Amor en terapia intensiva
Por: el padre Víctor Salomón, Sacerdote Operario Diocesano
¡Cuántas páginas se han escrito sobre el amor!
La primera encíclica del Papa Benedicto XVI se la dedicó al amor (Deus caritas est). El Papa, como hombre sabio y de academia, sabe que una de las dimensiones fundamentales del ser humano consiste en amar y sentirse amado. Por eso hemos querido seguir la senda marcada por el Papa y continuar profundizando la reflexión sobre la realidad del amor en el mundo de hoy. El drama de nuestra sociedad, que tiende a la globalización, es que la mayoría de los hombres y mujeres vivimos en centros muy poblados y existe una tendencia marcada al aislamiento personal o, dicho de otro modo, una tendencia al vacío emocional, fruto de no amar y de no sentirse amado.
Aunque las personas vivamos juntas y en gran número en grandes ciudades, muchos estamos como islas, unas al lado de las otras, pero sin puentes de comunicación o con algunos puentes en muy mal estado. La sociedad consumista y materialista busca que las personas no piensen mucho, sino que consuman mucho. El consumo ha comenzado a sustituir el espacio dedicado al amor de Dios y a las personas que nos rodean. Se nos hace creer que la posesión de cosas llenará nuestro corazón de amor. Así, en esta sociedad disfuncional o en esta sociedad contaminada por el consumismo, el amor ha caído gravemente enfermo y ha sido puesto en terapia intensiva. Lo que marca la pauta de la dinámica social es la producción y el consumo de cosas y servicios, porque ahora el hombre ya no es el centro del "desarrollo" social.
Los puentes del amor. El efecto es que las personas creen, inconscientemente, que comprando bienes y servicios podrán llenar ese vacío que sienten en el corazón. Si usted vive en un país de los llamados del "primer mundo," ¿no se ha preguntado por qué existe esa tendencia a que las personas se depriman? La respuesta está, en nuestra opinión, en que las cosas materiales y las diversiones jamás podrán satisfacer la necesidad de amar y ser amados por Dios y por nuestros hermanos.
Gracias a Dios tenemos opciones para sacar al amor de la terapia intensiva, y no dejarlo solamente en recuperación en una habitación del hospital, para que pueda regresar a casa y tener una buena calidad de vida en la sociedad. Pero . . . ¿cómo lo hacemos? He aquí una respuesta.
Tenemos que crear puentes de amor entre Dios y nosotros y entre nosotros y nuestros hermanos, y estos puentes están compuestos por varios materiales, que tenemos que mezclar muy bien para que los puentes sean sólidos y siempre nos mantengan el corazón llenos de amor. Los materiales principales son tres: (1) la oración; (2) los lenguajes del amor y (3) la buena comunicación. Si estos tres materiales se mezclan bien en nuestras vidas personales, en nuestras familias, en los sitios de trabajo y de estudio y en nuestras iglesias, podremos sacar al amor de la terapia intensiva e iniciar su completa recuperación.
la oración. La oración es fundamental para que nuestros corazones se llenen del amor de Dios. El primer amor que debe llenar nuestras vidas nos debe venir del contacto con Dios. Así como dedicamos tiempo a muchas cosas en la vida (comer, bañarnos, hacer deportes, ver televisión, navegar en Internet, etc.), así también nuestro día tiene que tener un tiempo especialmente dedicado a la comunión con Dios. Cuando nos regalamos un tiempo para estar con Él, comenzamos a fabricar el primer material con el que construiremos nuestros puentes de amor. El Papa Benedicto XVI ha recomendado varias veces el método de la Lectio Divina para hacer oración. Para explicarla se requeriría otro artículo, pero podríamos decir que es algo como la lectura meditada de la Sagrada Escritura en oración y contemplación. El rosario en familia también ayuda mucho a fomentar el amor. Es bueno destacar que incluso varios investigadores especialistas en alta gerencia empresarial recomiendan en sus talleres de adiestramiento dedicar tiempo al cultivo de la dimensión espiritual.
Los lenguajes del amor. Un psiquiatra estadounidense, el Dr Gary Chapman, dice en su libro Los cinco lenguajes del amor, que los seres humanos hablamos un idioma determinado, como el español o el inglés, pero también hablamos los "lenguajes del amor". Básicamente existen cinco lenguajes del amor. (1) los regalos; (2) los actos de servicio; (3) el toque físico; (4) el tiempo de calidad, y (5) las palabras de afirmación. Expliquemos brevemente en qué consiste cada uno de estos lenguajes.
• Regalos: la persona se siente amada cuando recibe un regalo y expresa amor cuando da un regalo.
• Actos de servicio: la persona se siente amada cuando la sirven y expresa amor sirviendo. Este servicio pueden ser cosas muy sencillas, como preparar la comida familiar, sacar la basura, etc.
• Toque físico: la persona se siente amada cuando la acarician, la besan, la abrazan y expresa el amor de la misma manera. En el caso de los casados, esto llega a su expresión más íntima en la relación sexual.
• Tiempo de calidad: la persona se siente amada cuando se le dedica un tiempo especial para estar con ella y ella expresa el amor de la misma manera. Este tiempo de calidad, por ejemplo, podría consistir en una pequeña conversación diaria de 10 minutos, en compartir un fin de semana los esposos solos (sin los hijos) en un sitio que les agrade a los dos y en realizar actividades similares.
• Palabras de afirmación: la persona se siente amada cuando recibe reconocimiento verbal o escrito por sus cualidades y las cosas que realiza en su vida diaria. Así como en los idiomas que se hablan en las naciones no hay unos mejores que otros y algunas personas hablan más de uno, así también pasa con los lenguajes del amor: no hay un lenguaje del amor que sea mejor que otros y algunos podemos hablar más de uno.
Entonces el amor consistiría en la decisión de aprender y hablar el lenguaje del amor de mi esposa, de mi esposo, de mis hijos, de mis compañeros de trabajo y de los miembros de mi grupo de iglesia.
El "tanque de gasolina". El Dr Chapman dice que todos tenemos algo como "un tanque de gasolina emocional" en el corazón que tiene que ser llenado. Por eso, algo muy concreto consistiría en comprometerse a tener una reunión semanal entre los esposos y otra con los hijos para preguntar cómo puede uno llenar el tanque emocional de la esposa o del esposo y de los hijos haciendo actos muy concretos, según el lenguaje del amor de cada quien.
Ahora quiero decirles algo muy importante. Cuando cada uno tiene su tanque emocional casi vacío, ese es el caldo de cultivo perfecto para las depresiones y las adicciones de todo tipo.
La comunicación. El tercer material para construir nuestros puentes de amor es la comunicación, especialmente cuando no coinciden nuestros puntos de vista. Un investigador de la ciencia de la comunicación, Stephen Covey, en su libro Los siete hábitos de las familias altamente efectivas, dice que vivimos en una época en la cual es necesario hacer un cambio fundamental en nuestra vida. Por muchas décadas, incluso siglos, nuestra cultura nos ha enseñado que los problemas llevan consigo una fuerte carga moral negativa. Es decir, cuando surgen problemas que incluyen opiniones encontradas sobre temas sencillos o complejos entre los esposos, entre padres e hijos, entre compañeros de trabajo o entre miembros de un grupo de la iglesia, nos preocupamos mucho porque nos enfrentamos a algo malo.
Este autor dice que lo más importante es pensar siempre que un problema es algo bueno, es decir, hay que darle una connotación moral positiva al conflicto, y se requerirá comunicación para buscar un acuerdo. Este "abrir el corazón" para que otros entren en él, y ese salir de nosotros para entrar en los corazones de los demás se llama "amor". Esta sería la metodología de la comunicación del amor que hemos de aplicar en todas nuestras relaciones. El profesor Covey desarrolla el itinerario a seguir que, muy resumido (en realidad, convendría leer y estudiar el libro) sería:
• Querer ponerlo en práctica. De nada valen muchas palabras si no estamos motivados a cambiar.
• Tratar de comprender antes que ser comprendido. Ponerse en los zapatos del otro.
• Todo lo que se hable durante la comunicación es terreno sagrado, por tanto, no puede ser objeto de burla durante la conversación o en el futuro.
• El esposo, la esposa o el hijo, según sea el caso, expone su punto de vista sobre el problema. Lo hace de manera pausada y clara. El otro no puede interrumpir al que habla.
• Quien escuchó, expresa con sus propias palabras lo que entendió, hasta que el otro diga que comprendió bien su punto.
• Ahora la otra parte expone su punto de vista con el mismo método que con el punto anterior.
Dice el autor que, como dos cabezas piensan mejor que una, se trata de generar una o dos opciones de solución diferentes a las dos originales, para que todos los participantes perciban que están ganando y se sientan satisfechos con la opción elegida.
Una advertencia importante. La ciencia ha ido desarrollándose y cada vez tomamos más conciencia de la importancia de hacernos un chequeo médico anual. De la misma forma, en ocasiones y sin saberlo, podemos estar sufriendo de alguna enfermedad emocional. Por eso, es muy recomendable acudir a un buen psicólogo clínico (si es católico practicante, mucho mejor) para hacernos un chequeo emocional. Por ejemplo, si hemos crecido en un hogar donde ha faltado uno de nuestros padres, o si uno de ellos o ambos, fue o es alcohólico o enfermo emocional; o si sufrimos abuso físico, verbal o sexual; o si tuvimos que ver con un aborto, en todos estos casos no hay duda de que necesitamos una ayuda especializada para poder preparar nuestros corazones y mentes para la construcción de nuestros puentes de amor.
Finalmente, hay que subrayar que nada de lo antes mencionado lo podremos llevar a feliz término sin la ayuda de Dios. El arquitecto, el ingeniero y el dueño de nuestros puentes de amor es Dios. Nosotros somos solamente obreros en la construcción. Él sabe todas nuestras necesidades de amor y quiere que las saciemos, pero no fuerza a nadie a abrir la puerta de su corazón, porque esa puerta la hizo con una cerradura que solamente se puede abrir desde adentro. ¡Y la llave la tenemos nosotros! ¡Qué Dios los bendiga!
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