Carta del Editor - Mayo 2013
Queridos hermanos en el Señor:
Durante la primera mitad de mayo estaremos aún en tiempo de Pascua y naturalmente la reflexión sobre Cristo Resucitado nos lleva a pensar en Dios, el Creador de todo lo que existe.
¿Quién es Dios? En esta edición meditamos en la única manera en que se puede conocer al Altísimo: estudiando lo que Él ha revelado de sí mismo a través de la historia en la Sagrada Escritura y reflexionando sobre sus atributos de amor y misericordia, sabiduría y bondad, fidelidad y justicia. De esta manera, podemos tener una idea bastante aproximada de quién es Dios, nuestro Creador y Redentor.
Así también es como conocemos a las personas naturales. Decimos que conocemos a nuestros amigos y vecinos cuando sabemos sus nombres, dónde viven, en qué trabajan y las familias que tienen. Sin embargo, este es un conocimiento muy superficial; para conocerlos bien, ellos tienen que dar a conocer algo de su vida personal, sus opiniones sobre diversos temas y sus anhelos personales, y luego hay que ver lo que hacen con respecto a sus familias y sus semejantes. Es decir, los conocemos por lo que dicen de sí mismos y por lo que hacen en la práctica.
Así, estudiando los atributos de Dios, lo que Él dice de sí mismo en su santa Palabra y lo que hace en favor de sus hijos, podemos conocer a nuestro Creador, gracias al magisterio de la Iglesia, a la que se le confió el depósito de la fe.
Pentecostés. Por otra parte, en la segunda mitad del mes nos preparamos para celebrar ese otro acontecimiento importantísimo del que depende la vida de la Iglesia y la nuestra como cristianos: Pentecostés, vale decir, el derramamiento del Espíritu Santo, que ha venido a habitar en el corazón de los fieles y conducir a la Iglesia por el camino de la verdad, la santidad y la salvación hasta el final de los tiempos.
Esta es una época especialmente propicia para invocar la presencia del Espíritu Santo, pues en muchos lugares se administra en este tiempo el Sacramento de la Confirmación, mediante el cual el Espíritu Santo “confirma” el sello recibido por los confirmandos en el Bautismo, y hace de ellos cristianos adultos y comprometidos con la causa de Cristo y la misión que la Iglesia ha tenido desde el principio: salvar a la humanidad de las nefastas consecuencias del pecado y llevarla a la gloria del Reino de los cielos.
Que la gracia del Espíritu Santo llene de nuevo a todos y cada uno de nuestros lectores y los guíe por el camino de la paz y la santidad.
Luis Quezada, Editor | Escriba una correo al Editor
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