El rezo del Santo Rosario
Testimonio personal de Miriam Marcenco Weglian
Por: Miriam Marenco Weglian
Cuando tenía como unos cinco o seis años tuve un sueño con la Santísima Virgen, que me llamaba extendiendo su mano hacia mí.
“Ven conmigo” me dijo y yo le contesté “Espere un momentito. Voy a pedir permiso a mis papás. Ya regreso.” Cuando regresé, ya no estaba allí y terminó el sueño. Pero la presencia de la Santísima Virgen María se grabó en mi alma para siempre. Cuando recuerdo el sueño, la veo, como si recién anoche lo hubiera tenido.
A Jesús, Nuestro Señor, lo amo desde muy pequeña. En mi niñez tenía la devoción al Niño Jesús de Praga, y lo visitaba todos los días en la Capilla de mi Colegio de la Inmaculada Concepción. Todavía recuerdo la oración que le rezaba: “Jesusito de mi vida, eres niño como yo, y por eso te quiero tanto que te doy mi corazón. Tómalo, tómalo; tuyo es y mío no.” Las monjas nos habían enseñado esta oración, pero a mí me gustaba visitar sola al Niño Jesús de Praga.
A veces estaba jugando en la hora del recreo y les decía a mis compañeras “Ya vengo”, pero no les decía a dónde iba. Yo iba a visitar al Niño Jesús de Praga y le rezaba la oración que acabo de mencionar. Con mis manos me tocaba el corazón y le decía: “Tómalo, tómalo; tuyo es y mío no”, luego salía corriendo de la capilla a seguir jugando con mis amigas. Este es el regalo más enorme que yo he recibido en mi vida: el regalo de la fe. Le doy gracias a Dios por ese gran regalo que me ha dado: mi fe.
La gracia del santo rosario. Todo se lo debo al santo rosario. Siento que la Santísima Virgen María me ha llenado de gracias espirituales, para ver bien claro la realidad de nuestra existencia; que venimos de Dios y que regresamos a Dios, si seguimos sus mandamientos. Todo lo espiritual ha sido para mí lo más importante en mi vida aquí en la tierra; lo demás lo veo sin importancia. Las gracias espirituales son las que me han mantenido en el camino de Dios, viendo las cosas del mundo tal como son: pasajeras.
No quiero decir con esto que me crea santa, sino explicar que sin las gracias espirituales, no estuviera en el camino que lleva hacia Dios. Las gracias espirituales, son la que me han dado la fortaleza para levantarme cuando caigo o peco.
Cuando tenía 13 años, mis padres me enviaron a estudiar la secundaria a San Francisco, California. Entonces le pedí a la Santísima Virgen María que Ella fuera mi madre terrenal y celestial y le rezaba todos los días el rosario. Eso me daba una gran fortaleza y consuelo y no me sentía sola, porque sabía que Ella estaba conmigo y me acompañaba siempre.
Cuando regresé a Nicaragua, seguí rezando el rosario diario. Iba a muchas fiestas y aunque llegara tarde a casa, me quedaba sentada en mi cama rezando el rosario. No me acostaba, porque temía dormirme y perder de rezar el rosario. Luego, desde que cumplí los 17 años, iba a misa todos los días aunque hubiera ido a una fiesta la noche anterior y hubiera llegado tarde a casa. Todo esto se lo debo a las gracias espirituales del santo rosario, que me daban una sed de Dios, de recibirlo y de estar con Él.
El rosario y el matrimonio. Tengo que dar gracias a Dios porque Él escogió al que sería mi esposo. Me lo presentó en su casa, en la Iglesia. Él se acostumbró a verme rezar y después él terminó rezando el rosario también. Después nacieron nuestros hijos y dejé de rezar el rosario diario con la excusa de que no tenía tiempo; pero bien hubiera podido hacer el tiempo. Cuando los niños tenían alrededor de los cinco o siete años principiamos a rezar el rosario diariamente en familia. Gracias a Dios, ahora que ya están mayores y viviendo en sus propias casas, me han pedido que les regale un rosario. Todavía están solteros pero gracias a Dios piensan en el rosario.
Puedo decir que, como fruto del rosario en familia, mis hijos crecieron sanos, de buenas costumbres y bien tranquilos. Son jóvenes que tienen mucha paz y se conducen como hijos de Dios. Es en efecto, una bendición y fruto del rosario ver a mis hijos, ya hombres bien formados, que demuestran un gran sentido de integridad, responsabilidad, moral y respeto a la ley de Dios y del hombre.
Los frutos del rosario en la vida personal. Debo añadir además que siempre puedo mantener la paz, incluso durante los altos y bajos de la vida. Puedo tener un gran problema, para el que no veo solución, pero conservo la serenidad, porque confío en que Dios, por alguna razón, lo permite y me resigno a su divina voluntad. Eso me da la paz que viene de Él. Aunque humanamente tenga dolor o sufrimiento, el rosario me da fuerzas para llevar mi cruz con resignación y paz.
Efectivamente, siento que el rosario nos protege el alma, el espíritu; incluso físicamente también nos protege del peligro, porque el rosario es bíblico: es un constante clamor a Dios pidiéndole en el Padre Nuestro que perdone nuestros pecados y nos libre de todo mal. Y en el Ave María, le pedimos a nuestra Madre celestial que rece por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Claro, es importantísimo, que Ella, nuestra Madre celestial, rece por nosotros los pecadores.
En el trabajo no le contaba a nadie sobre mi vida espiritual; me la reservaba para mí nada más. Solamente cuando alguien me contaba su problema de familia, le aconsejaba que rezara el rosario y le aseguraba que la Santísima Virgen María intercedería ante Dios para ayudarle en su problema. También acostumbraba llevar agua bendita al trabajo y antes que llegaran las demás personas, echaba agua bendita alrededor de mi escritorio para que apartara el mal.
Algunas recomendaciones. Por la experiencia personal sé que es bueno que los niños y los jóvenes se esfuercen por llegar a una amistad íntima con Jesús y María; que recen el rosario a diario, porque eso los llevará a conocer a Jesús y María en un contexto familiar. Así sabrán que tienen una familia en Jesús, María y José; que Jesús es su Dios, que los ama con un amor infinito, puro e incondicional; que es nuestro Hermano y nuestro mejor Amigo, que siempre es fiel, que nunca nos falla, aunque nosotros le fallemos a Él. El Señor nunca nos desampara, de manera que no están solos en este mundo porque nuestro Dios nunca nos abandona. María es nuestra Madre celestial, Madre de todos nosotros los pecadores, y nos ama con gran ternura de Madre; ella intercede por nosotros ante Dios y Jesús nunca le niega lo que Ella le pide.
A los recién casados puedo aconsejarles que consagren su matrimonio a Jesús a través de María, para que Dios les proteja su matrimonio; que procuren rezar el rosario diariamente, para recibir las gracias espirituales tan necesarias en el matrimonio, como la gracia del perdón, la caridad y el discernimiento. Las madres también pueden imitar a la Virgen María y guiar a sus hijos hacia Dios, porque nuestro deber de madres es lograr la salvación de las almas de nuestro esposo y de los hijos, igual que la salvación de nuestra alma.
En efecto, es responsabilidad de los padres de familia pasar a sus hijos el conocimiento de nuestro Padre celestial y de su gran amor; el conocimiento de que le pertenecemos a Él, que fuimos creados por Él para vivir con Él en el cielo, donde encontraremos la felicidad plena y eterna, porque aquí en la tierra nunca se puede alcanzar la felicidad plena. En efecto, fuimos creados para amar a Dios sobre todas las cosas y servirlo a Él para siempre.?
Miriam Marenco Weglian es nicaragüense y vive con su esposo Stephen en McLean (Virginia), Estados Unidos.
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