Noviembre 2016
Carta del Editor
Por: Luis Quezada
Queridos hermanos en Cristo:
El 20 de noviembre concluye el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, iniciado el 8 de diciembre de 2015 en todo el mundo católico. Bien, pero ¿cuáles fueron los eventos más destacados de este Año Santo, en el que, según entendemos, se ha producido una nueva y más extraordinaria efusión de la Misericordia divina sobre todo el género humano?
Probablemente, los eventos más destacados fueron la apertura de las Puertas Santas de la Misericordia en todas las diócesis del mundo, por donde los fieles pudieron entrar para recibir la indulgencia plenaria después de asistir a Misa, confesarse sacramentalmente y rezar por las intenciones del Santo Padre.
Otros eventos importantes fueron el envío de los Misioneros de la Misericordia, y el Jubileo de los devotos de la espiritualidad de la misericordia, a quienes el Papa Francisco les dijo: “El Evangelio es el libro de la misericordia de Dios… el Evangelio de la misericordia continúa siendo un libro abierto, donde se siguen escribiendo los signos de los discípulos de Cristo, gestos concretos de amor, que son el mejor testimonio de la misericordia.”
Sin duda el Año Santo ha tenido un gran impacto en la vida familiar e individual de los católicos en todo el mundo: mayor oración, nuevas conversiones, más reconciliaciones matrimoniales, nuevas vocaciones, mayor devoción a Cristo Sacramentado, etc. Pero esto no debe ser sólo durante el Año Santo; debe ser una práctica normal en la cotidianidad de la fe cristiana, especialmente en el ámbito del matrimonio y la familia. Oremos más para que así sea.
Jornada Mundial de la Juventud. Un evento indiscutiblemente destacado fue la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en julio pasado en Cracovia, Polonia, con la presencia del Papa Francisco y de cientos de miles de participantes de todo el mundo, un fruto maravilloso de la Misericordia de Dios, que está llamando a los jóvenes católicos de hoy para que sean los futuros pilares y defensores del cristianismo en la sociedad occidental.
Claro, los que hoy son adolescentes o jóvenes adultos serán, en 20 o 30 años más los sacerdotes y obispos de nuestra Iglesia; serán también los legisladores, jueces, gerentes de empresas, ingenieros, médicos, abogados y laicos comprometidos de cada país. Y ¡qué mejor que sean ellos católicos enamorados de Cristo y bien catequizados, para que transformen el mundo en una sociedad realmente basada en la verdad y el amor de Cristo! Oremos asiduamente por los frutos de conversión y vocación que salgan de la JMJ.
Muchas bendiciones del Señor y la Virgen María y un fraternal saludo a todos nuestros queridos lectores,
Luis Quezada, Director Editorial | Escriba una correo al Editor
Comentarios