¿Qué es la Indulgencia plenaria?
Cuando alguien comete pecados, se arrepiente y se confiesa, Dios perdona sus pecados, pero le queda una responsabilidad pendiente por las consecuencias nefastas que el mal cometido haya tenido para la misma persona o para otras, o incluso para la sociedad en general.
Todo pecado acarrea una doble consecuencia: la pena eterna y la pena temporal. La pena eterna consiste en la ruptura de nuestra comunión con Dios y aleja la posibilidad de llegar a la salvación. Esta pena eterna se elimina cuando el pecador se arrepiente y recibe el Sacramento de la Confesión.
Pero aún queda la responsabilidad por las consecuencias causadas por el mal cometido, para el propio pecador o para otras personas. Esta consecuencia se denomina “pena temporal”. Es una deuda que persiste y que hay que pagar ya sea en esta vida o en la próxima, vale decir, en el Purgatorio. Esta pena puede reducirse mediante la realización de buenas obras, la oración, la aceptación cristiana del sufrimiento y la recepción de la indulgencia, que puede ser parcial o plenaria (o sea, completa).
La Indulgencia plenaria le ofrece al pecador arrepentido y confesado el beneficio de eliminar totalmente la deuda que haya tenido durante su vida en este mundo hasta ese momento. La indulgencia parcial elimina la pena temporal en forma parcial.
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