Lo sublime, lo interior y lo exterior
Un modelo espiritual para la Cuaresma
¿A qué vas a renunciar en Cuaresma este año?
Es común que esta pregunta se nos haga el Miércoles de Ceniza al comenzar la Cuaresma. “¿A qué puedo renunciar o de qué puedo privarme este año? ¿Es eso suficiente o demasiado?” Es bueno hacerse estas preguntas, pero por lo general casi siempre nos olvidamos de pensar en las razones por las cuales vamos a privarnos de estas cosas.
En esta edición especial de La Palabra Entre Nosotros reflexionaremos sobre las prácticas tradicionales de oración, ayuno y limosna que se hacen en Cuaresma, para lo cual en este artículo sentaremos ciertas bases espirituales para dichas prácticas. El siguiente estará dedicado al tema de la oración, principalmente la oración de intercesión. El tercer artículo estará dedicado al ayuno, para exponer principalmente de qué modo puede el ayuno ayudarnos a despojarnos del hombre “viejo” y revestirnos del hombre “nuevo” en Cristo. En el último artículo, meditaremos sobre la limosna, enfocándonos en actitudes tales como la generosidad y la compasión más que en los detalles de qué o cómo dar a los necesitados.
Tres claves para el crecimiento. Para establecer el ambiente para estos tres temas, retrocederemos un poco para contemplar un conocimiento de sabiduría para el crecimiento espiritual. En palabras sencillas, la Iglesia siempre nos ha pedido prestar atención a tres áreas específicas de la vida cristiana: el mirar a lo sublime, lo interior y lo exterior.
Mirar a lo sublime se refiere a pensar en nuestra relación personal con Cristo e involucra el compromiso de hacer oración, leer la Sagrada Escritura, recibir la Sagrada Eucaristía, arrepentirnos de nuestros pecados y tratar de permanecer cerca del Señor en la vida cotidiana.
Mirar al interior se refiere a analizar la condición del corazón. La Palabra de Dios suele describir este aspecto como el lugar donde se produce el enfrentamiento entre, como dice San Pablo, el “hombre viejo” y el “hombre nuevo” (Efesios 4, 22-24). En la vida interior decimos que “sí” al hombre nuevo cuando adoptamos virtudes tales como el amor, la amabilidad, el cuidado de otros, el perdón y la compasión, y también es en la vida interior que decimos “no” a los hábitos de pecado como la ira, la irritabilidad, el odio, el resentimiento y el engaño.
Mirar al exterior se refiere a darnos cuenta de cómo nos relacionamos con el prójimo, por ejemplo, con nuestros seres queridos, familiares, amistades y conocidos, y también con los pobres, los que sufren y los necesitados. Aquí es donde se da la evangelización y la ayuda o servicio a los necesitados.
Es cierto que en realidad no podemos separar estos tres aspectos tan claramente como lo hemos descrito aquí; pero es útil definirlos bien, de forma que podamos tener la certeza de que estamos prestando atención a las diferentes maneras en que Dios actúa en sus hijos y en que nosotros podemos buscarlo. Conforme vamos estando más conscientes de cada uno de estos aspectos, nos iremos acercando más al Señor, pondremos más atención a nuestras acciones y estaremos más atentos a las necesidades de aquellos que son menos afortunados.
Preguntas para reflexionar. Por lo general, todos pensamos bastante en nuestras situaciones personales —la salud, la situación económica, el sobrepeso, etc.— porque queremos asegurarnos de que vamos por buen camino. Pero también hay que analizar nuestra condición espiritual. Veamos cada uno de estos aspectos: el que apunta hacia lo alto, hacia adentro y hacia fuera y examinar cómo lo estamos haciendo.
En cuanto a mirar a lo elevado, podríamos pensar lo siguiente: “¿Puedo fijar tiempo para rezar cada día o ir a misa más regularmente esta Cuaresma? ¿Qué puedo hacer para aquietar el corazón y tratar de percibir el amor de Dios?”
En cuanto a mirar al interior, podríamos preguntarnos: “¿Puedo hacer lo necesario para ganar la batalla sobre mis pensamientos hoy día o prefiero dejar que mi hombre viejo me haga pecar? ¿Trataré de perdonar a [nombrar una persona] hoy o prefiero dejarme llevar por el resentimiento?”
En cuanto a mirar al exterior, podríamos pensar: “¿Puedo ser un poco más amable con otras personas hoy? ¿Puedo ser más como Jesús y tratar a los demás con bondad, ofrecerles ayuda y animarlos de alguna manera?”
Hermano, ten estas preguntas en mente cuando leas los artículos que siguen. A medida que avances en la Cuaresma, pídele al Señor que te llene de su amor (mirar hacia lo alto); que confirme todo lo bueno que hay en ti y te dé la gracia de saber resistir y rechazar el pecado (mirar al interior). También, pídele que te conceda una mayor sensibilidad frente al sufrimiento y el dolor de los pobres, enfermos y postergados, para que así imites mejor a Jesús y respondas al clamor de los pobres (mirar al exterior).
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