar al seminario menor en 1948. Sin embargo, después de varios años de preparación para el sacerdocio, el joven ruandés se desilusionó, tanto por varios escándalos que sucedieron entre sus compañeros seminaristas como por los escritos de algunos filósofos anticatólicos que había descubierto. Terminó saliendo del seminario y alejándose de Dios durante los siguientes años de su vida.
Daphrose nació en 1944, también en el pueblo de Cyanika, en una familia numerosa, católica y amorosa. De niña, estudió en un convento y tenía un profundo deseo de hacerse monja. Sin embargo, el plan que Dios tenía para ella terminaría cumpliéndose de una forma muy distinta. Se hizo maestra de escuela y continuó creciendo en su amor por el Señor.
Un matrimonio tenso. Mientras se encontraba alejado de la Iglesia, Cyprien se convirtió en un líder intelectual en Ruanda y aceptó un trabajo en el gobierno. También se convirtió en un poeta, artista y músico popular, lo que lo condujo a ayudar a establecer el centro cultural de Ruanda. En ese tiempo, una hermosa mujer llamada Xaverine Mukahigiro atrajo su atención. Rápidamente se enamoró de ella. Se comprometieron, pero sus planes de matrimonio se destruyeron cuando Xaverine fue asesinada, junto con otros miembros de su familia, en una masacre étnica en 1963. El ataque resultó ser una advertencia de eventos horríficos que sucederían en el futuro. Como era costumbre, Cyprian honró su compromiso con la familia de Xaverine pidiendo en matrimonio a la prima de ella, Daphrose Mukansanga.
Este arreglo no fue tan malo como podría parecer. Cyprien y Daphrose se tomaron el tiempo para cortejarse, y un amor genuino surgió entre ellos. Se casaron el 23 de enero de 1965. Los dotes artísticos de Cyprien lo volvieron aun más famoso, y la pareja comenzó a disfrutar de un significativo nivel de comodidad. En el exterior, todo parecía bien.
Sin embargo, Cyprien demostró que no era un hombre fácil de amar. A pesar de estar celosamente comprometido con la justicia y la honestidad, seguía rechazando su fe. A menudo se burlaba de la rica relación de Daphrose con el Señor y la Iglesia. Incluso llegó tan lejos como para romper en dos sus crucifijos. Alrededor de este tiempo, el primer hijo de la pareja murió durante el parto. Además, la hermana de Cyprien, Marta, difundió rumores falsos sobre Daphrose y Cyprien le creyó a su hermana antes que a su esposa. Después de varios años de desconfianza y discordia, le exigió a Daphrose que regresara con sus padres pero que le dejara los niños a él.
Una conversión radical. Después de casi un año, Cyprien comprendió lo injusto que había sido con su esposa y le pidió perdón. Por medio del poder sanador de la oración, ella pudo perdonarlo y regresó a su hogar. Pero el arrepentimiento de Cyprien duró poco. Le fue infiel a ella y tuvo una hija con otra mujer. Mientras tanto, Daphrose continuó orando por su esposo y por la reconciliación y la unidad dentro de su familia. No solo rezó, sino que actuó: Adoptó a la hija ilegítima de Cyprien y la crio como si fuera su propia hija.
Las oraciones de Daphrose finalmente fueron contestadas en 1982 cuando Cyprien estaba luchando con una enfermedad mortal. Durante su enfermedad, comenzó a escribir una canción sobre la muerte, pero de repente el amor y la misericordia de Jesús invadieron su corazón. En ese momento, Cyprien supo que Dios había estado esperándolo pacientemente. No solo eso, también su enfermedad desapareció milagrosamente. Como resultado, Cyprien experimentó una conversión radical que transformó toda su vida, incluyendo su matrimonio.
Lleno del Espíritu Santo, Cyprien le pidió a Daphrose que lo perdonara por todos sus malos tratos y su infidelidad. Daphrose perdonó incondicionalmente a su esposo una vez más, y Cyprien se convirtió en un esposo fiel y amoroso. Juntos comenzaron a rezar y pensar en cómo podían servir al Señor. Hasta el día de su muerte, Cyprien atribuyó su conversión de corazón a la oración incesante de su esposa y a la fidelidad que ella le tenía a Dios y a su familia.
La gracia de la comunidad. En 1989, la pareja participó en un peregrinaje a Paray-le-Monial, Francia, organizado por miembros de la Comunidad Emmanuel, un grupo carismático laico centrado en la Adoración eucarística, la compasión y la evangelización. Ahí experimentaron una fuerte unidad con los otros creyentes que querían evangelizar viviendo y siendo testigos de una vida centrada en Jesús. Conmovidos por esta experiencia de vivir con “un solo corazón y una sola alma” (Hechos 4, 32; NVI), sintieron que el Espíritu los estaba conduciendo a formar parte de esta comunidad.
Al regresar a Ruanda, Cyprien y Daphrose se comprometieron a establecer ahí una Comunidad Emmanuel. Buscaron a sus amigos y con ellos iniciaron grupos de compartir semanales llamados “maisonnée” (que se refiere a una casa o una familia). En septiembre de 1990, nació la Comunidad Emmanuel en Ruanda. Ellos dedicaron los siguientes años a edificar la comunidad, la cual creció rápidamente aún en medio del clima político que cada vez era más tenso.
Además de su trabajo en la comunidad, Cyprien y Daphrose abrieron en 1992 un centro para alimentar y cuidar a los niños sin hogar. El Centro Cyprien y Daphrose Rugamba existe actualmente, y atiende a alrededor de cien niños por día.
“Tenemos un solo partido.” Todos estos eventos ocurrieron en el contexto de los años que condujeron al gran genocidio de Ruanda. Las tensiones estaban aumentando entre los dos principales grupos étnicos del país: Los hutus, que estaban en el poder y que constituían alrededor del ochenta y cinco por ciento de la población, y los tutsi que eran minoría y constituían únicamente el catorce por ciento. Durante estos años, los extremistas hutu lideraron el país y la minoría tutsi sufrió de una terrible discriminación y fueron el objetivo de la violencia en masa. En octubre de 1990, tan solo nueve días antes del establecimiento oficial de la Comunidad Emmanuel en Ruanda estalló la guerra civil entre los extremistas hutu y los hutu moderados aliados a los tutsi.
Como miembros de la tribu hutu, se esperaba que Cyprien y Daphrose apoyaran la violencia públicamente. Ellos eran bien conocidos en Ruanda debido a la popularidad de Cyprien y a su ministerio con los niños, así que sus voces harían una diferencia. Por eso fue particularmente significativo cuando ellos decidieron hacer lo opuesto a lo que se esperaba.
En lugar de apoyar el partidismo y la animosidad entre sus compatriotas ruandeses, Cyprien hizo un llamado a la paz y la unidad. Describió a los miembros de la tribu tutsi no solo como compatriotas sino como “hermanos en Cristo”. Al recordar a las personas de la creciente Comunidad Emmanuel, que reunía a miembros de diferentes grupos étnicos en Cristo, Cyprien repetidamente habló en contra de la división diciendo: “Tenemos un solo partido, el de Jesús.”
El 6 de abril de 1994, toda la tensión y la violencia finalmente hizo ebullición, y durante los siguientes cien días, los soldados, la policía y los ciudadanos hutu asesinaron a un estimado de ochocientos mil compatriotas tutsi.
Esa misma noche, el 6 de abril, conscientes de que su país era como un polvorín, Cyprien, Daphrose y sus hijos pasaron la noche orando frente al Santísimo Sacramento. En la mañana del 7 de abril de 1994, el primer día de los asesinatos, Cyprien y Daphrose fueron asesinados junto con seis de sus hijos. Sus llamados a la paz y la reconciliación los habían colocado de primeros en la lista de quienes pretendían hacer una limpieza étnica.
Tragedia y triunfo. A los ojos del mundo, la historia de Cyprien y Daphrose Rugamba es una tragedia sin sentido. Pero vista a través de los ojos de la fe, se convierte en una historia de triunfo. Es la historia de cómo una serie de derrotas personales —infidelidad, desconfianza y división— gradualmente se convirtieron en victorias en Cristo. Este matrimonio es la prueba de que a través de la gracia de Dios, la fe que una vez se perdió puede restaurarse. Los matrimonios y los corazones destruidos pueden sanarse. Las oraciones que brotan desde lo profundo del corazón pueden ser contestadas. Y las diferencias pueden ser superadas. Todo gracias al poder del Espíritu Santo para sanar las heridas y traer reconciliación.
Cada uno de nosotros puede identificarse con esta historia porque sin importar los giros caóticos de nuestra vida, Dios siempre está presente, siempre nos ofrece el poder transformador de su gracia.
Cyprien and Daphrose, ¡rueguen por nosotros!
Josh Danis es el Director Nacional de Contexto Católico en Alpha EE. UU. y escritor.
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