Oremos con María y el ángel
Un modo de profundizar tu fe durante el Adviento es dejar tiempo para leer y considerar las historias de la Navidad en la Biblia (Mateo 1, 18 a 2, 23; Lucas 1, 5 a 2, 52), procurando ver que en estas historias Dios te dice que quiere estar contigo. Deja que ellas te muestren lo mucho que él ha sacrificado para rescatarte del pecado y llevarte al cielo.
Puedes comenzar leyendo sólo unos versículos de una de las historias, y al leer imagínate cómo sería la escena, por ejemplo, estar allí junto a María y el ángel Gabriel en la Anunciación.
Piensa que tú estás allí en el cuarto. Escucha con atención las palabras de Gabriel y la respuesta de María. Lee el pasaje una vez más, lentamente, versículo por versículo. Piensa que ves al ángel, fuerte pero gentil, lleno de entusiasmo, pero apacible. Observa cómo espera que María diga que sí. Ahora, imagínate a María, confiada, pero turbada, tratando de entender lo que pasaba. No tuvo ella nada que la preparara para semejante propuesta. ¡Qué fácil habría sido buscar alguna excusa para ganar tiempo, o decir “mejor busca a otra persona!” ¡Y qué difícil le debe haber sido dedicar toda su vida a cumplir la petición del ángel! Reflexiona sobre estos pensamientos por un tiempo y luego ve qué nuevas ideas van brotando de tu mente. Confía en que el Espíritu Santo bendecirá tu esfuerzo.
Seguramente el aprecio que le tienes a María aumentará, y quizás tu propia fe también. Tal vez llegues a reconocer mejor el gran amor que inspira el plan de Dios, o incluso quizás digas: “Señor, quiero hacer tu voluntad”, como María lo hizo.
Una simple precaución: Es posible que no siempre puedas concentrarte bien, y quizás pases todo el tiempo sin captar algún nuevo entendimiento o incluso sentirte un poco frustrado. No importa. A veces las distracciones son obstáculos en el camino; pero si perseveras día tras día, pronto verás buenos resultados. Recuerda que Dios quiere que lo encuentres, porque quiere comunicarse contigo. Solamente necesitas un poco de tiempo y práctica para acostumbrarte a escuchar su voz suave y amorosa.
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