La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Octubre 2024 Edición

¡He visto al Señor!

El recorrido de María Magdalena del dolor a la alegría

¡He visto al Señor!: El recorrido de María Magdalena del dolor a la alegría

Los Evangelios nos enseñan que nadie que se encontrara con Jesús siguió su vida sin experimentar ninguna transformación. El Señor enseñó, curó, afirmó, desafió y exhortó a las personas con las que se encontraba, invitando a todos a la fe y a una transformación profunda de su vida. Estos hombres y mujeres —ricos o pobres, educados o sencillos, judíos o gentiles— le respondieron en formas que pueden ayudarnos a comprender nuestras propias interacciones con nuestro Señor.

Durante este mes queremos explorar los relatos de tres personas cuya vida fue transformada después de conocer a Jesús: María Magdalena, Zaqueo y Santo Tomás. Queremos concentrarnos en cómo Jesús los condujo a creer más profundamente en él, y en cómo quiere hacer lo mismo por nosotros. Jesús desea que creamos, sin ninguna duda, que él es Dios, que resucitó de entre los muertos y que está con nosotros aun en los momentos más difíciles. Así que pidamos al Señor que fortalezca nuestra fe mientras examinamos los relatos de los discípulos de Jesús, comenzando con María Magdalena.

Juan 20, 11-18 (NVI) 11María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para para mirar dentro del sepulcro 12y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13“¿Por qué lloras, mujer?”, le preguntaron los ángeles. “Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto”, les respondió. 14Apenas dijo esto, volvió la mirada y vio allí a Jesús, aunque no sabía que era él. 15Jesús le dijo: “¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: “Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él.” 16“María”, le dijo Jesús. Ella se volvió y exclamó: “¡Raboni!” (que en arameo significa: Maestro). 17Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.” 18María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos: “¡He visto al Señor!”, exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho.

¿Quién es María Magdalena? El apellido de María, Magdalena, probablemente se refiere a su pueblo natal. Magdala era uno de los pueblos más grandes cerca del mar de Galilea. Actualmente los arqueólogos lo identifican con las ruinas excavadas de Migdal, ubicadas no lejos de Tiberíades, donde las colinas se extienden hasta la orilla del lago.

María Magdalena fue curada por Jesús de una posesión de espíritus malignos (Lucas 8, 2) y era parte de las mujeres que lo acompañaron durante su ministerio público. Estas mujeres podrían haber sido adineradas y apoyaban a Jesús y a sus discípulos con sus recursos. Algunas tenían hijos que también lo seguían. Habían sido profundamente impactadas por Jesús y su vida había sido transformada.

Probablemente María se encontraba entre la muchedumbre que proclamó a Jesús cuando él entró en Jerusalén. Menos de una semana más tarde, Jesús fue arrestado en Getsemaní. Sus discípulos más cercanos lo “dejaron solo… y huyeron” (Mateo 25, 56), pero las mujeres permanecieron a su lado. María estaba presente en el Gólgota: “Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres… Entre ellas se [encontraba] María Magdalena…” (Mateo 27, 55. 56). San Juan incluso añade que María estaba junto a la cruz con la madre de Jesús (19, 25).

María Magdalena y sus acompañantes vieron a José de Arimatea y a Nicodemo bajar el cuerpo de Jesús de la cruz y ponerlo en el sepulcro (Lucas 23, 50-56). Después del sábado, las mujeres regresaron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús con perfumes (Lucas 24, 1. 10). En su dolor, estas mujeres quisieron hacer un servicio final por amor a Jesús. Lo siguieron fielmente, incluso hasta su tumba.

Reflexiona:

  • ¿Qué cualidades observas en María que la ayudaron a crecer como discípula? ¿Cuál de estas cualidades te gustaría imitar? ¿Por qué?
  • María expresó su gratitud y amor por Jesús al escucharlo, apoyarlo financieramente y manteniéndose cerca de él, incluso procurando enterrar su cuerpo con dignidad. ¿Cómo puedes expresar tu amor por Jesús?

Reza:

“Señor Jesús, estoy sumamente agradecido por las formas en que me has bendecido y has transformado mi vida. Te pido que me ayudes a mostrar mi amor por ti de maneras concretas.”

¿Dónde lo han puesto? María llegó temprano al sepulcro y estaba angustiada porque no encontraba el cuerpo de Jesús. Corrió a contarle a Simón Pedro (Juan 20, 1-2) y regresó al sepulcro vacío. María asumió que alguien se había llevado el cuerpo para otro lugar, quizá se lo habían robado (20, 11-13). Aun cuando Jesús estaba cerca de ella, María lo confundió con el que cuidaba el huerto donde se encontraba el sepulcro (20, 14-15).

¿Cómo es posible que María —que conocía muy bien a Jesús— no reconociera a su amado Señor? Quizá sus lágrimas la habían cegado. Debe haber estado abrumada por el dolor y debe haberse sentido traicionada por sus expectativas, incapaz de comprender cualquier otra posibilidad que no fuera encontrar su cuerpo. O quizá el cuerpo resucitado de Jesús se había transformado tan gloriosamente que era irreconocible. Simplemente no lo sabemos, pero sí sabemos que cuando Jesús habló, todo comenzó a cambiar.

Jesús le preguntó a María: “¿A quién buscas?” (Juan 20, 15). ¿Estaba ella buscando al Señor o a una imagen preconcebida de él? Pero al pronunciar su nombre, “¡María!”, Jesús traspasó su dolor y su duda (20, 16). Con esta simple palabra, la liberó de la desesperanza que se había apoderado de ella cuando lo vio morir. Cuando María escuchó su nombre, se volvió y reconoció a su Señor. En un arrebato de alegría y alivio, exclamó: “¡Raboni!”, fue una declaración de fe en Jesús y en su resurrección (20, 16).

Reflexiona:

  • Al principio, María Magdalena no se dio cuenta de que Jesús le estaba hablando a ella. ¿Por qué crees que no pudo reconocerlo? ¿Qué te impide reconocer la presencia de Jesús? ¿Qué te ayuda a ser consciente de él y a reconocer su voz?
  • Imagina que el Señor resucitado se te aparece y te llama por tu nombre. ¿Qué podría estarte diciendo? ¿Cómo te afectan estas palabras? ¿Cómo vas a responderle?

Reza:

“Señor Jesús, gracias por estar a mi lado, aun cuando no soy consciente de ello. Te pido que me ayudes a reconocer tu voz cuando me llamas. Señor, aumenta mi fe.”

¡He visto al Señor! María Magdalena, la primera persona que vio al Señor resucitado, es principalmente recordada por su testimonio de Pascua. También es conocida como la “apóstol de los apóstoles”. Cuando proclamó “¡He visto al Señor!”, fue la primera en transmitir la noticia a los hombres que eran más cercanos a Jesús (Juan 20, 18; Marcos 16, 9-10). María fue una testigo ocular del ministerio, la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús. Quizá ella compartió sus recuerdos con los creyentes que conformaron la Iglesia primitiva. Según algunos escritos antiguos, María Magdalena se fue después a Éfeso junto con Juan y la madre de Jesús, y fue enterrada ahí.

María acompañó a Jesús de pueblo en pueblo, desde Galilea hasta Jerusalén. Con amor y perseverancia, incluso lo acompañó al Gólgota y al sepulcro. Ahí, escuchó la voz de Jesús, y sus palabras la llenaron de fe. Sus dudas se disiparon, ella continuó siguiendo a Jesús y proclamándolo como su Señor resucitado y victorioso. Al igual que María Magdalena, nosotros también hemos sido llamados —por nombre— a escuchar la palabra de Jesús, a seguir al mismo Señor y a proclamar su resurrección.

Si María Magdalena estuviera aquí, quizá nos exhortaría a permanecer cerca de Jesús aun si sentimos que hemos perdido nuestra fe. También nos aconsejaría que, todos los días, nos aferremos a las promesas del Señor que se encuentran en la Escritura. Por eso, aceptemos su consejo, digámosle a Jesús que queremos confiar en él, a pesar de las circunstancias que enfrentemos en nuestra vida.

Reflexiona:

  • Jesús le encargó una misión a María Magdalena: “Ve más bien a mis hermanos y diles: ‘Vuelvo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.” (Juan 20, 17). ¿Por qué crees que Jesús la eligió a ella
  • ¿Con quién querría Jesús que compartas tu experiencia de su resurrección y su presencia en tu vida?

Reza:

“Señor Jesús, creo que tú eres el Señor resucitado y que moras en mi corazón. Te amo, Señor. Confío en que me amas y amas a mi familia y que nunca nos abandonarás. Te pido que me ayudes para que mi fe aumente cada día más, ¡y me des la valentía de compartirla con otros!”

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