La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Enero/Febrero 2024 Edición

Jesús nos llama a formar parte de su familia

No existe un llamado más alto

Por: Leo Zanchettin

Jesús nos llama a formar parte de su familia: No existe un llamado más alto by Leo Zanchettin

Cuando San Marcos escribió su Evangelio alrededor del año 65 d.C., hizo algo que nunca antes se había hecho. Narró la historia de Jesús desde el principio de su ministerio hasta su muerte y resurrección. A pesar de que ya habían estado circulando relatos escritos, orales y de testigos presenciales sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús, Marcos fue el primero en examinar estos relatos y unir las piezas de manera que formaran un solo relato.

Y, ¿cuál era ese relato? “…La buena noticia de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios” (Marcos 1, 1). El evangelio, la “buena noticia” sobre Jesús. La buena noticia de que “el reino de Dios está cerca” y de que las puertas del Reino están abiertas para todo aquel que acepte el llamado de Jesús de convertirse y creer (1, 15). De principio a fin, Marcos relató historias de las personas que aceptaron ese llamado, así como de personas a quienes les resultó difícil aceptarlo o lo rechazaron completamente.

Por un lado, están esas personas que aceptaron la invitación de Jesús a creer en él y en la buena noticia que estaba proclamando: Todos los días, personas como el padre del muchacho poseído por un demonio, el jefe de la sinagoga llamado Jairo y la mujer que sufrió por años de una enfermedad incurable (9, 1-29; 5, 21-43). Por otro lado, están aquellos que rechazaron su llamado, incluyendo a Herodes y a su esposa, el joven rico y los escribas y los jefes religiosos que entregaron a Jesús a los romanos para que fuera crucificado (6, 17-29; 10, 1722; 14, 53–15, 1).

Este año estaremos leyendo los textos del Evangelio de San Marcos en la Misa diaria, comenzando el 9 de enero y hasta el martes 13 de febrero, un día antes del Miércoles de Ceniza. Para ayudarte a rezar con estas lecturas, queremos repasar algunos de los relatos que se encuentran en este Evangelio y que puedas preguntarte: “¿Cómo puedo aceptar el llamado de Jesús más profundamente en mi vida?”

La multitud rebelde. Como dijimos anteriormente, Marcos a menudo resalta el contraste entre una persona o un grupo y otro. Un ejemplo claro es la forma en que narra el relato de cómo Jesús escogió a sus doce apóstoles. San Marcos comienza su relato señalando a la “mucha gente” que siguió a Jesús hasta el Mar de Galilea (Marcos 3, 7). Esta era una multitud rebelde, llena de admiradores y críticos así como de los curiosos, los escépticos y los necesitados. Todos estaban tratando de llegar a Jesús pero parecían tener poco respeto por los otros. Había tantos empujones y prisa que Jesús necesitó tener una barca lista “para evitar que la multitud lo apretujara” (3, 9).

Desde luego, no había nada de malo en querer ver a Jesús, y él lo sabía. También sabía que no había nada de malo en procurar que curara a alguien, aun si eso implicaba unirse a una multitud grande para lograrlo. Pero Jesús también sabía que las multitudes tienden a tomar vida propia. Pueden ser como un polvorín que necesita tan solo una chispa para iniciarlo. Aun así, conmovido por la compasión por las necesidades de las personas, continuó cuidando de ellos.

Para orar: Señor Jesús, hay momentos en los que me siento perdido entre la multitud, ya sea que esa multitud sean mis propios pensamientos acelerados y mis deseos y ansiedades o que simplemente me encuentre en un lugar abarrotado y ruidoso. Pero sé que no importa dónde me encuentre, tú estás conmigo. Me estás ofreciendo la oportunidad de encontrarme contigo y encontrar descanso y sanación en tu presencia. Señor, te pido que me ayudes a encontrarte en medio de toda situación que enfrente. Y al encontrarte, te ruego que me ayudes a encontrar tu paz.

Llamados de entre la multitud. Después de pasar algún tiempo con la multitud, Jesús se apartó y subió a un monte, donde “llamó a los que le pareció bien” (Marcos 3, 13). El Señor no invitó a todos, solo a un pequeño grupo de seguidores. Y fue de entre este pequeño grupo de personas que escogió a un grupo aún más pequeño: Los Doce que serían sus apóstoles (3, 14).

¿Por qué llamó Jesús primero a ese pequeño grupo de entre la multitud? ¿Qué vio en ellos que los distinguía de los demás? Probablemente él podía ver la diferencia entre aquellos que llegaron buscando solamente algo y aquellos que llegaron en respuesta a su enseñanza y al mensaje de la “buena noticia” que él proclamaba. Naturalmente, estaba feliz de recibir y curar a aquellos que estaban enfermos y abrumados. Pero también quería pasar tiempo con aquellos que estaban listos para aceptarlo y aceptar sus enseñanzas. Jesús quería animarlos y ayudarlos a dar los siguientes pasos para seguirlo.

Para orar: Señor, ¡eres tan generoso! No solo estuviste pacientemente disponible para todo aquel que se acercara a ti con sus necesidades, sino que también te tomaste el tiempo de enseñar a aquellos que tenían más sed de ti. Aquí estoy, Señor, dispuesto a aprender también. Anhelo aprender cómo arrepentirme y creer en tu buena noticia, tal como tú me has invitado a hacer. Gracias, Señor Jesús, ¡por tu disposición a enseñarme!

La familia de Cristo. Inmediatamente después de escoger a los Doce, Jesús bajó del monte y se dirigió a su hogar. Pero cuando llegó ahí, descubrió que se había formado otra multitud, y estas personas eran más demandantes que nunca. Causaron tal tumulto que “ni siquiera podían comer él y sus discípulos” (Marcos 3, 20).

Algunos escribas de Jerusalén también aparecieron con una acusación contra Jesús de que estaba asociado con Beelzebú, “el propio jefe de los demonios” (Marcos 3, 22). En algún momento, algunos de sus parientes —principalmente primos y otros familiares— llegaron también. Habían escuchado rumores de que Jesús “se había vuelto loco”, y parecía que habían decidido que era momento para “llevárselo” de regreso a casa (3, 21).

Esa es una gran acumulación de oposición, incomprensión y amenazas, ¿no es cierto? ¿Y qué hizo Jesús? Una vez más, llamó a un grupo más pequeño de personas y los invitó a entrar a su casa.

Trata de imaginar esta escena. La multitud, la familia de Jesús y los escribas permanecen fuera de la casa, distantes de Jesús (Marcos 3, 31). Podrían estar tratando de acercarse a él, pero no porque quieran seguirlo. En lugar de escuchar a Jesús, lo interrumpen y perturban su ministerio. Pero un grupo más pequeño está dentro de la casa, sentados con Jesús y escuchan sus palabras (3, 34). Estos son los que han respondido a su llamado a estar a su lado. Estos son verdaderamente su “madre y sus hermanos”, aquellos que estaban dispuestos a hacer “la voluntad de Dios” en su vida (Marcos 3, 35).

Para orar: Señor Jesús, ¡gracias por invitarme a tu hogar! Aquí estás tú, el Hijo único de Dios, ¡y has escogido pasar tiempo conmigo! Has hecho a un lado la adoración de la multitud, la aprobación de los escribas e incluso la cercanía con tu propia familia, para instruirme. Estoy maravillado de que me consideres parte de tu propia familia. Señor, quiero ser alguien que “hace la voluntad de Dios” (Marcos 3, 35). Tú sabes lo difícil que eso puede resultar a veces, pero tú nunca te has dado por vencido conmigo. Señor, te pido que me ayudes a estar todavía más dispuesto a escuchar tu invitación y responder a ella.

Para la reflexión.

  1. Piensa en momentos del día en que te encuentras “afuera” y te sientes distante de Jesús. ¿Alguno de estos grupos te hizo pensar en ti mismo? Quizá te centraste demasiado en pedirle a Jesús cosas para ti y no tanto en seguir su llamado. Quizá asumiste que tu relación con él estaba segura. O quizá estabas tan ocupado con lo que estabas haciendo que te olvidaste de él. ¿Cómo puedes volverte a él? O para decirlo de otra manera, ¿cómo puedes “arrepentirte y aceptar con fe sus buenas noticias”?
  2. Algunos de los parientes de Jesús pensaron “que se había vuelto loco”. De forma similar, podría haber momentos en que pienses que Jesús te exige demasiado o es muy difícil comprenderlo. ¿Alguna vez has pensado decirle a Jesús algo al respecto? ¿Cómo crees que él puede responder?
  3. Hay mucho que Jesús desea enseñarte. Pero por ahora, solamente interioriza sus palabras en tu corazón: Tú eres su madre, su hermano, su hermana. Jesús te ama; él valora tu deseo de estar a su lado. Posiblemente vengan dificultades, persecución o incomprensión, tal como él las experimentó. Tan solo intégrate dentro del pequeño grupo que se encuentra dentro de la casa. Siéntate a sus pies y escucha lo que él te quiere decir.

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