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Enero/Febrero 2024 Edición

La sangre, semilla de la unidad

Dos Iglesias que caminan juntas para superar las divisiones

Por: María Vargas

La sangre, semilla de la unidad: Dos Iglesias que caminan juntas para superar las divisiones by María Vargas

En el mes de enero, durante la semana del 18 al 25, la Iglesia celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. La noche antes de morir por nuestra salvación, nuestro Señor Jesucristo oró al Padre diciendo: “Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Juan 17, 22, NVI).

Y entre los objetivos principales del Concilio Vaticano II se encontraba precisamente, “promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos” (Unitatis Redintegratio, 1). Los Papas, desde San Juan XXIII hasta Francisco han trabajado arduamente para procurar esta unidad entre las distintas denominaciones cristianas.

En el marco de la búsqueda de esta unidad, el Papa Francisco tomó una decisión histórica durante el año 2023, para acercar aún más a la Iglesia católica y a la Iglesia copta. Ambas Iglesias se separaron desde hace más de mil quinientos años, pero tanto el Papa San Pablo VI como el Patriarca —o también Papa— Shenouda III procuraron superar esta división provocada por una diferencia teológica.

La Iglesia copta de Egipto. Según la tradición, San Marcos, el Evangelista, se dirigió a Egipto a predicar el evangelio. Y el cristianismo se difundió rápidamente por Alejandría, que en ese momento era la segunda ciudad más cosmopolita del Imperio romano, tan solo por detrás de la misma Roma.

Luego, en el año 325, durante el Concilio de Nicea, la Iglesia alejandrina recibió la primacía de honor por detrás de la romana. Sin embargo, durante el Concilio de Constantinopla, en el año 381, perdió este privilegio lo que provocó la indignación de los alejandrinos.

En el año 451 en el marco de la celebración del Concilio de Calcedonia, los Padres conciliares proclamaron la doctrina católica de las dos naturalezas de Cristo —la divina y la humana—, pero por el contrario, la Iglesia copta, junto con la siria y más tarde la armenia, se adhirió a la doctrina de una sola naturaleza de Cristo, provocando así una ruptura con la Iglesia católica.

En 1973, el Papa Pablo VI y el Patriarca Shenouda III firmaron una declaración conjunta poniendo fin a la disputa teológica originada en el Concilio de Calcedonia. Su reunión condujo a la creación de una comisión internacional entre las Iglesias católica y copta con la intención de procurar la unidad. Desde entonces, estas dos iglesias han mantenido un diálogo fructífero y han promovido la amistad entre católicos y coptos.

Secuestro y martirio. Entre los años 303 a 305, los cristianos de Egipto sufrieron de una implacable persecución y fueron martirizados por su fe. Las persecuciones continuaron a lo largo de los siglos VII a XIII y más allá. Sin embargo, la persecución más devastadora sucedió bajo el califa Al-Hakim quien intentó erradicar el cristianismo en Egipto.

El Señor Jesús nos dijo: “Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame” (Mateo 16, 24). Y los cristianos coptos de Egipto han sido un ejemplo de cómo abrazar este llamado, pues la persecución ha continuado hasta nuestros días.

En dos ataques separados realizados el 27 de diciembre de 2014 y en enero de 2015, veinte trabajadores de la construcción provenientes de varios pueblos egipcios y quienes eran cristianos coptos, fueron secuestrados por el grupo terrorista ISIS (Estado Islámico) en Libia. Junto con ellos fue secuestrado otro trabajador más, que según los reportes sería de Ghana aunque también surgió la versión de que podría ser originario de Chad, país que limita con Libia.

El 12 de febrero de 2015, el Estado Islámico publicó las fotos de estos veintiún trabajadores secuestrados y un video en el que se veía a estos hombres arrodillados en una playa siendo decapitados. En el video, los terroristas llamaron a los prisioneros “pueblo de la cruz, los seguidores de la Iglesia egipcia hostil”.

En el video de cinco minutos, también podía verse cómo estos mártires pronunciaron el nombre de Jesús antes de ser decapitados: Ya Rabbi Yasou (Oh mi Señor Jesús). Sin embargo, de uno de estos mártires no hay registro de que fuera cristiano copto, ni tampoco católico.

Matthew Ayariga, de quien tampoco se tienen registros de su fecha de nacimiento ni de su país de origen, era también un trabajador de construcción que tendría entre veinte y treinta años cuando fue secuestrado y luego asesinado. Según los informes, al ser preguntado por los terroristas si rechazaba a Jesucristo, respondió: “Su Dios es mi Dios”. Ayariga dio esta respuesta, consciente de que sus palabras provocarían su muerte. Sin embargo, la fe de los otros veinte causó que él declarara esta misma fe.

Ciertamente, no sabemos si Matthew Ayariga era bautizado, pero el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que quien muere por la fe es bautizado por su propia sangre: “Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento” (CIC, 1258).

Como los trabajadores de la viña que trabajaron solamente una hora al final del día y recibieron la misma paga que los que habían trabajado la jornada completa (Mateo 20, 1-16), Matthew recibió la recompensa y su nombre ha quedado inscrito junto con los de muchos otros que han entregado su vida por causa de Cristo.

El 21 de febrero de 2015, seis días después de la publicación del video, el Patriarca Teodoro II anunció que los veintiún coptos asesinados serían conmemorados como santos mártires de la Iglesia copta de Egipto y su fiesta sería el 15 de febrero.

El Martirologio Romano y sus nuevos mártires. El Martirologio es básicamente un catálogo de mártires y santos de la Iglesia, el cual se encuentra ordenado según el orden de las fiestas de estos; es decir, según el calendario. Originalmente, se incluían en el martirologio solamente los mártires, pero cuando la era del martirio parecía haber terminado en forma definitiva, empezaron a incluirse también los santos.

En mayo de 2023, se celebraron los cincuenta años del histórico encuentro entre el Papa San Pablo VI y el Papa Shenouda III.

En el marco de estas celebraciones, el Papa Francisco anunció, que con el consentimiento del actual Patriarca de la Iglesia copta, Teodoro II, los veintiún mártires coptos “serán incluidos en el Martirologio Romano como signo de la comunión espiritual que une a nuestras Iglesias.”

La sangre, semilla de la unidad. Dijo el Papa Francisco, al hacer su anuncio: “Estos mártires no solo fueron bautizados con agua y con el Espíritu, sino también con sangre, la sangre que es una semilla de unidad para todos los seguidores de Cristo.”

Así, la Iglesia católica acoge como suyos a estos mártires, pues su fe es un testimonio fiel y valiente para todos los cristianos. Ellos acompañan a ambas iglesias en esta “senda de la amistad”, como la describió el Santo Padre.

En este mes, en el que los cristianos oramos juntos para ser uno como el Padre y el Hijo son uno, pidamos al Espíritu Santo la gracia para encontrar en la fe de estos hombres que entregaron su vida para dar testimonio de Cristo, el ejemplo de cómo vivir una vida santa y agradable a Dios.

Y, mientras trabajamos nosotros mismos por la unidad del cuerpo de Cristo, unámonos al deseo del Papa Francisco, de “que las oraciones de los mártires coptos, unidas a las de Theotokos [la Virgen María], sigan haciendo crecer la amistad entre nuestras Iglesias, hasta el día bendito en que podamos celebrar juntos en el mismo altar y comulgar con el mismo Cuerpo y Sangre del Salvador, ‘para que el mundo crea’ (Juan 17, 21).”

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