La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Cuaresma 2012 Edición

Piensen en cosas como éstas

Un examen de conciencia para la Cuaresma

Piensen en cosas como éstas: Un examen de conciencia para la Cuaresma

Todos tenemos nuestros proyectos de vida o formas de actuar que determinan cómo usamos el tiempo, tomamos decisiones e interactuamos con quienes nos rodean.

Uno puede darse cuenta de esto cuando piensa en cómo ha criado a sus hijos, cómo gasta el dinero y cómo trata a los demás. Nuestro concepto de vida se va formando a través del tiempo como fruto de las experiencias personales que hemos tenido, y muchas veces con la infl uencia, para mejor o peor, del mundo en que vivimos. Posiblemente nunca nos hayamos detenido a pensar en cuál es nuestro proyecto de vida; simplemente lo vamos desarrollando en el curso de la vida.

En la Carta de San Pablo a los Filipenses, el apóstol presenta una inspirada fi losofía de vida, según la cual insta a sus discípulos a llenarse la mente y el corazón nada más que de aquellas cosas que son santas, correctas y puras, es decir cosas que nos ayudan a formar bien nuestra fe. San Pablo nos urge a saber discernir lo bueno y lo malo, guardando celosamente aquello que es de Dios y desprendiéndonos de todo lo que sea contrario. En otras palabras, Pablo nos invita a recibir las lecciones espirituales que Jesús enseñó y ponerlas en práctica, a fi n de que lleguemos a edifi car nuestro proyecto de vida sobre la base del Señor.

En esta Cuaresma, mientras tú, hermano, te preparas para el Sacramento de la Reconciliación, Dios te invita a refl exionar sobre tu proyecto de vida haciéndote ciertas preguntas: ¿Existen aspectos de tu vida en los que no has seguido el ejemplo de Jesús? Piensa tal vez en la manera cómo tratas a tus familiares o compañeros de trabajo, o en el tiempo que dedicas a la oración personal. ¿Hay ocasiones en que tomas tus decisiones siguiendo el razonamiento del mundo más que acatando la llamada a la santidad? Usando este pasaje de la Carta a los Filipenses, capítulo 4, pídele al Espíritu Santo que te ayude a orien­tar bien tu examen de conciencia. Pídele que te muestre cómo puedes llegar a imitar mejor la conducta y las actitudes del Señor. Mientras sacas estas cosas a la luz de Cristo, seguramente experi­mentarás la paz de Dios de una manera cada vez más perfecta y duradera.

“Todo lo que es verdadero…”

¿Hay ocasiones en que he sido deshonesto con mis seres queridos?

¿Hay aspectos en los que no soy honesto conmigo mismo ni con el Señor?

¿Trato de ocultarle algo al Señor y no me decido a corregir algo desordenado en mi vida?

“Todo lo que es digno de respeto…”

¿Uso mis dones y talentos para darle mayor gloria a Dios?

¿Se reflejan los valores del Evangelio en los planes que tengo para mi vida o están orientados a ambiciones egoístas y mundanas? Cuando hablo de otras personas, ¿lo hago con respeto y honestidad?

“Todo lo que es recto…”

¿Hago todo lo posible por ayudar a los pobres y los menos privilegiados?

¿Trato a los demás de manera justa?

¿He participado en actividades o negocios dudosos o ilegales?

¿Me fijo más en los defectos de los demás que en los míos propios?

“Todo lo que es puro…”

¿He protegido mi mente y mis ojos de ideas e imágenes de lujuria?

¿He realizado actos impuros ya sea solo o con otras personas?

¿Trato a mi esposa o marido con honor y respeto?

“Todo lo que es agradable…”

¿Hay ocasiones en que mis palabras o acciones manchan e invalidan mi testimonio del Evangelio?

¿Soy recatado y cuidadoso en mi presentación personal?

¿Me preocupa demasiado lo que los demás piensan de mi apariencia?

¿Guardo resentimientos contra alguien? ¿Hay alguien a quien tenga que perdonar?

“Sigan practicando lo que les enseñé y las instrucciones que les di, lo que me oyeron decir y lo que me vieron hacer: háganlo así y el Dios de paz estará con ustedes”

(Filipenses 4,8-9).

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