Julio/Agosto de 2018
El Espíritu Santo en la Santa Misa
Por: Luis E. Quezada
Antes de conocer al Señor, yo no tenía ningún conocimiento de qué era la Santa Misa ni de lo que allí sucedía.
Las veces que iba a la iglesia, me parecía que la Misa era algo solemne y ceremonioso, pero aburrido. Yo no sabía que cuando uno va a Misa entra realmente en el ámbito de lo divino, entra en la presencia del Señor todopoderoso y majestuoso que está allí sentado en su Trono de Gloria, rodeado de miríadas de ángeles y arcángeles, que le rinden honor y gloria sin cesar.
El problema era que para percibir la dimensión de lo divino hay que tener fe y al menos un conocimiento básico. Esa fe y conocimiento básico los fui adquiriendo poco a poco desde que le entregué mi vida al Señor y empecé a entender algo de lo que sucede en Misa: la actualización del drama más trascendental de la historia humana, vale decir, el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, misterio por el cual podemos salvarnos. ¿Quién me lo hizo ver? El Espíritu Santo, que actuó en mí a través de sus ministros consagrados.
En esta edición presentamos tres artículos que exponen la obra maravillosa, esencial y poderosa que realiza el Espíritu Santo en la vida de los fieles, y esperamos que sean útiles para que nuestros lectores sean llenos del gozo, la paz y los dones que el Espíritu Santo desea darles.
Otros artículos. Muchos católicos no le atribuyen tanta importancia a la primera parte de la Misa, la Liturgia de la Palabra, como a la segunda, la Liturgia de la Eucaristía. Pero en la primera se proclama la Palabra de Dios, y por eso es tan importante como la segunda, porque en ella también se hace presente la Persona de Jesucristo, nuestro Señor, que es “La Palabra de Dios” (Juan 1,1; Apocalipsis 19, 13). De esto hablan otros artículos que incluimos en la parte posterior.
Con razón el Concilio Vaticano II afirma: “La Iglesia ha venerado siempre la Sagrada Escritura al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Liturgia” (Constitución Dei Verbum, 21).
Así que, la próxima vez que vayan a Misa, queridos lectores, recuerden que están en presencia del Señor omnipotente y misericordioso que, antes de alimentarlos con la Sagrada Comunión, los alimenta con su Palabra de vida eterna.
Su hermano en Cristo,
Luis E. Quezada
Director Editorial
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