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Noviembre 2015 Edición

El Jubileo de la Misericordia

El Papa Francisco y la misericordia de Dios

El Jubileo de la Misericordia: El Papa Francisco y la misericordia de Dios

El Papa Francisco anunció el viernes 13 de marzo de 2015, en la Basílica de San Pedro, la celebración de un Año Santo de la Misericordia.

Este jubileo extraordinario se iniciará el 8 de diciembre del presente año, durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Sobre esto, el Santo Padre dijo: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Este es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante!”

El anuncio tuvo lugar en el segundo aniversario de la elección del Papa Francisco, durante la homilía de la celebración penitencial con la que el Santo Padre dio inicio a las “24 horas para el Señor”, iniciativa del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización a fin de que, en todo el mundo, se abran las iglesias en forma extraordinaria para facilitar la celebración del Sacramento de la Reconciliación. El tema de este año ha sido tomado de la carta de San Pablo a los Efesios: “Dios es rico en misericordia” (Efesios 2, 4).

La apertura del próximo Jubileo adquiere un significado especial, ya que tendrá lugar en el 50º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, ocurrida en 1965. Será por tanto un impulso para que la Iglesia continúe la obra iniciada con el Vaticano II. Durante el Jubileo las lecturas para los domingos del tiempo ordinario serán tomadas del Evangelio según San Lucas, conocido como “el evangelista de la misericordia.” Son bien conocidas las parábolas de la misericordia presentes en este Evangelio: la oveja perdida, la moneda extraviada, el padre misericordioso.

Origen del Jubileo. Para los hebreos antiguos, el jubileo era un año declarado santo, que ocurría cada 50 años, y durante el cual se debía restituir la igualdad a todos los hijos de Israel, ofreciendo nuevas posibilidades a las familias que habían perdido sus propiedades e incluso la libertad personal. A los ricos, en cambio, el año jubilar les recordaba que llegaría el tiempo en que los esclavos podrían reivindicar sus derechos: “La justicia, según la ley de Israel, consistía sobre todo en la protección de los débiles” (San Juan Pablo II, carta apostólica Tertio Millennio Adveniente 13).

La Iglesia Católica le ha dado al jubileo hebreo un significado más espiritual. Consiste en un perdón general, una indulgencia abierta a todos, y en la posibilidad de renovar la relación con Dios y con el prójimo. De este modo, el Año Santo es siempre una oportunidad para profundizar la fe y vivir con un compromiso renovado el testimonio cristiano.

Con el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco pone al centro de la atención el Dios misericordioso que invita a todos a volver a su lado. El encuentro con Dios inspira la virtud de la misericordia.

El rito inicial del Jubileo es la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro. Se trata de una puerta que se abre solamente durante el Año Santo, mientas el resto de los años permanece sellada. El rito de la apertura expresa simbólicamente el concepto de que, durante el tiempo jubilar, se ofrece a los fieles una “vía extraordinaria” hacia la salvación. Después de la apertura de la Puerta Santa, se abrirán sucesivamente las puertas de las otras basílicas mayores.

Palabras del Papa Francisco pronunciadas el Domingo de la Misericordia Divina:

“En su esencia, la misericordia de Dios, como ayuda a comprender mejor la experiencia mística de Santa Faustina Kowalska, revela precisamente esta verdad: el bien vence al mal, la vida es más fuerte que la muerte y el amor de Dios es más poderoso que el pecado. Todo esto se manifiesta en el misterio pascual de Cristo. Aquí Dios se muestra como lo que es: un Padre de infinita ternura, que no se rinde frente a la ingratitud de sus hijos, y que siempre está dispuesto a perdonar.

Amadísimos hermanos y hermanas, debemos experimentar personalmente esta misericordia, si queremos ser también nosotros compasivos y misericordiosos. ¡Aprendamos a perdonar! Sólo el milagro del perdón puede interrumpir la espiral del odio y la violencia, que ensangrienta el camino de tantas personas y de tantas naciones en el mundo actual.”

Adaptado de www.news.va/es.

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