Octubre 2015
Carta Del Editor
Queridos hermanos en Cristo:
El Padre Nuestro es probablemente la oración más conocida del cristianismo, una oración que rezamos todos los cristianos, católicos y no católicos. Recuerdo que cuando yo era niño y me preparaba para la Primera Comunión, las oraciones que tenía que aprender bien de memoria eran el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo.
Y conviene que así sea porque desde la niñez uno se queda para toda la vida con aquellas oraciones aprendidas en casa y en la catequesis. Es por esto que instamos a todos los padres y madres de familia que tienen hijos pequeños a que, si no lo hacen ya, reúnan a la familia cada noche, lean algún pasaje de la Escritura y recen con los hijos estas oraciones que por su gran valor espiritual han permanecido vigentes durante la historia de la Iglesia.
Dios, nuestro Padre.El Padre Nuestro es, naturalmente, una oración importantísima, no sólo porque la aprendimos del propio Señor Jesucristo, sino porque nos enseña a llamar “Padre” a Dios, aquel Ser todopoderoso, que todo lo sabe y está en todas partes. Él es el Creador de todo el universo, el sol, la luna y todas las galaxias, estrellas y planetas, y también de todos los seres vivientes que pueblan la faz de la tierra.
Pero lo más extraordinario es que él, siendo Dios perfecto y completo en sí mismo, también nos creó a los seres humanos, y nos creó por amor, para que fuéramos sus hijos. Esta verdad la recibimos del propio Jesucristo, nuestro Señor, el Hijo de Dios. Él fue quien nos enseñó a llamar Padre a Dios, porque él es nuestro hermano y su Padre es nuestro Padre misericordioso.
Por eso hemos dedicado esta edición de la revista a la oración del Padre Nuestro. Mucho se ha enseñado acerca de esta hermosa plegaria, pero aquí presentamos nada más que unas breves reflexiones que nos ayudarán a rezar la oración con un nuevo entendimiento.
Otros artículos. El 16 de octubre la Iglesia recuerda la vida de Santa Margarita María de Alacoque, la monjita francesa que nos enseñó a venerar y adorar el Sagrado Corazón de Jesús, devoción muy querida en América Latina y en todo el mundo. Sobre ella presentamos un testimonio de la manera cómo actúa el Señor a través de esta devoción.
Incluimos, además, el interesante testimonio de una joven guatemalteca que, tras experimentar su conversión a Cristo, se fue de misionera a Haití después del terrible terremoto que sufrió ese país en 2010.
Ojalá todos recemos el Padre Nuestro desde ahora con un nuevo entendimiento.
Luis Quezada, Director Editorial | Escriba una correo al Editor
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