La Resurrección de Cristo es nuestra fortaleza
Exhortaciones del Papa Francisco
En el Credo repetimos esta expresión: “Al tercer día resucitó según las Escrituras.” Es precisamente el evento que estamos celebrando: la Resurrección de Jesús, el centro del mensaje cristiano, que resonó desde el principio y que ha sido transmitido para que llegara hasta nosotros.
San Pablo escribe a los cristianos de Corinto: “Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce.” (1 Corintios 15, 3-5).
Esta breve confesión de fe anuncia precisamente el Misterio Pascual, con las primeras apariciones del Resucitado a Pedro y a los Doce: la muerte y la Resurrección de Jesús son justo el corazón de nuestra esperanza. Sin esta fe en la muerte y en la Resurrección de Jesús nuestra esperanza ya no será ni siquiera esperanza. Y precisamente la muerte y la Resurrección de Jesús son el corazón de nuestra esperanza. El Apóstol afirma: “Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados”. (1 Corintios 15, 17)
¡La Muerte y la Resurrección de Cristo son el corazón de nuestra fe! Es precisamente la Resurrección la que nos abre a la esperanza más grande, porque abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el pecado y la muerte pueden ser derrotados. Y ello lleva a vivir con mayor confianza las realidades cotidianas, a afrontarlas con valentía y con empeño. La Resurrección de Cristo ilumina con una luz nueva estas realidades cotidianas. ¡La Resurrección de Cristo es nuestra fuerza!
Esto debería suceder también en nuestra vida. Sintamos la alegría de ser cristianos. La alegría de saber que Jesús está vivo y la esperanza que llena el corazón no se pueden contener. ¡Nosotros creemos en Cristo Resucitado que venció el mal y la muerte! Tengamos la valentía de ‘salir’ para llevar esta alegría y esta luz a todos los lugares de nuestra vida. No es sólo para nosotros, es para transmitirla, para darla a los demás, compartirla con los demás. Es nuestro testimonio.
Dejémonos iluminar por la Resurrección de Cristo, dejémonos transformar por su fuerza, para que, también a través de nosotros, en el mundo, los signos de muerte dejen lugar a los signos de la vida. La Resurrección de Cristo es nuestra certeza más grande; ¡es el tesoro más precioso! ¡Cómo no compartir con los otros este tesoro, esta certeza tan bella!
He visto que hay tantos jóvenes en la plaza, chicos y chicas, aquí están. Les digo: lleven adelante esta certeza, el Señor está vivo y camina a nuestro lado en la vida. Esta es la misión de ustedes. Lleven adelante esta esperanza. Estén anclados a esta esperanza, esta ancla que está en el cielo. Sujétense fuerte a la cuerda, queden anclados y lleven adelante la esperanza. Ustedes, testimonios de Jesús, testimonien que Jesús está vivo y ello nos dará esperanza y dará esperanza a este mundo algo envejecido por las guerras, por el mal y por el pecado ¡Adelante jóvenes! ¡Tengamos el coraje de “salir” para llevar esta alegría y esta luz a todos los lugares de nuestra vida!
(Adaptado de Noticas del Vaticano, www.news.va, 3 de abril de 2013.)
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