El Gozo de volver a casa
Un examen de conciencia para el Adviento
Los aeropuertos, las estaciones de trenes y las terminales de autobuses son por lo general lugares fríos, impersonales y poco atractivos.
Pero en esta época del año suelen convertirse en lugares en los que se producen alegres encuentros que sin duda emocionan a muchos. Los niños pequeños corren a saludar a sus abuelos con abrazos y besos; las flores salen a relucir cuando se reúnen las parejas, y no falta alguna lágrima de alegría o alivio cuando un familiar amado vuelve a casa del servicio militar o, más aún, de una situación de peligro.
¿Por qué son tan emotivas estas ocasiones en que se reúnen los seres queridos? ¿No es acaso porque, en lo profundo del corazón humano, todos anhelamos mantenernos unidos con aquellos a quienes queremos mucho y los reencuentros nos producen gran alegría? Dios nos creó para crecer y florecer, para deleitarnos en la intimidad y en la unidad con los seres queridos, para amar y ser amados. Y nos creó para que supiéramos que todos estos buenos dones y regalos provienen antes que nada de nuestra relación de amor y amistad con nuestro Creador. Esta es la buena noticia que "es motivo de gran alegría" que el ángel les anunció a los pastorcillos aquella noche que cambió la historia de la humanidad. Dios nos ama tanto que envió a su Hijo único para llevarnos a casa mediante el poder de su Espíritu Santo. Gracias a la vida, la muerte y la resurrección de Cristo Jesús, no hay nada que nos impida llegar a la vida del propio círculo familiar de nuestro Dios y Salvador.
En este Adviento, el Padre te invita a volver a casa, a su lado, porque quiere que sepas que te ama y que experimentes el gozo de su misericordia, que no falla jamás, ni siquiera en tiempos de pruebas ni cuando las relaciones humanas se tensan o nos decepcionan. El Señor está dispuesto a quitar toda barrera que haya entre tú y Él, grande o pequeña, y para ello te invita a venir a su lado en el Sacramento de la Reconciliación.
Pídele al Espíritu Santo que te ayude a prepararte para este encuentro con tu Salvador, el Señor que te ama tanto. Para comenzar, puedes usar el examen de conciencia que aparece a continuación. Reflexiona en las preguntas y en los pasajes bíblicos y cree de verdad que esa "noticia que es motivo de gran alegría" es realmente para ti.
Oh Señor, quiero alabarte con todo el corazón y contar tus muchas maravillas. Oh Altísimo, por ti quiero gritar lleno de alegría; ¡quiero cantar himnos a tu nombre! ?(Salmo 9,1-2))
¿Amo y sirvo a Dios con todo mi corazón, con toda mi mente y con todas mis fuerzas? ¿O he preferido ser servidor de otro?
¿Le doy prioridad a Dios los domingos y días de guardar asistiendo a Misa y buscándolo de corazón?
¿Tomo en cuenta a Jesús, mi Salvador, al decidir cómo gasto el tiempo, el dinero y otros recursos? ¿O sigo exclusivamente mis planes y preferencias?
Vivan alegres por la esperanza que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar (Romanos 12,12)
¿Me he preocupado de dedicar tiempo a rezar y leer la Sagrada Escritura fielmente, para buscar el amor y la guía de Dios todos los días?
¿Me he dejado llevar por la pereza o por hábitos de pecado cuando me siento aburrido, abandonado o frustrado?
¿Qué pruebas y dificultades me causan más dolor y tensión ahora mismo? ¿Tengo fe y confianza en las promesas de Dios?
"Cuando se hace justicia, el justo se alegra" (Proverbios 21,15)
¿Qué estoy haciendo para ayudar a que Cristo llegue con su reino de justicia y paz?
¿Me pide el Señor que haga algo para rechazar alguna injusticia particular? ¿He buscado su guía para saber qué hacer?
¿Hago algo para que el mundo sea un lugar en el que se aprecie y se respete la vida humana?
¿He robado algo o dado información falsa en mi declaración de impuestos? ¿Tengo algo que deba restituir a su dueño legítimo?
¿He contribuido a ayudar a los pobres, los menos afortunados, los enfermos y los que sufren?
Llénenme de alegría viviendo todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito" (Filipenses 2,2)
¿Cómo es mi relación personal con las personas que Dios quiere que ame y atienda: familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, personas de la parroquia? ¿Los trato con respeto y comprensión?
¿He causado desunión en mis relaciones por lo que he dicho o hecho o por las actitudes que he tenido?
¿Guardo rencor, resentimiento u odio contra alguien? ¿Hay alguien a quien tenga que perdonar? ¿Hay alguien a quien tenga que pedir perdón?
"¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo . . .? Por eso deben honrar a Dios en el cuerpo." (1 Corintios 6,19-20)
¿Cuido adecuadamente mi organismo o lo maltrato usando drogas ilícitas o alcohol o comiendo en exceso?
¿Obedezco las enseñanzas de Cristo acerca de la moral en la sexualidad? ¿Me dejo llevar por pensamientos de lujuria y fantasías sexuales? ¿He cometido pecados de impureza?
¿He permitido que los medios de comunicación (televisión, cine, internet) influyan en mi manera de pensar o hablar o en las decisiones que tomo?
¡Espíritu Santo de Dios, ayúdame a escudriñarme el corazón. Guíame a tu lado, amado Señor, para experimentar el gozo del que nadie puede privarme!
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