La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Dic/Ene 2008 Edición

Los misioneros del café

Una familia que aceptó el desafío del Evangelio

Por: Ann Ball

"¿Qué puedes hacer tú?" Este ha sido el desafío del Evangelio desde siempre. Una familia de Houston, Texas, se propuso aceptar este desafío y encontró un curioso modo de cumplir la misión.

Otros planes. Jim y Mary Margaret Boyles y sus hijos pasaban gratos momentos cuando los visitaba el Padre Vince Thompson, un misionero de la Congregación de San Basilio y amigo de mucho tiempo que trabaja en un barrio pobre cerca de Bogotá, Colombia. Una tarde de 2004, cuando el Padre Vince los visitaba y compartía la cena con ellos, empezaron a conversar sobre las bendiciones de la familia Boyles, por su buena situación socioeconómica y al mismo tiempo sobre la extrema pobreza que se vive en algunos barrios de Colombia.

Jim fue el fundador de Artisan Field, una exitosa empresa de comunicaciones visuales y mercadeo situada en Houston, Texas. Él, con su esposa y sus cinco hijos, ya adultos, trabajan en la empresa familiar.

Cuando el Padre Vince los visitó, Jim estaba a medio jubilarse de su trabajo, pero un comentario que les hizo el sacerdote al despedirse cambió todo de repente: "Ustedes trabajan en base a la creatividad, ¿no es cierto? . . . —les dijo agitando la mano en señal de despedida— ¡Piensen de qué manera podrían ayudar más a las misiones!"

El padre Vince tenía razón. ¡Parecía que la familia Boyles llevaba la creatividad y la promoción comercial en la sangre! Tras pensar un poco, decidieron aceptar el desafío y juntos se pusieron a trabajar para poner sus talentos al servicio de los pobres de Colombia.

En pocos meses, Jim estaba dedicado de lleno a poner en marcha un nuevo tipo de negocio. "Yo quería trabajar menos y relajarme más —comenta sonriendo— pero Dios tenía otros planes para mí y ahora estoy más ocupado que nunca."

Panes y peces. La familia comenzó a reflexionar sobre lo que les había dicho el Padre Vince acerca de su trabajo en los barrios de Bogotá, donde él está asignado. Los padres basilianos se dedican a educar y evangelizar en zonas pobres, trabajan con gente del lugar y con jóvenes que consideran la posibilidad de entrar al sacerdocio, y procuran vivir el Evangelio entre los pobres de una manera que resulte edificante para la comunidad.

Los misioneros basilianos pasan por muchas dificultades en esta parte de Colombia, que se encuentra plagada de pobreza, drogas y violencia. El nivel de desempleo es muy alto. La mayoría de los jefes de familia no tienen las habilidades de trabajo que necesitarían para ganar el sustento para sus familias y muchos subsisten con una sola comida al día.

En respuesta a esta extrema necesidad, el padre Vince está tratando de poner en marcha un proyecto de "panes y peces" en uno de los barrios más pobres de la zona. La idea surgió cuando algunas mujeres comenzaron a pedirle ayuda para poder alimentar a sus familias. Incapaz de quedarse indiferente, recurrió a la despensa de su propia congregación, pero el número de personas que solicitaban alimento empezó a crecer. Finalmente el padre logró trasladar el proyecto a una casa que alquilaba la diócesis. Hoy, personas que representan a más de 160 familias acuden semana a semana para escuchar una breve enseñanza y recibir el pan, la leche y el arroz que les permite seguir viviendo. Compañías locales donan parte del alimento y el resto se compra con donaciones de personas generosas.

Una idea como café filtrado. Pero ¿qué podía hacer una sola familia "gringa" ante semejante necesidad? ¿Podrían idear algo que fuera significativo para la región? La familia Boyles se reunió para considerar una idea tras otra. El enorme costo de transporte que significaría llevar mercadería echó por tierra varias sugerencias que parecían posibles; otras eran poco prácticas por diversos motivos. Finalmente, se les ocurrió la idea de trabajar con el producto de exportación que ha hecho famosa a Colombia: "¿Por qué no algo relacionado con el café?"

Cuando se pusieron a estudiar la idea, los Boyles se enteraron de lo difícil que resulta la vida de las familias que cultivan pequeños cafetales y que tradicionalmente han producido la mayor parte del café de Colombia. Cuando la evolución ocurrida en los mercados mundiales hizo que los precios de café cayeran por debajo de los costos de producción en los cultivos familiares, millones de personas se quedaron sin trabajo y perdieron sus tierras. El resultado fue un desempleo enormemente alto y una pobreza aún mayor.

Los esposos Boyles decidieron montar una campaña de promoción de café colombiano de grado superior certificado como "Comercio Justo." Este café se produce de granos cultivados en pequeños cafetales independientes y se vende a un precio al cual las familias pueden recibir una modesta ganancia y pagar salarios más altos a sus trabajadores. Las grandes empresas cafetaleras venden el café a precios mayoristas más bajos, pero generalmente los granos son de menor calidad.

Los Boyles razonaron que comercializando granos de café más caros pero de mejor calidad, contribuirían a mantener a más pequeños agricultores trabajando y éstos podrían sustentar a sus familias. Así pues, usando su experiencia comercial, se pusieron manos a la obra.

El aroma del éxito. La idea se materializó en una institución sin fines de lucro denominada Saint Basil Coffee (Café San Basilio), en honor al santo patrón de los padres basilianos. El café se produce de granos orgánicos tipo arábica cultivados y cosechados a mano por las familias cafetaleras, que luego se tuestan mediante un cuidadoso proceso. A diferencia de la mayor parte del café que se produce en grandes volúmenes, los granos San Basilio sólo se tuestan cuando se recibe un pedido y de esta manera se garantiza que los granos que se despachan a los clientes sean frescos y recién tostados.

Todos los que trabajan en Saint Basil Coffee son voluntarios y no perciben ningún sueldo. Mary Margaret, la mamá, es la encargada de las finanzas y de la contabilidad. Los hijos Tom, Mary y Elizabeth diseñan los materiales de mercadeo y el sitio web. Jim Jr. ayuda con las ventas, y John es el gerente de comercialización. Jim, el papá, supervisa la operación en general. Todas las ganancias se destinan a las misiones y a ayudar a los pobladores de esa parte de Bogotá a salir de la pobreza por varios medios: brindándoles capacitación para el trabajo, educación, ayuda alimentaria y consejería para iniciar pequeños negocios de familia.

La familia Boyles se siente contenta y alentada por los primeros resultados del proyecto, iniciado en octubre de 2004. En su primer año de operaciones, Saint Basil Coffee logró distribuir 25.000 dólares a las misiones. La familia se propuso duplicar aquella cantidad en 2006 y en el verano de ese año ya había cumplido cuatro quintos de ese objetivo. Para 2007 esperan aún mejores resultados, vale decir, ayudar a más personas e iglesias y poner el Café San Basilio al alcance de entidades que recaudan fondos usándolos como artículo de venta.

Cada cristiano un misionero. Jim dice que se siente feliz cuando va a trabajar cada día. El proyecto del café le ha ayudado a crecer espiritualmente, ya que lo hace pensar más en los demás y menos en sí mismo. De este modo puede vivir como misionero, que es parte del llamado de todo cristiano.

"En los años pasados, cuando tenía mi propio negocio, yo podía hacer donaciones para las misiones en la iglesia. Pero en realidad nunca pensé mucho en lo grave que es la situación de los pobres. Con lo que hago ahora puedo ofrecerle a Dios el fruto de las bendiciones que Él me ha dado.

"A veces me preocupa que tal vez no esté haciendo lo suficiente para aliviar las grandes necesidades de la gente; que nuestro proyecto de café no pueda ayudar a muchas más personas. Pero luego pienso que para aquellos a quienes sí estamos ayudando, esta obra marca la diferencia entre la vida y la muerte. Si bien no podemos ayudar a todos, podemos ayudar a muchos, uno por uno."

El Señor Jesús tiene el mismo desafío, no sólo para los Boyles, sino para cada uno de nosotros, a fin de que pongamos nuestros dones, talentos, creatividad y esfuerzo a su servicio. "¿Qué puedo hacer yo para llevar la buena noticia a otros? ¿Cómo puedo poner mi fe en acción para contribuir un poco a la justicia social? ¿De qué modo me llama Jesús a ser un misionero?" Estas son algunas preguntas que podemos considerar personalmente mientras tomamos una taza de buen café. n

Ann Ball es una empresaria de Houston y escritora católica que también trabaja con el apostolado latinoamericano de los padres basilianos. Para información sobre Saint Basil Coffee visite: www.saintbasilcoffee.com, o llame al ?1-713-880-9090.

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