Carta del Editor
Edición Febrero/Marzo 2010
Por: Luis E. Quezada
Queridos hermanos en Cristo: La figura central de cualquier iglesia católica es, naturalmente, un gran crucifijo situado detrás o encima del altar, que nos hace recordar muchas cosas; por ejemplo, que el Señor murió por nuestros pecados, que no podemos salvarnos a nosotros mismos y que Él nos ha dado una vida nueva. Pero debo confesar que antes de mi "conversión", yo no pensaba en todo esto cuando veía la cruz de Cristo.
No fue sino hasta después de casarme que, con la ayuda decisiva de mi esposa, empecé a buscar al Señor hasta que se produjo la renovación de mi fe en Cristo y el despertar a la presencia del Espíritu Santo en mi vida. Dedicado al estudio de la Sagrada Escritura, empecé a comprender lo que el Señor había hecho por mí en la cruz y lo que me ofrecía para el futuro si yo me decidía a seguirlo. Así fue como se inició mi entrega personal a Cristo y la vida nueva que yo había recibido en mi Bautismo.
Ahora, después de muchos años de oración y servicio al Señor, mi esposa y yo nos hemos propuesto avanzar en el conocimiento del Señor y llevar una vida grata a nuestro Dios y Creador, sirviendo a su Iglesia y procurando practicar las virtudes cristianas. Y qué mejor que la Cuaresma para renovar el espíritu de entrega y adoración a nuestro Creador y Salvador.
En esta edición. La Cuaresma es una de las temporadas más importantes del Año Litúrgico, porque el Señor nos invita a renovar nuestra fe y a practicar la conversión diaria con la mirada fija en la Cruz de Cristo, aquel instrumento de muerte que, gracias a Jesús, vino a ser vehículo de vida y renovación para todos los fieles. Tanto es así que ojalá todos podamos identificarnos con las palabras de San Pablo: "Por medio de la cruz de Cristo, el mundo ha muerto para mí y yo he muerto para el mundo" (Gálatas 6,14).
Teniendo en cuenta este espíritu cuaresmal, incluimos un artículo que explica el sentido de la Cuaresma y, como siempre, una guía para hacerse un examen de conciencia. Teniendo presentes también a nuestros queridos sacerdotes, no queremos pasar por alto lo que el Santo Padre dijo en junio pasado sobre el Año Sacerdotal, que concluirá en junio de 2010. Quiera el Señor que todos nos sintamos inspirados a reafirmar nuestra identidad cristiana y católica y profundizar en nuestra relación personal con Jesucristo, nuestro Señor. Así llegaremos a descubrir los tesoros de la fe, la fuerza del Espíritu Santo y la sabiduría de la Palabra de Dios.
De hecho, invitamos a todos los creyentes a unirse en una campaña de oración durante esta Cuaresma para pedirle al Señor que todos nuestros familiares y amigos católicos que están alejados de la Iglesia descubran de nuevo el amor, el perdón y la misericordia de Dios y reciban la gracia de la vida nueva que emana con abundancia de la Cruz de Cristo.
Que el Señor los colme de su gracia de manera especial en esta sagrada temporada de Cuaresma.
Luis Quesada, Editor | Escriba una correo al Editor
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