Los Sacramentos de Iniciación
Por: Luis E. Quezada
Mi esposa Maruja y yo somos catequistas en nuestra parroquia, y estamos encargados de la catequesis para el Rito de Iniciación Cristiana para Adultos (RICA).
En este ministerio, que hemos cumplido ya desde hace años, hemos visto con tristeza que hay un gran número de hispanos que, aunque provienen de familias católicas, no han completado sus sacramentos de iniciación. ¿Cuáles son estos sacramentos? Los del Bautismo, la Comunión y la Confirmación.
Lamentablemente, hay muchos padres y madres de familia que por diversas circunstancias, algunas más válidas que otras, no se preocupan de llevar a sus hijos a la iglesia para que completen su iniciación cristiana. ¿Qué importancia tiene esto? Lo veremos en las líneas siguientes.
El Sacramento del Bautismo. Es cierto que la gran mayoría de los padres católicos hacen bautizar a sus hijos cuando éstos son pequeñitos y esto está muy bien, porque de esa manera el niño nace a la vida espiritual, se le borra el pecado original y pasa a formar parte del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
Pero, ¿por qué es tan importante el Sacramento del Bautismo? Porque, aparte de lo ya señalado, es el sacramento que da la entrada a los demás sacramentos; vale decir, una persona no bautizada no es cristiana, no ha sido regenerada en su espíritu, y por lo tanto no puede recibir la Comunión, la Confirmación, el Matrimonio ni ningún otro sacramento.
Pero tal vez la razón más importante de todas es que en el Bautismo la persona queda “sellada” en su alma con la marca imborrable del “carácter” de Cristo, o dicho de otra forma, queda marcada como perteneciente a Cristo, y así el Espíritu Santo viene a habitar en su alma con todos sus dones, talentos y capacidades que le van a permitir llevar en la práctica una vida cristiana agradable a Dios, para que un día llegue a disfrutar de la bendición de la gloria del cielo.
¿Por qué no se puede recibir ningún otro sacramento si uno no está bautizado? Porque en el Bautismo se nace de nuevo del agua y del Espíritu, como se lo dijo Jesús a Nicodemo (Juan 3, 5) y naturalmente una persona que no ha nacido aún no puede recibir nada más.
La Santa Comunión. Este sacramento, también llamado de la Sagrada Eucaristía, es el alimento por excelencia del cristiano, porque en él se recibe la presencia real de Jesucristo en su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad. El Cuerpo y la Sangre de Cristo son alimento verdadero y bebida verdadera que guardan nuestra alma para la vida eterna, como lo dijo el Señor: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día último” (Juan 6, 54).
Esta es la gloriosa bendición de la fe cristiana: ¡Que un día, si nos mantenemos fieles en el camino de Cristo, llegaremos a la vida gloriosa y bienaventurada de los santos en el cielo, donde todo es alegría, felicidad y satisfacción, y donde no hay dolor, ni lágrimas ni ninguna sombra de pecado!
Pero tal como es esencial la nutrición en la vida física aquí en el mundo, la persona que no come el Cuerpo ni bebe la Sangre de Cristo se encuentra raquítica y desnutrida espiritualmente y no tiene fuerzas para rechazar los embates del maligno, que está constantemente poniendo tropiezos en el caminar de hombres y mujeres.
Es una pena que muchos que sí recibieron la primera Comunión cuando eran niños, años más tarde se enfriaron y nunca han vuelto a la iglesia a alimentarse espiritualmente. ¿Qué sucede con estas personas? Llevan una vida edificada sobre la arena y no sobre la roca (v. Mateo 7, 24-27) y tarde o temprano, cuando surja alguna dificultad grande, las arrastrará la corriente del mundo y perderán la poca fe que tienen.
El Sacramento de la Confirmación. En esta edición de la revista se incluyen tres artículos que exponen en detalle el Sacramento de la Confirmación y de las bendiciones que éste comunica al creyente, por lo que no hace falta repetirlo aquí.
Pero sí quiero añadir que, en nuestra experiencia, varias de las personas que llegan a la parroquia pidiendo la Confirmación, lo hacen porque han decidido casarse, es decir, lo consideran como un “requisito” que han de cumplir y no necesariamente para confirmar su identidad como cristianos católicos y testigos de Cristo, ni para poner en acción los dones espirituales recibidos en el Bautismo. ¡Qué lástima! No han llegado a comprender la fe católica, pero el Señor está siempre esperándolos.
También vale la pena decir que las parejas que no están casadas por la iglesia necesitan hacerlo, de lo contrario no pueden recibir la Sagrada Eucaristía, ya que están llevando una vida irregular.
Las parejas de católicos bautizados que conviven sin estar casados por la Iglesia no pueden recibir el Sacramento de la Confirmación antes del matrimonio sacramental, porque se encuentran en estado de pecado, como tampoco pueden recibir la Sagrada Eucaristía. En estos casos, lo que tienen que hacer es casarse antes por la iglesia y luego recibir la Confirmación, a menos que decidan abstenerse de la relación sexual hasta que se casen.
El proceso del RICA. Antiguamente, cuando la gran mayoría de las familias católicas eran por lo general practicantes de su fe, los padres se preocupaban de transmitir la fe a sus hijos y lo hacían tanto de palabra como de obra con su propio ejemplo, las familias enteras iban a Misa, hacían oración en conjunto y practicaban los valores morales enseñados por nuestro Señor.
Pero a medida que la sociedad se ha secularizado cada vez más y han ganado terreno las doctrinas ateas y anticristianas, sumado esto al hecho de que por lo general ambos padres trabajan para sustentar a sus familias, el resultado es que los hijos se ven privados de una buena formación cristiana y se quedan con lo mínimo: la recepción de uno o más sacramentos y nada más.
Es importante mencionar, asimismo, que algunos católicos aún creen en las supersticiones, por lo que es necesario aclararles que todo eso, así como otras ideas derivadas del ocultismo y bastante difundidas, son contrarias a los mandamientos de Dios.
Una de las razones que las personas aducen para no haberse casado por la Iglesia es la “falta de dinero para la fiesta” o la imposibilidad de que sus familiares vengan de sus países. Aun cuando es razonable querer celebrar la ocasión del matrimonio sacramental con una fiesta, es preciso considerar que resolver su situación sacramental es aún más importante.
Por tales razones, me parece urgente instar a nuestros lectores a que indaguen entre sus familiares y amigos para ver si han recibido todos sus sacramentos de iniciación y, en caso negativo, sugerirles (pero sin criticarlos ni imponerles nunca nada) que consulten en sus parroquias acerca del proceso del RICA.
Según la experiencia que nosotros hemos tenido, todos los catecúmenos (los no bautizados) y los candidatos (los que no han recibido la Comunión ni la Confirmación) experimentan un hermoso cambio de vida, que se nota claramente en la nueva alegría que demuestran y los comentarios positivos que hacen, así como en las actitudes que tienen frente a Dios, a los sacramentos y a la Iglesia. ¡Es un proceso de conversión que hace a la persona grata a su Creador y apta para recibir las muchas bendiciones que el Señor quiere prodigarles!
Luis E. Quezada es director editorial de La Palabra Entre Nosotros y vive en Rockville, MD con su esposa Maruja.
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