Carta del Editor
Edición Agosto/Septiembre
Queridos hermanos en Cristo: Con mucha alegría y satisfacción presentamos esta edición de La Palabra Entre Nosotros dedicada a la Santísima Virgen María, con la confianza de que será muy bien acogida, especialmente entre nuestros lectores y suscriptores que siempre han tenido y practicado su devoción a la Madre de Dios.
En efecto, para el católico latinoamericano, la devoción mariana es parte fundamental de la fe en Dios, porque vemos en ella a una madre bondadosa, un ser tal vez más humano y más cercano a nuestra propia condición, que suponemos puede comprendernos y apiadarse de nuestros dolores y pesares como lo hace una madre con sus pequeños.
Cabe recordar que en 1747, el Papa Benedicto XIV declaró a la Virgen de Guadalupe Patrona de la Nueva España; en 1910, el Papa Pío X la declaró Celestial Patrona de América Latina, y en 1945, el Papa Pío XII la declaró Emperatriz de las Américas. Finalmente, el Papa Juan Pablo II, en su penúltima visita a México, decretó que el día 12 de diciembre de cada año se celebrara en toda América a Santa María de Guadalupe con rango litúrgico de fiesta.
Año Sacerdotal. Al preparar esta edición de la revista, nos enteramos de que el Papa Benedicto XVI acaba de convocar un Año Jubilar Sacerdotal con motivo de haberse cumplido un siglo y medio de la muerte del santo Cura de Ars, San Juan Vianney, a quien proclamará patrono de todos los sacerdotes del mundo.
El año, cuyo tema es “Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”, fue inaugurado por el Papa el 19 de junio, en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y la clausura será justo un año más tarde, el 19 de julio de 2010, con un “Encuentro Mundial Sacerdotal” en la Plaza de San Pedro.
Por esto, invitamos a nuestros lectores a incluir de manera especial, en sus oraciones, al sacerdote de su parroquia pidiéndole al Señor que refuerce su vocación, su fe y su santidad especialmente en este año jubilar. Sabemos que los sacerdotes son hijos predilectos de la Virgen María, por eso también los entregamos a su cuidado maternal.
Dado que la Virgen María, nuestra Madre, ocupa un papel tan especialísimo en el Plan de Dios para la salvación de la humanidad y que ella ha venido personalmente a llevarnos de regreso a la fe en Cristo Jesús, a la fidelidad a la Iglesia y al amor genuino a Dios y al prójimo, encomendémonos, una vez más, a su tierna protección orando junto con Juan Pablo II:
“Madre de misericordia, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores. Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos, ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra. Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.”
Luis Quesada, Editor | Escriba una correo al Editor
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