Nada es imposible para Dios
Carta del Editor
Queridos hermanos:
En nuestra vida cotidiana se nos presentan situaciones que pueden desanimarnos: Una difícil situación económica, la pérdida del trabajo, una crisis matrimonial, la muerte de un ser querido o un hijo que se aleja del Señor. Es normal que en situaciones como estas nos desesperemos y sintamos que el problema no tiene solución.
Hermano, hermana, si estás atravesando un momento difícil, angustiante y doloroso en tu vida ofréceselo al Señor en oración y recuerda las palabras del ángel Gabriel a María: “Para Dios no hay nada imposible” (Lucas 1, 35).
“No tengas miedo.” En este tiempo de Adviento en que repasamos nuevamente los relatos del nacimiento de Jesús, resuena en nosotros el mensaje de Dios para José y María, pero también para Zacarías y los pastores: “No tengas miedo” (Lucas 1, 13. 30; 2, 8 y Mateo 1, 20). Sin importar las circunstancias que estés viviendo, tu Padre celestial desea que recuerdes que él está contigo y no debes tener miedo.
Para María y José, la vida dio un giro total e inesperado. El embarazo de María podía significar que su vida estaba en peligro, incluso que José decidiera no casarse con ella. Pero ella confió en el mensaje del ángel y se entregó plenamente a hacer la voluntad de Dios. Esta disposición abrió las puertas para que entrara la salvación en el mundo. Y José también abrió su corazón al plan de Dios, confiando en que el Señor tenía su vida y la de su familia en sus manos.
Ciertamente, ellos enfrentaron temores muy reales, pero confiaron en las promesas de Dios, le entregaron su corazón a él y no permitieron que sus temores fueran un obstáculo para hacer la voluntad del Padre. ¡Y por la gracia de Dios nosotros podemos hacer lo mismo!
Por eso es que el Adviento es un tiempo de esperanza para nosotros los cristianos. No importa qué tipo de dificultades estemos enfrentando, el Señor nos dice: “No tengas miedo.” Dios quiere que recuerdes que para él no hay nada imposible. El Padre conoce tus temores pero él está a tu lado, así como estuvo al lado de José y María, él te sostiene con el poder de su brazo y llevará a cabo su obra maravillosa en tu vida.
Deseo que este sea un tiempo lleno de alegría y muchas bendiciones para ti. Que al llegar el día de Navidad puedas decir como dijo María:
“Mi alma alaba la grandeza del Señor; mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador… porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. ¡Santo es su nombre!” (Lucas 1, 46-47. 49)
¡Feliz Navidad!
María Vargas
Directora Editorial
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