Estuve preso y me visitaste: La Pastoral Carcelaria en Lima, Perú
Por Alberto Cadillo Torres
“Estuve en la cárcel y vinieron a verme… Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron” (Mateo 25,36-40) Recordando estas palabras del Señor, presentamos a continuación el testimonio de un agente pastoral que lleva un mensaje de amor y esperanza a las reclusas de dos penales (cárceles) de Lima, en Perú. Nuestro homenaje y reconocimiento a este voluntario por el servicio cristiano que presta a quienes tanto lo necesitan.
Un voluntario involuntario. Recuerdo con mucha alegría que en el año 1992, la hermana Maruja Suárez de Galarza estaba buscando un catequista para que la apoyara en su labor pastoral. Yo colaboraba con la parroquia y me animé a ayudarla. Lo curioso es que acepté sin saber cuál era la misión. Mi sorpresa llegó cuando me dijo que había que preparar a las internas del Penal Santa Mónica, para que recibieran los Sacramentos de Bautismo, Eucaristía y Confirmación. Esto me sorprendió y me dio un poco de temor, porque nunca había ido a una cárcel.
Mi primera visita al penal fue algo inolvidable, aunque estaba muy asustado. Cuando ingresé, miraba para todos lados, como si algo me fuera a pasar. Me llevaron a la capilla para dar la catequesis y me parecía que en el ambiente se sentía mucha intranquilidad. Para las reclusas, yo era un extraño, y para mí, la aventura era algo totalmente nuevo y desconocido. Pero el Señor no nos llama a una misión y nos deja abandonados. Bastó que empezara a compartir la Palabra de Dios para que toda la incomodidad se esfumara rápidamente. Al terminar, me quedé encantado de la labor realizada y mi temor había desaparecido. Desde ese día ya van muchos años que sigo ayudando en esta labor pastoral todos los días viernes; y los domingos ayudo en la celebración de la Santa Misa, donde las internas participan activamente, llenando la capilla del penal.
Ahora cada vez que ingreso en la cárcel me parece que estoy entrando en un hospital, yendo a visitar a un paciente enfermo del alma. Las internas esperan con mucha expectativa esa visita, porque poco a poco se van dando cuenta y van valorando, no a la persona que llega a visitarlas, sino el mensaje de amor que reciben de Dios a través de esa persona. Las visitas de sus familiares y amigos son muy importantes, pero la visita de Dios tiene una dimensión diferente. Aunque mucha gente las juzgue y las deje de lado, incluso sus propios familiares, ellas son personas con mucha necesidad de amor y se encuentran sedientas de Dios.
Hay muchos testimonios de conversión, pero los más frecuentes que cuentan son que estando en libertad nunca habían pisado una iglesia, sin embargo cuando llegaron al penal fueron descubriendo al verdadero Jesús, al Dios que está vivo, que no condena sino que ama y abre sus brazos para perdonar. Poco a poco se van dando cuenta de lo importante que es cultivar la vida espiritual y acercarse a Dios.
Es sorprendente como Dios nos llama a cada uno de una forma muy especial a cumplir una labor que muchos ni nos imaginamos poder realizar, pero que es necesaria. El Señor sólo espera un corazón disponible. Es lamentable pero pocas personas se animan a realizar esta labor pastoral, ya sea por miedo, por desconocimiento o porque nunca nadie se lo ha propuesto.
“Hoy ser mejores que ayer y mañana ser mejores que hoy, con la ayuda de Dios”, es un lema que les propone la Pastoral y que da muy buenos resultados, además se les invita a tener la misma conducta tanto fuera como dentro de la capilla.
Los agentes les acompañamos a descubrir el amor inmenso que Dios les tiene, ya que si ha permitido que ellas lleguen allí es porque no quiere que se pierdan, sino que se salven y Él actúa como un padre que le llama la atención a su hijo para que cambie y sea mejor.
Es maravilloso ver cómo Dios va tocando los corazones de las internas que participan en las reuniones. Por ejemplo, hay algunas que salen en libertad pero como estaban preparándose en la catequesis, el día de la celebración del sacramento, gestionan el permiso y regresan al penal para recibir los sacramentos. Para muchos esto es increíble.
Las internas afirman que si hubieran seguido afuera no se sentirían tan llenas de amor y paz como se sienten luego de haber conocido a Dios, a pesar de que afuera tenían muchas cosas, pero vivían vacías. Hay internas que han alcanzado su libertad y continúan reuniéndose periódicamente con los agentes pastorales para compartir la palabra de Dios.
La Palabra Entre Nosotros en el Penal. Una de las cosas que más les agrada a las internas es la lectura y meditación de la Biblia; es que así van conociendo a Jesús, por eso hacemos el programa apoyados en citas bíblicas, con explicaciones vivenciales, para que puedan entenderlo mejor y aplicar el mensaje en sus vidas.
Esto lo hacemos con la ayuda de la revista La Palabra Entre Nosotros. Pero eso no es todo, los ejemplares de la revista que nos hacen llegar en forma gratuita al Penal es el material que utiliza un buen grupo de internas, que se reúne todos los días a compartir los textos bíblicos y la meditación diaria que aparece en la revista. Los testimonios que leen en la revista son para ellas ejemplos a seguir, esperanza en su esfuerzo, estímulo en su caminar y también respaldo para nuestra pastoral.
También trabajo en el nuevo Penal de Mujeres “Virgen de Fátima”, donde distribuyo la revista en el grupo de oración que allí hay. Tras haber recibido el curso de Teología a Distancia, doy catequesis a las internas que han optado por recibir los Sacramentos en los Penales, y la Pastoral se hace cargo de la preparación previa, coordinando las visitas de los invitados, las madrinas, la preparación del coro con las internas del ministerio de música y otros detalles. Es toda una ceremonia una vez al año, con la visita del Obispo de la Diócesis. Como dice una voluntaria de la Pastoral: “Es un momento glorioso que mueve hasta las fibras más hondas de quienes han tenido oportunidad de estar presentes viendo cómo Cristo ilumina y vive en las reclusas.”
Con esta labor pastoral mi vida ha cambiado mucho. Sólo les comento algo: Sabemos que cuando preparamos una enseñanza, los primeros evangelizados somos los que integramos el equipo pastoral; pero lo que más valoramos es la enseñanza que nos dan ellas, las reclusas, con su perseverancia y con su fe en Dios, a pesar de las dificultades que les ha tocado vivir. Además, nosotros mismos aprendemos a valorar y amar más la libertad.
Dios me recompensa cada día con su amor incondicional. No quiero terminar sin darle gracias a Dios por lo que recibo de Él, y a mi familia por su apoyo y comprensión en mi labor.
Alberto Cadillo Torres, ahora ya jubilado de la Fuerza Aérea del Perú, es agente pastoral de los Penales de Mujeres Santa Mónica y Virgen de Fátima, en Lima.
Un puente de esperanza
Gracias a la generosidad de amigos como ustedes, nuestros lectores, el programa “Compañeros en la Evangelización” de La Palabra Entre Nosotros provee consuelo, esperanza y el amor del Señor a través de nuestra revista a unos 49.000 católicos que se encuentran presos, muchos de los cuales han sido abandonados por sus familias y amigos.
Si pensamos en el gasto que representa y en los recursos que se necesitan, esta no es una misión fácil. Pero hay 6.000 reclusos más que nos están pidiendo ayuda.
Por eso, nos atrevemos a apelar a su generosa colaboración para este importante apostolado. Así, juntos, ustedes y nosotros podemos dar una mano a estos hermanos y hermanas que están en la cárcel.
Ayúdenos a tender un puente de esperanza y envíenos su donación deducible de impuestos a una de las siguientes direcciones:
En los Estados Unidos:
Partners in Evangelism
9639 Doctor Perry Road # 126N
Ijamsville, MD 21754
En Canadá:
Metanoia Outreach
Attn: Partners in Evangelism
Box 1107, Station F
Toronto, Ontario M4Y 2T8
(Las donaciones en Canadá sólo pueden deducirse de los impuestos si se envían a esta dirección.)
En Australia:
Evangelisation Resources Down Under
A Ministry of Petrie Catholic Community
38 Armstrong Street
Petrie, Qld 4502
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