Julio-Agosto 2016
Carta del Editor
Por: Luis Quezada
Queridos hermanos en Cristo:
Un frasco de perfume. Todos sabemos lo que es. Pero lo que realmente interesa es el contenido, el perfume mismo. El frasco es el contenedor, mas lo valioso es el perfume, pero éste no podría estar disponible si no fuera por el frasco.
Hay perfumes carísimos, supuestamente de marcas muy exclusivas, y otros más baratos, pero el sentido es el mismo: darle a quien lo tiene la oportunidad de usarlo para su propio beneficio. Probablemente todos estemos de acuerdo en que la fragancia de un perfume de buena calidad es algo muy agradable, especialmente cuando se usa en forma prudente.
Pero hay aromas naturales que también son muy gratos, como la fragancia de las rosas, los jazmines, los nardos y otras flores. Cuando en una habitación hay un buqué de estas flores, la fragancia se difunde por toda la casa.
Existe también el dulce aroma del incienso que se ofrece a Dios en algunas misas solemnes, fragancia que llena toda la iglesia. Esto nos recuerda a la mujer que ungió a Jesús. Cuando ella rompió su frasco de perfume de nardo, la fragancia se propagó por toda la casa y no hubo nadie que no la percibiera. Pero aparte de lo agradable del aroma, este hecho tuvo un significado mucho más amplio y profundo, y de eso tratan los primeros artículos de esta revista.
Como lo dice San Pablo, la vida nueva en el Espíritu Santo también despide una fragancia de vida que es muy agradable: “Gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo y que por medio de nosotros da a conocer su mensaje, el cual se esparce por todas partes como un aroma agradable” (2 Corintios 2, 15). La presencia de Dios es el mejor perfume de todos.
Jornada Mundial de la Juventud. Del 25 de julio al 1 de agosto se celebrará este año la 31ª Jornada Mundial de la Juventud en el Campo de la Misericordia, en Cracovia, Polonia, donde se espera que se congreguen casi dos millones de jóvenes de todo el mundo. Oremos por el éxito de este laudable evento católico ya tradicional, de donde saldrán muchísimas vocaciones sacerdotales y religiosas; allí estará presente gran parte del futuro de la Iglesia.
Oremos también por los cristianos que siguen sufriendo una brutal persecución y exterminación en diversas partes del Medio Oriente, África y otros lugares. Recordemos que ellos también son hijos de Dios y hermanos nuestros, y pidamos que termine el odio homicida e irracional de los islamistas fanáticos.
Les deseo un verano lleno de las bendiciones del Señor.
Luis Quezada, Director Editorial | Escriba una correo al Editor
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