En nuestro primer artículo, descubrimos que el Señor ama a los pobres, escucha sus súplicas pidiendo ayuda y los salva. Una persona puede ser materialmente pobre, otra puede experimentar un sentido de indefensión y todavía otra más puede poseer una disposición a la pobreza. Esta actitud se encuentra en cualquier persona que busque a Dios y confíe en él para todo lo que necesita. De hecho, muchas de nuestras experiencias de pobreza siguen el patrón que hemos descrito con sus diferentes fases: