La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Junio 2013 Edición

Uno de los primeros testigos

Descripción de la Santa Misa en la Iglesia primitiva escrito por San Justino Mártir alrededor del año 155 d.C.

Uno de los primeros testigos: Descripción de la Santa Misa en la Iglesia primitiva escrito por San Justino Mártir alrededor del año 155 d.C.

“El día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y se leen los recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas, mientras hay tiempo.

Cuando el lector termina, el que preside nos exhorta con su palabra y nos invita a imitar aquellos ejemplos. Después nos levantamos todos a una, y elevamos nuestras oraciones. Al terminarlas, se ofrece el pan y el vino con agua como ya dijimos, y el que preside también eleva sus preces con todas sus fuerzas y acciones de gracias, y todo el pueblo exclama: Amén. Entonces viene la distribución y participación de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío a los ausentes por medio de los diáconos.

Los que tienen bienes y quieren dar libremente lo que cada uno quiere y lo que se recoge, se deposita en manos del que preside, y él socorre a los huérfanos y a las viudas y a aquellos que, por enfermedad o por otro motivo, se hallan necesitados, como también a los que se encuentran en las cárceles y a los huéspedes que vienen de lejos; en una palabra, toma el cuidado de todos los indigentes.

Celebramos esta reunión general el día del sol, por ser el primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo; y también porque es el día en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos; pues hay que saber que le entregaron en el día anterior al de Saturno [sábado], y en el siguiente—que es el día del sol—, apareciéndose a sus Apóstoles y discípulos, nos enseñó esta misma doctrina que exponemos a vuestro examen”

(San Justino Mártir, Primera Apología, 67)


En su “Primera Apología”, capítulos 65 a 67, San Justino afirma que la Misa —ya en aquella época— se celebraba el primer día de la semana (domingo), en memoria de la Resurrección del Señor. Sus características eran las mismas o muy parecidas a las de hoy:

• Se leían varios pasajes de la Sagrada Escritura.

• El presbítero pronunciaba una homilía sobre el contenido de las lecturas.

• Todos hacían oraciones en común por diversas intenciones.

• Se saludaban con el beso de la paz.

• Ofrecían al Señor pan, vino y agua.

• El pan y el vino eran consagrados mediante una oración que repetía las palabras de Jesús.

• Había comunión bajo las dos especies.

• Se hacía una colecta en favor de los necesitados.

También se sabe, por descripciones de la Misa de otros santos Padres como Clemente de Alejandría, Hipólito, Cipriano, Orígenes, Tertuliano, etc., que entre las lecturas se cantaban salmos (como nuestro actual salmo responsorial) y que al final, se guardaba al Señor bajo la especie de pan consagrado en el sagrario y se despedía a los fieles.

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