Algo hermoso para Dios
Lo que aprendí de mi trabajo junto a la Madre Teresa
Por: Kathryn Spink
El hombre que se encontraba más cerca de mí estaba al borde de la muerte, tenía muñones infectados en lugar de sus extremidades. Sus rasgos habían sido borrados por la lepra, y sus ojos acuosos estaban carentes de vida. Él era solo uno de los muchos enfermos de lepra que esperaban tratamiento afuera de la clínica administrada por los Hermanos Misioneros de la Caridad en las afueras de Calcuta. Pero al pasar a su lado, algo en él llamó mi atención. ¿O sería que escuché de nuevo la insistente voz de la Madre Teresa diciendo: “Toca a un leproso con compasión”? Pronto puse su rostro entre mis manos, como la había visto hacer a ella tantas veces con toda clase de personas.
No había nada extraordinario en mi gesto. Lo que fue extraordinario fue la respuesta que evocó en él. Su cuerpo devastado cobró vida,...
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