La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Enero 2012 Edición

Carta del Editor - Enero 2012

Carta del Editor - Enero 2012

Queridos hermanos en el Señor:

En esta edición de la revista, queremos invitar a nuestros lectores a reflexionar si estamos haciendo algo para propagar la Buena Nueva de la salvación que Cristo nos ofrece. Todos hemos sido evangeliza­dos de alguna manera. Cuando fuimos pequeños, tal vez nuestros padres o abuelos nos hablaron de Jesús y nos enseñaron a rezar. Cuando crecimos un poco, seguramente aprendimos el catecismo para recibir la Primera Comunión y luego la Confirmación. Muchos estudiaron la primaria e incluso la secundaria en colegios cató­licos y seguramente allí aprendieron algo más acerca de la doctrina católica y de los principios de moral y justicia cristiana.

Pero por lo general, la gran mayo­ría de los católicos nos quedamos allí. Los que sintieron la llamada a profundizar más en su fe y devoción, probablemente entraron a un con­vento o al seminario. Pero el resto, nos dedicamos a prepararnos para adquirir educación y una profesión para “salir adelante en la vida”, enten­diendo esto como lograr una situación socioeconómica estable y suficiente para atender a las necesidades bási­cas nuestras y de nuestras familias. Al menos esto fue lo que sucedió conmigo y con todos mis amigos y conocidos de la juventud.

Acatar o no la orden de Cristo. Se nos ha dicho que la misión princi­pal que el Señor le dio a la Iglesia es la de evangelizar (Mateo 28,19), pero por las razones expuestas, el prome­dio de los fieles que van a Misa el domingo no tienen la motivación ni la formación necesarias para evange­lizar a otros. El hablar de Cristo a los familiares, amigos y compañeros de trabajo simplemente no forma parte de la conversación normal del católico promedio de hoy.

En La Palabra Entre Nosotros creemos que es hora de cambiar la situación y hacer algo para despertar, entre nuestros hermanos católicos, el deseo de exteriorizar su amor a Cristo y al prójimo y compartir su fe, no para sentirse superiores a los demás, sino para presentarles el mensaje de la salvación y hacer posible un cam­bio de vida, especialmente entre los que se han alejado de la Iglesia. Naturalmente, la mejor manera de manifestar el amor a Cristo y al pró­jimo es dar un buen testimonio de vida, porque las acciones son más elo­cuentes que las palabras.

En los artículos de esta edición sugerimos algunos métodos sencillos para compartir la fe con los demás. Pero antes que nada es preciso enco­mendarse al Espíritu Santo y pedir por uno mismo y por las personas a quie­nes uno quiere evangelizar. Ojalá que los resultados sean excelentes; invita­mos a nuestros lectores a compartir con nosotros esos resultados.

Que el Señor los bendiga con abun­dancia y generosidad,

Luis Quesada, Editor | Escriba una correo al Editor

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