La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Cuaresma 2016 Edición

Papa Francisco: Peregrino en nuestra nación

El Santo Padre anuncia el valor fundamental de la familia

Por: Mons. Mario E. Dorsonville

Papa Francisco: Peregrino en nuestra nación: El Santo Padre anuncia el valor fundamental de la familia by Mons. Mario E. Dorsonville

Una de las razones más importantes de la visita de Su Santidad el Papa Francisco a los Estados Unidos de América fue la de presidir una reflexión profunda y cristiana del papel de la familia en el mundo de hoy y por consiguiente en nuestra Iglesia.

El encuentro se llevó a cabo pocos días antes de que en Roma se iniciase el Sínodo de la Familia, que ya desde el año 2014 tuvo un comienzo en un ambiente de reflexión teológica y pastoral acerca de los grandes retos que enfrenta la sociedad y las respuestas que este mundo necesita para continuar un apoyo incondicional a la institución más importante de la humanidad: la familia.

No es la primera vez que un sínodo y el magisterio de la Iglesia se centran en este punto de enseñanza y de reflexión acerca de la familia. En el año 1980, San Juan Pablo II convocó su primer sínodo y lo dedicó al tema de la familia; y como fruto de esas semanas de reflexión escribió la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, en donde dejaba muy en claro que si había algo en nuestro tiempo de lo que la sociedad contemporánea tendría que preocuparse, sería la necesidad de amparar y educar en el amor de las nuevas generaciones a la institución de la familia. La vocación en las mentes de nuestros jóvenes por formar una familia, fue una repetida invitación en las palabras del Papa Francisco en el Encuentro Mundial de Familias celebrado en Filadelfia. Este será el único camino para un futuro cierto de la misma humanidad, como la única ventana que la Iglesia posee para el futuro de la evangelización.

Así pues, después de 35 años de un sínodo de la familia, es importante retomar algunos puntos y hacer una valoración de la situación de la familia, tratando de identificar algunos de los aspectos positivos y negativos que la sociedad puede arrojar respecto al vínculo del matrimonio y de la presencia de la familia en este nuevo milenio.

Educación religiosa. Observamos que después de todos estos años se confronta que, aunque se ha dado una constante educación religiosa acerca de la familia, la creciente corriente del secularismo y el consumismo han impedido que ésta tenga un verdadero impacto en la consciencia y la formación de las nuevas generaciones de nuestros jóvenes. Esto se puede apreciar en la ausencia de la vocación al matrimonio que muchos de ellos pueden tener en sus propias metas inmediatas y de largo plazo en sus vidas. Los jóvenes le temen a un compromiso que supone la entrega total para toda la vida y el deseo de vivir una existencia sin condiciones; esto impide que estas generaciones del comienzo del Nuevo Milenio piensen en formar una familia. El objetivo está centrado en una relación muchas veces pasajera y, consecuentemente, la misma deja a muchos con ausencias y frustraciones que dan como resultado la existencia en la soledad.

Sin embargo, en la mente y reflexión de muchos es evidente que el tema de la familia no es un tema en discusión, puesto que nadie afirma que éste no sea un principio sano y bueno, querido no tan solo por los hombres sino también por Dios. Sin embargo, el hecho de que se valore, no quiere decir necesariamente que se involucre como uno de los caminos importantes para desarrollar y realizar la existencia y la vocación humana y cristiana. Es necesario reafirmar a la familia como el principio fundamental de la comunidad y, por consiguiente, semillero de amor y realización personal; es en el seno de una familia donde los seres humanos aprenden a amar y, por consiguiente, a conocer la presencia de Dios. La ausencia de la misma lleva a tomar opciones de apoyo en grupos que muchas veces son terriblemente perjudiciales para la misma sociedad, como podría ser el tema de las pandillas juveniles y los grupos alzados en armas.

La importancia de la familia. El papel de la familia cristiana es fundamental en el mundo de hoy, no sólo porque forma una comunidad de amor, sino porque también sirve a la vida, puesto que por el amor y en el amor asegura la continuidad de la raza humana, acrecentando a la sociedad y construyendo un mundo más humano, basado en los valores del Evangelio. La Iglesia tiene la gran responsabilidad de proteger, acompañar y fomentar en los bautizados el amor al vínculo matrimonial y a lo que de éste se deriva, que es la conformación de nuevas familias que aseguren la continuidad de la obra salvadora de Jesús.

Estos temas los hemos escuchado con un tono de urgencia y exhortación por parte del Santo Padre el Papa Francisco, a la misma vez que las reflexiones del Sínodo de la Familia, celebrado en octubre pasado, retoman esa misma exhortación. La iniciativa de “Caminar con Francisco” (en la Arquidiócesis de Washington) durante la visita del Santo Padre no tan solo nos llevó a ser inspirados por sus palabras y sencillez de espíritu, sino que también, nos ha llevado a optar por una adhesión espiritual a quien predica la palabra de Cristo y con ella un mensaje de amor, esperanza y de fe para la audiencia universal.

Amar al Papa y a la Iglesia es vivir alegremente la experiencia del Evangelio, con el vínculo inconfundible del amor, y salir a dar un testimonio radiante del amor de Dios presente en el vínculo sagrado de la familia. Que nuestra alegría, gozo y esperanza de un pueblo inmigrante que camina, al ejemplo de Jesús, María y José, esté reflejado en la vivencia de un compromiso de construir y apoyar la familia en donde Dios habita y el mundo se trasforma en la experiencia de un Dios vivo que, amándonos, nos ayuda a ser más santos y mejores en los años que Dios, por su generosa misericordia, nos permita estar en este mundo, para que con nuestras obras demos un sólido testimonio de su amor redentor en nuestras propias vidas.

Es importante recordar que la abundancia del don de la vida se vive en la familia, puesto que es en su seno donde se crece en la fe, se vive con esperanza y se vive el amor, dones de la presencia de Dios en la existencia de los seres humanos que la conforman. Los hombres y mujeres estamos llamados a una vocación al amor. Dios respeta la libertad de cada uno de nosotros, pero si nos abrimos a su amistad y presencia, el Todopoderoso se encargará de conducirnos de la mano y acompañarnos en el transcurso de nuestro diario acontecer.

Las palabras del Santo Padre el Papa Francisco, con ocasión de su visita a los Estados Unidos de América, deben continuar resonando en nuestras mentes y corazones: la Iglesia debe ser misionera y debe esforzarse por salir a las calles a evangelizar, y la familia es la puerta de esa evangelización, puesto que un auténtico y persistente testimonio de vida cristiana podrá penetrar el Evangelio en la existencia de quienes aún se encuentran en las periferias de la fe y de la sociedad.

Mons. Mario E. Dorsonville es Obispo Auxiliar de Washington.

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