¡Levanten la cabeza!
La Segunda Venida de Jesús nos llena de gozo
Cada mes de noviembre, conforme el año se acerca a su final, la Iglesia vuelve su atención a la Segunda Venida de Jesús. Comenzamos mirando al cielo a Todos los Santos y los Fieles Difuntos, y terminamos celebrando el Señorío de Jesús en la fiesta de Cristo Rey. Y en el medio, las lecturas de la Misa cubren las últimas semanas de Jesús en Jerusalén, donde narró numerosas parábolas sobre el juicio final.
Cuando pensamos en la Segunda Venida, generalmente nos enfocamos en las terribles señales que Jesús predijo: El caos y la anarquía que reinarán o las calamidades cósmicas como la desaparición del sol y la luna convirtiéndose en sangre. Quizá pensamos en el sufrimiento y la persecución de los creyentes que Jesús predijo, y nos preguntamos si tendremos la fortaleza para soportar semejante conmoción.
Pero a pesar de lo aterradoras que pueden resultar estas imágenes, son solo parte de la historia. Cuando habló de su regreso, Jesús siempre fue claro en que esta violencia no era más que el último resabio del pecado y del mal antes de su destrucción final. En cada ejemplo, Jesús balanceó sus palabras de advertencia con palabras de esperanza y promesa.
Ante la aparición de las señales del fin del mundo, nos dijo: “Anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán libertados” (Lucas 21, 28). Nos dijo que antes de que llegue el fin “sus ángeles… [reunirán] a sus escogidos de los cuatro puntos cardinales” para mantenerlos a salvo (Mateo 24, 31). Y prometió: “El que siga firme hasta el fin, se salvará” (Marcos 13, 13). Una y otra vez, nos dijo que no debemos temer el fin. Le pertenecemos a él, y mientras permanezcamos cerca suyo, saldremos vencedores de la turbulencia y seremos recibidos en el cielo.
Pero Jesús no se limitó a darnos palabras de consuelo. Nos dijo cómo podíamos sobrevivir a los últimos tiempos y ser admitidos en su reino. En este mes, repasaremos tres parábolas que hacen precisamente eso: La parábola de las diez muchachas (Mateo 25, 1-12), la parábola de los talentos (25, 13-30) y la parábola de las ovejas y las cabras (25, 31-45). Al repasar estas parábolas, encontraremos tres formas clave en que podemos prepararnos para el regreso de Jesús, estrategias que no solo nos mantendrán a salvo, sino que nos acercarán más al Señor mientras anhelamos su venida.
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