La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Abril/Mayo 2010 Edición

Un soplo del Espírtu Santo

El extraordinario apostolado del padre Emiliano Tardif

Por: Luis E. Quezada

Un soplo del Espírtu Santo: El extraordinario apostolado del padre Emiliano Tardif by Luis E. Quezada

Fue una figura emblemática del don de sanación en la Iglesia Católica en América Latina y en el mundo entero que dejó profundas huellas de agradecimiento, admiración y cariño en todos los lugares en los que ejerció su ministerio.

El padre Emiliano Tardif nació y creció en Canadá; estudió la secundaria en el Seminario Menor de los Misioneros del Sagrado Corazón, en Beauport, y luego hizo su primer año de noviciado en Santa Clotilde. Hizo sus estudios de filosofía en Watertown, Estados Unidos, y los de teología en Québec, Canadá.

Como estaba deseoso de ser Misionero del Sagrado Corazón, su superior lo autorizó a ir a la República Dominicana, país al que llegó en 1956 y donde permaneció radicado por el resto de su vida.

Una enfermedad grave. El propio padre Emiliano cuenta este episodio de su vida: "El 14 de junio del año 1973 caí enfermo de tuberculosis pulmonar aguda. Entré en el centro médico muriéndome, casi no podía respirar y pasé una noche bien difícil, porque me estaba asfixiando y la respiración se me hacía casi imposible. Muchas veces en mi vida había meditado sobre la muerte; muchas veces había predicado sobre ella, pero nunca había hecho el ensayo de la muerte, y aquella noche lo hice y —se lo digo a ustedes— no me gustó. Yo tenía la impresión de que no iba a pasar la noche, pero gracias a Dios que los médicos me dieron oxígeno y me ayudaron. Cuando me examinaron, me dijeron que tenía tuberculosis pulmonar aguda, tuberculosis galopante, porque era muy fuerte, con los dos pulmones heridos. Cuando los médicos me dijeron esto, yo pedí regresar a mi país, Canadá, donde vive mi familia, para ir a un hospital especializado para tuberculosos.

"En el hospital, los médicos me dijeron que tal vez con un año de hospitalización y tratamiento yo podría regresar a mi casa. Era la única esperanza que me daban.

Una curación milagrosa. "Antes de que los médicos comenzaran el tratamiento, recibí la visita de cinco laicos miembros de la Renovación Carismática en Canadá, tres hombres y dos mujeres. Me dijeron: ‘Hemos venido a orar por usted, para pedirle al Señor que lo sane y usted vuelva a trabajar en su apostolado en Santo Domingo.’ Por respeto no les dije nada, pero acepté su oración,

"La verdad, estaba tan enfermo que estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa, aún de los carismáticos, a pesar de que no creía mucho en ellos, pero ellos tenían mucha fe y me dijeron: ‘Vamos a imponerle las manos, si usted lo permite, y vamos a orar para pedirle al Señor que lo sane.’ Yo estaba sentado en mi silla al lado de la cama y recuerdo que se acercaron y me pusieron las manos sobre la cabeza y sobre los hombros y comenzaron a orar. Me sentía tan ridículo debajo de ellos, porque me estaban poniendo las manos y yo nunca había visto esto.

"Mientras oraban, me di cuenta de que la puerta de la habitación estaba abierta y la gente que pasaba por el pasillo se quedaba mirando. Me daba como apuro y les dije: ‘Si quieren vamos a cerrar la puerta.’ Una de las señoras me dijo: ‘Sí, cómo no’ y cerró la puerta de la habitación, pero ya Jesús había entrado. Ellos siguieron orando y el Señor me sanó totalmente, sin ninguna medicina. El Señor me sanó en el espacio de tres o cuatro días, más o menos.

"El médico que me atendía quiso comenzar los tratamientos, pero al ver lo que pasaba se quedó muy sorprendido y volvió a examinarme. Cuando observó la nueva radiografía descubrió que mis dos pulmones estaban perfectamente cicatrizados."

Su apostolado de curación. El padre Emiliano nos cuenta: "Tras mi sanación, comencé a dar mi testimonio y de un grupo a otro me invitaban. Al final de la asamblea de oración, me pedían orar por los enfermos; yo oraba por ellos y no pasaba nada. Pasaron los meses de septiembre y octubre y fue el 18 de noviembre de 1973 que por primera vez vi a una persona recibir sanación mientras yo oraba por él. Era un hombre que sufría mucho de artrosis, que casi no podía caminar. Me pidió que orara por él, yo hice una oración al Señor pidiéndole que lo sanara. Durante la oración, él comenzó a sudar mucho, se emocionó y lloró. Yo no sabía qué le pasaba, pero cuando se calmó, se levantó y dio un brinco, saltando de alegría, gritando y diciendo: ‘¡Ya no siento nada!’ El Señor lo había sanado completamente de artrosis en el espacio de unos minutos.

"Era la primera vez en mi vida que yo veía a una persona recibir sanación tras haber orado por él. Yo había recibido mi sanación mientras otros oraban por mí, pero a partir de ese día, me animé a orar más por los enfermos, al ver que el Señor respondía a la oración. Poco a poco el Señor me ha ido dando ese carisma de sanación."

Durante el año 1974 el padre se dedicó a estudiar la Renovación Carismática y en 1975 regresó a la República Dominicana, donde trabajó con los grupos de oración para que se convirtieran en apostolados de evangelización. A partir de 1985, empezaron a llamarlo desde diversas latitudes, llegando a predicar retiros y celebrar misas de sanación en 71 países de los cinco continentes. Durante seis meses trabajaba como párroco y el resto del año viajaba por la República Dominicana y el extranjero, dirigiendo retiros espirituales y llenando iglesias y estadios donde celebraba la Eucaristía; de esta forma llegó a ser muy conocido en toda América Latina y también en el mundo de habla francesa. En

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