La batalla espiritual
Carta del editor
Por: Luis E. Quezada
Queridos hermanos: Leyendo la historia de la humanidad vemos que todos los grupos humanos desde siempre han venido luchando unos contra otros, principalmente por la propiedad de territorios, acumulación de riquezas o simplemente por el afán de dominar a pueblos enteros o para defenderse. Así se fueron formando las ciudades, los reinos y las naciones que cubren la faz de la tierra.
Aun cuando ahora, en el mundo civilizado, se considera que el sistema de gobierno más justo es la democracia, vale decir el gobierno del pueblo para el pueblo, en muchos países o regiones continúan habiendo guerras declaradas o bien revoluciones, levantamientos populares, divisiones y actitudes beligerantes entre bandos opositores.
Esto, que nos parece una realidad inescapable de la vida humana, tiene en efecto raíces espirituales. ¿Cómo así? Todos sabemos que Jesucristo fue perseguido, flagelado y crucificado por declararse Hijo de Dios. Esa cruenta persecución fue instigada por sentimientos de envidia y un legalismo extremo de los jefes religiosos de Israel. Ahora bien, ¿por qué tuvieron ellos esos sentimientos? Porque, en sus afanes de autosuficiencia y prepotencia religiosa, cayeron en la trampa que siempre pone el enemigo de Cristo, el diablo, que anda “como león rugiente buscando a quien devorar” (1 Pedro 5, 8). San Pablo habla claramente de la lucha espiritual en el capítulo 6 de su carta a los efesios.
Ahora, Satanás y sus demonios atacan constantemente a los creyentes en Cristo con dardos encendidos de engaños, sugerencias impuras, tentaciones de egoísmo, calumnias y muchas otras, pues de esa manera procuran impedir la vida espiritual. Esta es la batalla en la que todos estamos involucrados, aunque no lo sepamos o no lo queramos reconocer. De esto tratan los tres primeros artículos de este mes.
Artículos adicionales. Incluimos, otros dos artículos, que nos hablan del amor y la compasiva generosidad del Señor. El primero versa sobre el magnífico y productivo apostolado del padre Rick Thomas en El Paso, Texas, y otros lugares.
El segundo artículo, es una reseña biográfica de San Antonio de Padua, un santo muy conocido que fue discípulo de San Francisco de Asís y cuya devoción se ha propagado por todo el mundo.
Queridos lectores, quiera el Señor que esta revista les ayude a dar un paso más de fe y se entreguen más al Señor sabiendo que el Espíritu Santo está siempre presente y activo en ustedes y les ayudará a superar los obstáculos que encuentren en su vida de fe.
Les deseo muchas bendiciones de paz, amor, sabiduría y crecimiento espiritual.
Luis E. Quezada
Director Editorial
editor@la-palabra.com
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