Un agente pastoral carcelario
Testimonio de Víctor Risco
Mi familia y yo vivíamos en Tumbes, ciudad de la costa norte del Perú, fronteriza con Ecuador.
En mi adolescencia trabajaba como repartidor de periódicos y, por razones de lo que hacía, me dejaban visitar la pequeña cárcel de la ciudad. Esto me permitió conocer la realidad de los presos: las condiciones infrahumanas en las que vivían: hacinados, en medio de desagües, roedores y desperdicios, etc. En plena juventud, esta experiencia marcó mi vida. No podía quedarme sin hacer nada y, para ayudarles, les hacía mandados en las tiendas cercanas.
Los comienzos. De joven &mdashgracias a Dios&mdash mi problema no fue la droga ni el alcohol, sino el ser muy violento, agresivo, orgulloso, soberbio y autosufi ciente, condiciones que persistieron hasta después de casarme. En noviembre de 1993, tuve la gracia de vivir uno de los Retiros Juan XXIII (una asociación internacional de fi eles aprobada por la Iglesia Católica e inspirada en los principios del Concilio Vaticano II). Allí el Señor me abrió los ojos. Le pedí perdón por mis ofensas, recibí la bendición de mis padres, de mis hermanos, de mi esposa y de mi pequeño hijo. Allí, al igual que Pedro, le dije al Señor: “Señor te seguiré dondequiera que vayas.”
A raíz de esto, recordé las experiencias que tuve en mi juventud con las personas encarceladas y empecé a interesarme nuevamente por ellas. En mi lugar de trabajo había colegas que también eran sensibles a estas tareas y habían hecho el mismo retiro. Los motivé y así comenzamos nuestra labor social en la cárcel. Reunimos dinero y empezamos a llevarles desayunos, luego almuerzos a más de 150 personas, hombres y mujeres. Así nació en Tumbes la primera comunidad católica de apoyo a los presos, que se llamó “Santa Rosa de Lima”.
Para brindar un mejor servicio. En 1998, cuando sucedió el fenómeno meteorológico llamado El Niño en Tumbes, las lluvias fueron tan intensas que toda la población penal fue trasladada a Piura, mientras se construía en Tumbes una cárcel nueva. El Padre Jaime Gorski Zorritos, que trabajaba con un grupo de voluntarios en la cárcel de Piura, hizo gestiones para que el nuevo Penal de Tumbes tuviera una capilla y lo logró.
Cuando se inauguró el nuevo penal, en 2001, el Obispo Auxiliar se comprometió a celebrar allí la Santa Misa. Luego nos integramos a la Pastoral Nacional. El trabajo se volvió muy arduo pero, gracias a Dios, el grupo de voluntarios creció. Empezamos atendiendo a más de 300 internos; actualmente hay 430, entre ellos 30 mujeres y seis niños. Cada vez solicitan mayor atención, en especial ser escuchados.
Hay hermanos caídos que no solo te piden algo material, sino que los escuches y le des la mano; hay internos que se confiesan contigo y tienes que escucharles, rezar con ellos y aconsejarles.
Dos noches en el penal. En 2005, siendo coordinador local, tuvimos una de nuestras experiencias más hermosas: el primer Retiro Juan XXIII dentro del penal. Una vez autorizado el retiro, experimentamos la generosidad de la gente, que respondió maravillosamente y en abundancia. Fue una experiencia nueva e inolvidable para el equipo de trabajo, ya que teníamos que pasar tres días y dos noches dentro del Penal, en un mismo espacio, junto con más de 90 internos de máxima, mediana y mínima seguridad, que hacían su retiro. Durante ese fin de semana, en casi todo el Perú donde está el Movimiento Juan XXIII se hizo mucha oración, y los resultados fueron maravillosos.
Así comenzó a cambiar radicalmente la historia y la vida de los internos del penal de Tumbes, ya que hay testimonios de sincera conversión de personas que abren sus vidas a Dios, que han vuelto a nacer a una nueva vida. Esta experiencia con el Señor y con nuestros hermanos privados de su libertad, marcó nuestra vida como agentes pastorales y también la de ellos.
Una labor pastoral hecha con alegría. La acción de la pastoral consiste no solo en visitar a los presos y llevarles cosas para hacerles menos dura su condena, sino acompañarlos, capacitarlos, escucharlos y conducirlos al encuentro amoroso con el Creador.
Con la ayuda de Dios, nuestro equipo se fortaleció. Nos planteamos nuevas metas y objetivos definidos, (evangelización, educación y trabajo) y nos organizamos para rotar en el servicio. Los días martes y jueves se imparte doctrina y evangelización, complementadas con vigilias de oración y exposiciones del Santísimo Sacramento. Los sábados son culturales (conciertos de música, exposiciones pictóricas, conferencias, cine-fórums, literatura, historia, matemáticas y razonamiento verbal; también se realizan campañas médicas y encuentros deportivos. En el domingo es infaltable la Liturgia de la Palabra, la Eucaristía mensual y también en ocasiones especiales.
Gracias a Dios y a la Virgen María, me ha tocado estar al lado de internos en el momento en que han recibido la noticia de su liberación. La felicidad que sienten es indescriptible; te abrazan, hablan y cantan, porque se sienten libres de esos tormentos y te prometen no volver atrás.
Si seguimos adelante esta labor es porque nos llena de mucha alegría el poder ayudar al hermano necesitado y llevarle el mensaje de amor del Señor. Cuando termina una visita a la cárcel, uno sale con el cuerpo “molido a palos”, por lo poco que se pudo dejar y lo mucho que ellos siempre esperan. Esto exige que el agente pastoral se fortalezca con los sacramentos, para conservar el equilibrio espiritual, mental y físico.
La revista. La revista La Palabra Entre Nosotros que reciben los internos en el penal es un instrumento de mucha ayuda para ellos y para nuestra labor pastoral, no solo por los testimonios que pueden leer en ella, sino por la formación espiritual que van recibiendo a través de la lectura diaria de la Biblia y el compartir que hacen ellos. El Señor va actuando en su vida y en su mente, y sus valores van cambiando poco a poco. Si uno aprecia esta revista, para ellos es un tesoro.
Amigo lector, quiero escribirte desde mi perspectiva: Si estás en la cárcel, ten la seguridad de que tu problema, por más difícil que sea, tiene solución. No albergues odios ni deseos de venganza, porque tú sabes mejor que nadie que el delito no paga; al contrario, te cobra y con intereses. Si eres libre, recuerda que al fi nal de nuestra vida vamos a ser medidos según el amor, y el amor lo podemos dar de mil maneras, con tu servicio personal, con tus oraciones y con tu ayuda económica, para enviar más revistas a los penales.
Nos decía un sacerdote que cada vez que te acercas a una persona encarcelada estás haciendo las cinco obras de misericordia al mismo tiempo, porque el interno está preso, pasa hambre, tiene sed y está desnudo o enfermo. Por eso, insto a los que leen este testimonio a involucrarse en una pastoral carcelaria. Anímate a vivir esta gran experiencia que llenará de alegría tu corazón. ¡Cristo te espera!
Víctor Risco Torres y su esposa Gisella son peruanos y tienen tres hijos, dos varones y una niña. Quienes deseen comunicarse con él, pueden dirigirle un mensaje electrónico a: pcarceltumbes@ yahoo.es.
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