Seamos discípulos misioneros
Carta del editor
Por: Luis E. Quezada
Queridos lectores:
Probablemente todos recordamos las palabras del Señor antes de ascender al cielo: “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos” (Mateo 28, 19). Esa es la misión de la Iglesia: evangelizar para que todo ser humano llegue al conocimiento de la verdad, vale decir, de Jesucristo, nuestro Señor.
En mi niñez y juventud, yo no era muy asiduo de ir a la Iglesia y por lo tanto mis oídos estaban cerrados a la proclamación del Evangelio, si es que alguna vez la escuché. Pero eso cambió cuando, gracias a la guía de mi querida esposa, recibí la gracia de poner atención a la Palabra de Dios y al mensaje de salvación. De esa forma, finalmente logré responder en forma afirmativa y se hizo la luz en mi mente y mi corazón y vi que Jesucristo era realmente mi Señor y mi Salvador.
De esta manera se cumplió en mí la misión de la evangelización, pues desde entonces he procurado centrar mi atención en el deseo de conocer mejor y amar más a la Persona de mi Redentor. Este es, en síntesis, el objetivo de los artículos de esta revista: llevar a muchos a la fe en Cristo, instarlos a que abran el corazón y acepten la salvación que les ofrece el “autor y consumador de nuestra fe”, Cristo Jesús, que nos ama incondicionalmente.
Pero esta no es misión exclusiva del clero y los religiosos: todo cristiano tiene la tarea de ser portador de la buena nueva a cada familiar, amigo, vecino o compañero de trabajo. Si lo hacemos, siguiendo la guía segura que nos provee la Iglesia, el Señor nos recompensará con abundancia de dones y gracias.
Otros artículos. Este mes hemos decidido presentar dos escritos adicionales que estimulan la fe y la devoción: la beatificación de un matrimonio italiano, los esposos Quattrocchi, y una reflexión sobre San José de Nazaret, padre adoptivo de Jesús, en vista de que estamos en pleno Año de San José y que hay iniciativas de promover la consagración al santo esposo de la Virgen María.
Concluimos la revista con un testimonio del dolor causado por una gran tragedia y de cómo el Señor le dio consolación y sanación a la persona que escribe. Sabemos que en este tiempo de pandemia y de crisis económica y laboral muchas son las personas que sufren y necesitan la consolación del Señor, y por todos ellos elevamos nuestras oraciones.
Deseo a nuestros queridos lectores un mes lleno de salud, fortaleza y bendición del Señor.
Les saluda su hermano en Cristo,
Luis E. Quezada
Director Editorial
editor@la-palabra.com
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