Carta del Editor
Edición Abril/Mayo
Queridos hermanos en Cristo: Estando aún en tiempo cuaresmal, vislumbramos en el horizonte los primeros resplandores de la buena noticia de la salvación: La muerte y la Resurrección de Cristo Jesús, nuestro Señor, que celebraremos en pocas semanas.
El Evangelio de Cristo brilla en medio de las noticias negativas que recibimos diariamente como fuente de paz, alegría, fe y esperanza para aquellos que, como nosotros, creemos firmemente en las enseñanzas del Señor y de los Apóstoles, que nos llegan a través de la Iglesia, Cuerpo de Cristo.
La esperanza cristiana. En el Año de San Pablo, instaurado por el Santo Padre Benedicto XVI (junio de 2008 a junio de 2009) para conmemorar los 2000 años del nacimiento del Apóstol de las Naciones, la Iglesia nos insta a conocer al más grande evangelizador del cristianismo primitivo. San Pablo es también llamado el “Apóstol de la esperanza”, como se puede comprobar leyendo sus epístolas, especialmente la dirigida a los romanos. Precisamente esta edición de la revista está dedicada a la esperanza cristiana.
Siguiendo la misma línea de enseñanza, los Padres Sinodales reunidos en Roma en octubre pasado emitieron un mensaje al Pueblo de Dios sobre la Palabra de Dios, del que citamos algunas líneas:
“Las Sagradas Escrituras son el ‘testimonio’ en forma escrita de la Palabra divina, son el memorial canónico, histórico y literario que atestigua el evento de la Revelación creadora y salvadora. Por tanto, la Palabra de Dios precede y excede la Biblia, si bien está ‘inspirada por Dios’ y contiene la Palabra divina y eficaz (2 Timoteo 3,16). Por este motivo, nuestra fe no tiene en el centro sólo un libro, sino una historia de salvación y, como veremos, una persona, Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne, hombre, historia. Precisamente porque el horizonte de la Palabra divina abraza y se extiende más allá de la Escritura, es necesaria la constante presencia del Espíritu Santo, que ‘guía hasta la verdad completa’ (Juan 16,13) a quien lee la Biblia.”
La temporada de Pascua. No para todos es claro el período posterior a la Cuaresma, vale decir, la temporada de Pascua, que comienza el Domingo de Resurrección. Los ocho días siguientes se conocen como “la octava” y se celebran como solemnidades del Señor; el agua bendecida en la Vigilia pascual se usa para los bautismos que se realizan durante toda la temporada pascual. A los 40 días se celebra la Ascensión del Señor y los nueve días posteriores, desde la Ascensión hasta Pentecostés (la novena original), son de intensa preparación para la venida del Espíritu Santo. Aquí en La Palabra Entre Nosotros queremos exhortar a nuestros queridos lectores a sacar el mejor provecho posible de esta bendecida época y prepararse bien para renovar en su corazón la presencia del Espíritu Santo en Pentecostés.
Deseamos a todos nuestros queridos suscriptores y lectores una fructífera y bendecida Semana Santa y una muy alegre Pascua de Resurrección. En el amor de Cristo Jesús,
Luis Quesada, Editor | Escriba una correo al Editor
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