Carta del Editor - Noviembre 2012
Queridos hermanos en el Señor:
Esta edición de la revista está dedicada a los santos, todos aquellos cristianos que han seguido los pasos de Jesús obedeciendo sus mandamientos, siendo fieles a sus enseñanzas y comprendiendo que la santidad es la condición que se requiere para entrar al cielo.
En la mayoría de los países latinoamericanos las personas celebran no solo sus cumpleaños personales, sino también sus “santos” personales, porque generalmente los padres católicos, al bautizar a sus hijos, escogen para ellos el nombre del santo de su preferencia.
¿A qué se debe esto? A que los santos son modelos que los padres quieren que sus hijos lleguen a imitar en su vida. Pero, en realidad, ¿quiénes son los santos?
Dijo Benedicto XVI en 2007: “Los santos no son personas que nunca cometen errores o pecados, sino quienes se arrepienten y se reconcilian.” Y añadió: “Por tanto, también entre los santos se dan contrastes, discordias, controversias... Son hombres y mujeres como todos... La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento y de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliarse y perdonar. Y todos podemos aprender este camino de santidad.”
Santos canonizados. La Iglesia no puede contar la cantidad de santos que ya hay en el cielo, pues son innumerables; por eso celebra la Fiesta de Todos los Santos, precisamente para reconocer y celebrar a todos aquellos fieles que han llevado una vida de santidad ejemplar, pero que han sido desconocidos a través de la historia y que no tienen una fecha especial dedicada a ellos.
Aquellos que la Iglesia sí reconoce que han vivido la santidad en grado heroico y conoce sus nombres y sus historias los ha canonizado, es decir, incluido en la “lista oficial” de santos, tras un riguroso proceso de verificación de sus testimonios de vida y sus obras. Además, por haber sido mártires por la fe en Cristo o instrumentos de Dios haciendo “milagros”, particularmente curaciones médicamente inexplicables y corroboradas por especialistas. Ahora bien, todos los cristianos estamos llamados a buscar la santidad.
La adoración eucarística. En general los santos han sido muy devotos de la adoración eucarística, la Presencia sacramental de Jesucristo, nuestro Señor, de la cual brotan
innumerables gracias inefables y eficaces para los fieles. En esta edición dedicamos también unas páginas a la adoración eucarística, a fin de que nuestros lectores adopten la costumbre de acercarse al Santísimo Sacramento del Altar para adorarlo durante al menos una hora, ya sea
cada día, una vez a la semana o al menos una vez al mes. Así crecerán también en santidad.
Que el Señor los colme de grandes bendiciones,
Luis Quesada, Editor | Escriba una correo al Editor
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