Amor y servicio: La esencia del cristianismo
Carta del editor
Por: Luis E. Quezada
“El Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir” (Mateo 20, 28). Con esta contundente declaración, pronunciada cuando la madre de los apóstoles Juan y Santiago pidió lugares de honor para ellos en el Reino de Dios, Cristo dejó sentada la tónica del espíritu cristiano en relación con nuestros semejantes: amar y servir.
Amar y servir. ¿Qué significa esto? Que todo cristiano bautizado ha recibido la misión de dar testimonio de la verdad de Cristo y del don gratuito e inmerecido de la salvación que el Señor obtuvo para todo el que quiera creer, pero tal testimonio no ha de consistir solo en palabras sino en obras, y esto significa amar y servir.
Me parece que este testimonio de amar y servir se concreta principalmente, aunque no solamente, en la vida práctica de los dos sacramentos de compromiso y vocación: el del Matrimonio y el del Orden Sacerdotal. ¿Por qué? Porque en el matrimonio, los esposos estamos llamados a amarnos mutuamente y en forma incondicional, tal como lo prometimos cuando nos casamos, y ese amor se manifiesta en el servicio que nos brindamos “en las alegrías y en las penas, y en la salud y en la enfermedad”. Y naturalmente, lo mismo sucede entre los padres y los hijos. Y para eso tenemos la gracia del sacramento que nos inspira y nos fortalece.
Algo similar sucede con el Sacramento del Orden Sacerdotal, pues el sacerdote está al servicio de su congregación, que es a su vez su familia espiritual, pues todo su ministerio está motivado por el amor a Cristo y a los fieles que tiene a su cuidado.
Artículos adicionales. Según se dice el porcentaje de los católicos que creen en la presencia real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía está disminuyendo. ¿Cómo puede ser esto? No sabemos, pero siempre es conveniente reflexionar más detenidamente en esta fundamental enseñanza católica de la presencia real del Señor, como lo explica Mons. Peter Magee en su artículo.
Finalmente hemos incluido una reflexión teológica del padre Jorge Loring, S.J. (q.e.p.d.), tan clara que en realidad es sencilla de entender, acerca de la eternidad de Dios, el único Ser que es increado y necesario para la existencia de todo lo creado.
Esperamos que el contenido de esta edición de La Palabra Entre Nosotros sea de interés para nuestros lectores y suscriptores, y de utilidad para profundizar su amor y conocimiento de Jesucristo, nuestro Salvador.
Los encomendamos a la protección de Nuestra Señora de Lourdes, que celebramos el 11 de febreroLuis E. Quezada
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