La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Mayo de 2018 Edición

Mayo de 2018

Carta del editor

Por: Luis E. Quezada

Mayo de 2018: Carta del editor by Luis E. Quezada

En esta época en que tantos desestiman la validez y la bendición del matrimonio sacramental, en que muchos jóvenes optan por unirse sin un compromiso valedero ni permanente y en muchos casos en forma condicional o “de ensayo”, surge valiente y explícita la voz de la Iglesia, que es la voz de Jesucristo, para declarar: “El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia; en efecto, dentro de la familia la persona humana no sólo es engendrada y progresivamente introducida, mediante la educación, en la comunidad humana, sino que mediante la regeneración por el bautismo y la educación en la fe, es introducida también en la familia de Dios, que es la Iglesia.” (Exhortación Apostólica Familiaris Consortio 15).

Es, ciertamente lamentable, el número de matrimonios fracasados, separaciones, divorcios, casos de adulterio y madres abandonadas que plaga la sociedad contemporánea, incluso entre personas provenientes de familias católicas. Todo esto es evidencia de una grave falta de formación espiritual, falta de madurez en los jóvenes y falta de buen ejemplo cristiano en la familia y la comunidad.

Por eso, hemos querido dedicar esta edición de la revista al matrimonio y la familia, orando para que de alguna manera contribuya a aminorar tales casos en nuestra sociedad.

Otros artículos. El domingo 27 de mayo celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, el misterio central de la doctrina cristiana que nos reveló Jesucristo, nuestro Señor y que consiste en que Dios es uno solo y en él hay tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esto es lo más importante, como lo expresa Mons. Peter Magee en su artículo, en el cual afirma que la gente busca y encuentra muchas cosas en el mundo o en otras religiones, pero “lo que no se puede encontrar aparte de [la Iglesia Católica] es la plenitud de la verdad y de la gracia revelada y concedida a ella por Jesucristo, nuestro Señor.

Esa plenitud de la verdad la encontraron, naturalmente, aquellos fieles heroicos reconocidos como santos y uno de ellos fue San Andrés Bessette, el “taumaturgo” de Montreal, que en su sencillez y fe inquebrantable fue instrumento de bendición y curación para muchísimas personas en Canadá.

Oremos, queridos lectores, por un nuevo amanecer en la fe católica, un nuevo despertar a la verdad de Jesucristo y una nueva fidelidad a la Iglesia, a fin de que reafirmemos nuestras convicciones cristianas y las sepamos inculcar a nuestros hijos, para que las corrientes anticristianas no sean nunca capaces de arrebatarnos de la mano de nuestro Señor y Buen Pastor (Juan 10, 28-29).

Su hermano en Cristo,
Luis E. Quezada
Director Editorial
editor@la-palabra.com

Comentarios