La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Feb/Mar 2009 Edición

¡Quiero pensar en Ti, Señor!

Un examen de conciencia para la Cuaresma

¡Quiero pensar en Ti, Señor!: Un examen de conciencia para la Cuaresma

Aveces tenemos la tendencia a creer que nuestro razonamiento se convierte en un obstáculo para profundizar en la vida espiritual:

Tan sólo si la mente no se me llenara de tantos pensamientos juntos… Me parece que no tengo fuerza de voluntad para cumplir mis propósitos de Cuaresma… Sé que no debo pensar de esa manera, pero a esta altura ya no puedo a cambiar… Sé que pecaría menos si pudiera “apagar” mis pensamientos…

Es cierto que a veces los pensamientos se nos descontrolan, pero el Señor no quiere que dejemos de pensar para seguirlo; antes bien, quiere ayudarnos a transformar la manera en que pensamos y actuamos.

Así pues, ¿por qué no le entregas tu razonamiento al Señor en esta Cuaresma? ¿Tu capacidad de razonar, decidir, recordar y tu imaginación? ¿Por qué no hacerte un examen de tu vida interior para ver en qué necesitas la sanación y el toque transformador que el Señor puede y quiere darte?

El examen de conciencia que aquí ofrecemos te puede ayudar en tu conversación con Dios, y naturalmente lo puedes adaptar de cualquier manera que te resulte útil. Sólo te pedimos que no te olvides de que Dios tiene grandes bendiciones reservadas para ti: “No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios.” Recuerda que “nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2,12.16).

“Pensaré en todo lo que el Señor ha hecho. Oh Dios, Tú eres santo en tus acciones; ¿qué dios hay tan grande como tú?” (Salmo 77,12-13)

¿Me acuerdo de Dios en mis quehaceres del día? ¿He cumplido mis obligaciones diarias por amor a mi Señor?

¿Cultivo mi relación con Dios haciendo oración y leyendo la Escritura en forma regular? ¿Estoy creciendo en la comprensión de mi fe?

¿Le doy a Dios el primer lugar en mi vida y mis pensamientos? ¿Hay aspectos de mi vida que mantengo reservados para mí y que no quiero que Él los vea?

¿Me he preocupado de guardar santamente el domingo para Dios? ¿Voy a misa fielmente y con reverencia? ¿He tomado el descanso necesario de mi trabajo?

¿Ha habido ocasiones en que me he gloriado de mis aptitudes y talentos, tal vez sin reconocer que todo lo que tengo viene de Dios?

“En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, les ruego que … no haya divisiones entre ustedes. Vivan en armonía, pensando y sintiendo de la misma manera” (1 Corintios 1,10)

¿He procurado guardar la unidad con mis familiares, amistades y compañeros de trabajo? ¿Ha habido ocasiones en que mis palabras, actitudes o acciones han causado divisiones?

¿Guardo enojo, resentimiento u odio contra alguien?

¿Hay alguien a quien tengo que perdonar? ¿Hay alguien a quien tengo que pedirle perdón?

¿He tratado de reconocer lo bueno que hay en otras personas, aunque no esté de acuerdo con ellas?

¿He caído en hábitos de pensamientos destructivos, como el desaliento, la amargura, la excesiva ansiedad, la envidia, el orgullo y la autosuficiencia?

“Hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza” (Filipenses 4,8)

¿Dedico demasiado tiempo a actividades inútiles que me distraen de mis obligaciones personales o de la misión que Dios me ha dado?

¿Me cuido de las imágenes y pensamientos a los que doy atención? ¿Necesito arrepentirme de algún pecado contra la pureza?

¿He participado en actividades de ocultismo de cualquier tipo o creído en supersticiones?

¿He acatado el consejo de formar y educar mi mente para usarla al servicio de Dios?

“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar” (Romanos 12,2)

¿Predomina en mi corazón el deseo de ganar dinero, ser importante o acumular bienes materiales?

¿He robado algo en alguna tienda, dado información falsa en mi declaración de impuestos o me he apropiado de algo que no era mío? ¿Necesito restituir algo a alguien?

¿Cuál es mi actitud frente a mis padres, profesores, patrones y cualquier autoridad legítima? ¿Les he demostrado el respeto debido?

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