Recibamos de buen ánimo la invasión celestial
Un examen de conciencia para el Adviento
Cuando alguien habla de “invasión”, la gente tiembla.
La palabra suscita en la mente una serie de imágenes que causan pavor: ejércitos hostiles, pestes y plagas graves, ladrones de identidad, plantas de crecimiento agresivo y hasta seres extraterrestres.
En el Adviento se nos invita a reflexionar en una invasión totalmente distinta, que en realidad es todo lo contrario al ataque de un enemigo poderoso: Es una visitación singular y tierna de un Huésped que desea darse a conocer a todos como Emanuel, “Dios con nosotros”.
El que viene es Jesús, el Señor del Universo. ¡Qué perspectiva más maravillosa! Si tuvieras tú que prepararte solo para esta visita, ¿no te sentirías incómodo o atemorizado? Pero, calma; no estás solo. El Espíritu Santo está contigo y te ofrece toda la gracia que necesitas para disponer bien tu corazón. Puedes contar con Él para que te ayude a arrepentirte de tus pecados y hacer una buena Confesión. Aprovecha las preguntas que sugerimos a continuación, reflexiona sobre lo que dicen y pon atención a lo que te diga la voz tenue y dulce del Espíritu.
En este Adviento, permite que el Espíritu Santo te dé la sorpresa de una invasión de amor que transformará tu vida. ¡Ven, Señor Jesús!
“Preparen al Señor un camino en el desierto”
(Isaías 40,3)
¿He puesto a Dios en el primer lugar de mi vida? En las decisiones que tomo y en lo que hago, ¿estoy “preparando el camino” para el Señor o para mí mismo?
¿Le he dado prioridad a Dios los domingos y días de guardar asistiendo a Misa y haciendo un esfuerzo especial para dedicarlo a Él?
¿He rezado y leído la Escritura fielmente, para estar mejor dispuesto a recibir el amor y la orientación de Dios cada día?
¿Me he resistido deliberadamente a las inspiraciones del Espíritu para decir la verdad o dar testimonio de mi fe?
“Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros”
(Juan 1,14)
¿He procurado ver la presencia de Dios en mis familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, personas de la parroquia y otros? ¿Los he tratado con dignidad y compasión?
¿Aplico en mi vida las enseñanzas de Jesús sobre moralidad sexual? ¿Me dejo llevar por pensamientos impuros o fantasías sexuales? ¿He cometido pecados de impureza?
¿Respeto mi propio organismo o lo he maltratado usando drogas ilícitas o consumiendo alcohol o alimento en exceso?
¿He mentido o murmurado de otras personas de una manera denigrante o dañina para su buen nombre?
¿He demostrado respeto y sumisión a la autoridad legítima?
“El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán”
Salmo 85,10
¿He guardado enojos, resentimientos u odio? ¿Hay alguien a quien tenga que perdonar? ¿Hay alguien a quien le tenga que pedir perdón?
¿Qué estoy haciendo para contribuir a que venga el reino de la justicia y la paz de Cristo? ¿Estoy haciendo algo para ayudar a edificar una sociedad que valore y respete la vida humana?
¿He robado algo o dado información falsa en mi declaración de impuestos? ¿Necesito restituir lo robado o corregir la información falsa?
¿He tratado con compasión a los pobres, los menos afortunados, los enfermos o los que sufren? ¿O he estado demasiado ocupado con mis propios problemas?
Espíritu Santo, ¿qué puedo hacer para “mantenerme despierto” y prepararme para tu “invasión” de amor? Por favor, dime cómo y ayúdame a cambiar.
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