Toma, Señor, y recibe
Carta del editor
Queridos hermanos:
En los meses de julio y agosto, aprenderemos a profundizar en nuestra oración por medio del ejemplo de San Ignacio de Loyola. Este santo, nacido en España en 1491, era un noble y militar que antes de conocer al Señor buscaba el reconocimiento de los demás y se había entregado por completo a la vanidad.
Pero su convalecencia en su castillo de Loyola, luego de ser herido en el campo de batalla, le abrió las puertas a una relación profunda con el Señor Jesucristo por medio de la cual comprendió que debía dejar su vanidad de lado y entregarle a él su memoria, entendimiento, voluntad y libertad. Entendió que lo único que debía bastarle eran el amor y la gracia de Dios.
Lo único que debe bastarnos a nosotros son la gracia y el amor que provienen de nuestro Padre celestial. ¿Podemos entregarle todo lo que somos y lo que tenemos y someternos a su santa voluntad?
Los artículos de la sección del frente para estos dos meses, sobre San Ignacio, fueron escritos por el padre Nathan O’Halloran, un sacerdote jesuita que es consejero teológico de La Palabra Entre Nosotros.
Conforme los leemos, tengamos la misma actitud que plasmó Ignacio en su Acto de entrega de sí. Todo lo que tenemos en nuestra vida —nuestros pensamientos, acciones, relaciones personales e incluso nuestras alegrías y tristezas— todo le pertenece al Señor, y él nos invita a entregárselo de vuelta. El tesoro más grande —el único tesoro real y duradero— que poseemos es el amor y la gracia del Señor. Y ese amor y esa gracia contienen un caudal de bendiciones: Perdón, la presencia de Dios, la promesa del cielo y mucho más.
Confío en que estos artículos te ayudarán a profundizar cada día más en tu relación con Jesús y a fortalecer tu vida de oración. Recuerda que el Señor siempre está a tu lado y lo que más desea es que acudas a él y le entregues en sus manos todo aquello que está en tu corazón y en tu mente. Nuestro Señor te espera diariamente para darte descanso y consuelo, y para renovar tus fuerzas.
Pido al Señor que, por medio de la intercesión de la Virgen María, bendiga tu esfuerzo y disposición de entregarle toda tu vida a él. Que cada día puedas decir, junto con San Ignacio de Loyola, …todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me basta.
María Vargas
Directora Editorial
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