La oración y el testimonio de esperanza
Carta del editor
Por: Luis E. Quezada
Los artículos de este mes fueron escritos por el Padre Jacques Philippe, maestro de retiros y director espiritual. Muchos se han beneficiado de los escritos del Padre Jacques sobre la vida espiritual, y con razón pues sus libros ofrecen reflexiones claras, pero profundas, sobre temas importantes: cómo orar mejor, cómo manejar el sufrimiento, cómo discernir la voluntad de Dios y otros.
Como apreciarán nuestros lectores, en estos artículos encontrarán reflexiones y consejos útiles que les ayudarán a progresar en su vida de oración. Cuando encontramos dificultades o adversidades en la vida, elevar la mente y el corazón a Dios es la mejor forma de mantener la paz y remontarse por encima del quehacer diario, de las mezquindades con las que nos topamos a diario y de las corrientes de la sociedad actual, que lamentablemente no suelen conducir a nada bueno.
Pero, “yo no sé orar”, dicen algunos. Orar no es una ciencia; es un arte, una vocación, y como todo arte se perfecciona con la práctica. Para amar no se necesita un título profesional, ni pasar por un curso de práctica; rezar tampoco requiere técnicas complicadas ni conocimientos profundos.
La clave está en abrir el corazón con honestidad y decirle al Señor lo que uno siente, lo que uno anhela y ejercitar la fe para saber que él nos está escuchando y nos está viendo. Y en el momento menos pensado, leemos un pasaje de la Escritura, escuchamos una noticia en la televisión o alguien nos hace un comentario sobre algo que nos inquietaba, y allí, de una manera u otra podemos conocer la respuesta de Dios. ¡Así se concreta el diálogo! Porque la respuesta que el Señor nos quiere dar siempre es una expresión de su gracia, de su amor y de su generosidad. Pero, por lo general, el Señor espera a que nosotros iniciemos el diálogo.
Otros artículos. Hablando de la gracia de Dios, los tres artículos con los que cerramos la edición son testimonios patentes e irrefutables del favor y la bendición de Dios. Son casos muy distintos entre sí, pero en todos ellos se puede ver claramente, en el trasfondo de todo lo que sucede, que nuestro Padre está atento a las alegrías, las penas y las vicisitudes de sus hijos, especialmente de aquellos que se abandonan en sus santas y venerables manos y que desean mantenerse unidos a él por medio de la fe, los sacramentos y el servicio al prójimo. Y estas son las respuestas de Dios.
Que el Señor y la Virgen María los bendigan abundantemente,
Luis E. Quezada
Director Editorial
editor@la-palabra.com
Comentarios