Carta del Editor
Edición Junio/Julio
Queridos hermanos en Cristo: La revista que tienen en sus manos es nuestra “Edición de los Sacramentos”, porque en los meses de junio y julio presentamos uno o dos sacramentos, no desde el punto teológico, sino de la vivencia práctica y de sus efectos en la vida personal de los fieles.
En esta edición, abordamos el Sacramento de la Reconciliación o Confesión y el Sacramento de la Confirmación.
La Confesión. Antes de mi “conversión”, hace ya muchos años, yo iba a confesarme muy rara vez, porque no había logrado experimentar el efecto ni comprender el valor del sacramento. Pero después de mi encuentro personal con Cristo, mis confesiones fueron diferentes. En lugar de enumerar una serie de pecados, empecé a fijarme en aquellas faltas que ofendían a Jesús, a mi esposa y a los demás. Descubrí que el arrepentimiento no supone solamente decir “perdóname Señor”, sino en realidad experimentar una verdadera contrición, el dolor de haber ofendido al Señor y al prójimo. Desde entonces, al salir del confesionario, me siento alegre, optimista y libre de culpas; como recién nacido de nuevo. Por eso puedo decir que ahora la confesión me ayuda mucho a crecer espiritualmente y a mejorar mi relación con el Señor y mis semejantes.
La Confirmación. Recuerdo muy bien el día de mi Confirmación, a los 10 años de edad, aunque debo confesar que lo que más me preocupaba en esa ocasión era lo que mis compañeros llamaban “la cachetada” del Obispo, es decir, lo que en realidad es la imposición de manos. Años más tarde vine a entender el valor de este sacramento y a reconocer la presencia del Espíritu Santo en mi vida.
Afortunadamente, Mons. Francisco González, S.F., Obispo Auxiliar de Washington, accedió gentilmente a escribir para La Palabra Entre Nosotros un artículo sobre el Sacramento de la Confirmación, lo cual le agradecemos mucho porque es el Obispo justamente el que imparte este Sacramento. Y como muy elocuentemente lo expone Mons. González, en la Confirmación el joven católico recibe: “todas esas gracias, bendiciones y ayudas para poder responder al llamado a la perfección, a la santidad, a vivir al estilo e imitación de Cristo.” ¿Qué más se puede pedir?
Nuevo formato. Como se aprecia claramente, a partir de ahora las meditaciones diarias tienen un nuevo formato que permite identificar más claramente las lecturas de la Misa. Como verán, después de la fecha, vienen las tres o cuatro lecturas de la Misa del día y la que se destaca con sombreado y letra negrita es la que sirve de base a la meditación. Pero la idea es, naturalmente, que leamos las tres lecturas; de esa manera podremos mantenernos en comunión con la Iglesia orante en la parroquia y en todo el mundo. Hay quienes solamente leen la meditación del día, sin el pasaje de la Sagrada Escritura, pero esta práctica deja el mensaje fuera de contexto y priva al lector del fruto eficaz y siempre provechoso de la Palabra de Dios.
Espero, queridos lectores, que encuentren útiles e inspiradores el contenido de esta edición y, sobre todo, que les ilumine más su entendimiento y les ayude a profundizar en la práctica diaria de su fe. ¡Que Dios los bendiga con abundantes gracias!
Luis Quesada, Editor | Escriba una correo al Editor
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