La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Cuaresma 2024 Edición

Todo lo que tengo es tuyo

Queridos hermanos:

Todo lo que tengo es tuyo: Queridos hermanos:

Estos días en los que nos preparamos para vivir los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, son una maravillosa oportunidad para encontrarnos con el Padre misericordioso que “tanto amó al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna” (Juan 3, 16).

La parábola de Jesús del hijo pródigo es la descripción perfecta de este tiempo: Un hijo (nosotros) que se aleja de su hogar y un padre (nuestro Padre celestial) que anhela el regreso del hijo a casa. San Juan Pablo II dijo: “La Cuaresma es el tiempo de una particular solicitud de Dios por perdonar y borrar nuestros pecados: es el tiempo de la reconciliación” (Audiencia General, 17 de febrero de 1999). Todos los días, el Padre nos llama por nuestro nombre y nos invita a que regresemos a él.

Este relato de Jesús está compuesto de distintas perspectivas, al punto que aunque lo conocemos como la parábola del hijo pródigo, tiene otros nombres: La parábola de los dos hijos, la parábola del hijo perdido y la parábola del padre misericordioso.

En esta edición vamos a meditar en esta parábola (Lucas 15, 11-32) desde tres ópticas distintas. Primero seguiremos las huellas del hijo menor que pidió su parte de la herencia y se alejó del padre (página 4). Luego, meditaremos en la actitud del hijo mayor, que endureció su corazón y se llenó de resentimiento ante el regreso de su hermano (página 10). Finalmente, nos centraremos en el verdadero personaje principal de este relato, el padre, que esperó y esperó el regreso de su hijo a casa y que “cuando todavía estaba lejos… lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos” (15, 20).

Este es el tiempo ideal para que, al igual que este hijo que malgastó los bienes de su padre, recapacitemos y que de nuestro corazón broten las palabras: “Padre mío, he pecado… contra ti” (Lc 15, 18). Es el momento para que nos levantemos, dejemos atrás nuestro pecado y regresemos a casa. Esta es la razón por la cual el Padre envió a su Hijo, para que muriera por nuestra salvación. Aceptemos con alegría la misericordia que se nos ha ofrecido con tanta generosidad.

En los artículos de atrás de la revista encontrarán un nuevo ar-

tículo de nuestro exdirector editorial, titulado “La sinfonía de Dios”. Le agradezco a Luis que siga colaborando con nuestra revista.

Pido al Señor que les conceda un bendecido tiempo de Cuaresma y que abra su corazón para que puedan recibir el amor y el perdón que él tiene para todos nosotros.

María Vargas
Directora Editorial
editor@la-palabra.com

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