La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Noviembre 2015 Edición

Una vida a la vez

Heartbeat International y las crisis por embarazo

Una vida a la vez: Heartbeat International y las crisis por embarazo

Se cuenta que un hombre, caminando por la playa, ve que la marea deja en la arena a miles de estrellas de mar.

Luego, ve que una niña toma a las estrellas de mar y las lanza al mar una por una. “No te molestes —le dice el hombre a la pequeña— Hay demasiadas y no puedes salvarlas a todas. No sacarás nada con lo que haces.” La niña lanza otra estrella de mar al agua, se vuelve al hombre y le dice: “¡Por lo menos esa se salvó!” Impresionado, el hombre reconoce la razón de la respuesta y comienza a hacer lo mismo. Pronto, al verlos, otras personas comienzan a imitarlos y así, gracias a la colaboración de muchos, las estrellas de mar que se salvan, aunque no sean todas, son innumerables.

Esta sencilla historia es una clara ilustración de lo valioso que es el movimiento de ayuda a la mujer que se encuentra embarazada sin haberlo deseado, y lo es más aún para la organización Heartbeat International, la red más grande del mundo de servicios de ayuda a mujeres embarazadas en peligro de cometer aborto. Por intermedio de las 1.800 filiales que tiene en seis continentes, Heartbeat salva la vida de aproximadamente 3.000 bebés cada semana. Las personas a quienes presta servicios son mucho más numerosas que eso, quizás un millón por año en los Estados Unidos solamente, pues incluyen a las madres que han decidido tener sus bebés, pero necesitan ayuda continua. Su línea telefónica directa, Option Line, funciona las 24 horas del día y hace poco completó dos millones de llamadas contestadas.

Estas cifras son grandes, pero el comienzo de Heartbeat no lo fue. En realidad, empezó con sólo tres personas que, al igual que aquella niña en la playa, supieron que tenían que comenzar haciendo algo.

Los fundadores. En los años sesenta, mucho antes de que la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos dictara el fallo que legalizó el aborto (el juicio Roe vs Wade), varios estados habían comenzado ya a suprimir las restricciones al aborto que habían tenido desde hacía tiempo. Las personas que pudieron vislumbrar que llegaría el tiempo en que cualquier mujer que quisiera abortar por cualquier razón podría hacerlo sin restricción alguna, se sintieron alarmadas y empezaron a formarse pequeños grupos para ofrecerles orientación y consejería a las mujeres embarazadas que no veían otras opciones.

Uno de estos pequeños grupos de ayuda se formó al amparo de la práctica médica del Dr. John Hillabrand, un obstetra de Toledo, Ohio, conocido por sus convicciones sobre la santidad de la vida humana, y con la ayuda de Lore Maier, una inmigrante alemana que había logrado sobrevivir al régimen nazi en su país. Después de la Segunda Guerra Mundial, ella trabajó en las Naciones Unidas ayudando a las víctimas de los campos de concentración. También fue relatora de corte en los juicios de los criminales de guerra nazis en Nuremberg. Todas estas experiencias le ayudaron a formar su conciencia acerca del aborto, que ella consideró un mal peor que la guerra:

“El aborto no sólo victimiza a muchas más vidas inocentes, sino que degrada a quienes participan en él a un nivel inconcebiblemente bajo de crueldad… Lo que hagamos por reducir la marea del aborto será la medida de nuestro carácter y determinará, para nosotros y para toda la posteridad, la clase de mundo en el cual viviremos.”

En 1971, el Dr. Hillabrand y Lore Maier conocieron a la Hna. Paula Vandegaer, SSS (Hermanas del Servicio Social), que se dedicaba a ayudar a las mujeres embarazadas en la costa oeste de los Estados Unidos. Los tres vieron la necesidad de crear una organización que coordinara el apoyo a muchas iniciativas contra el aborto que iban apareciendo en todo el país. El crecimiento fue rápido y la red, creada en 1992, fue denominada Heartbeat International, que ahora cuenta con filiales en 50 países.

“¡Cuánto quisiera darles las gracias!” Los apostolados afiliados a Heartbeat International han ayudado a millones de mujeres en los 40 años que llevan funcionando. Una de ellas es Diana Mylek. Fue educada con firmes valores católicos, pero en su juventud, en 1978, se enredó en “lo del momento” y quedó embarazada. Cuando se enteró, vio que tenía un gran dilema que resolver. Por un lado, pensó que abortar sería lo mismo que tener una pérdida espontánea, pero por el otro, sabía que la criatura que crecía en su interior tenía derecho a vivir y era injusto que tuviera que pagar el precio de su error.

Algunos amigos le aconsejaron que no se preocupara y que tuviera el aborto, pero ella sentía que el Espíritu Santo la arrastraba a pedir ayuda, hasta que finalmente tomó el teléfono. “Yo estaba tan deseosa de que alguien me dijera que hiciera lo que yo sabía en mi corazón que era lo correcto y que ninguna solución sería fácil.” La consejera de Heartbeat que atendió la llamada le dio a Diana el valor que necesitaba para seguir adelante con su embarazo. Hoy día su hijo, Brandon, es veterano condecorado de los Infantes de Marina y policía y él mismo ha salvado muchas vidas; además, le ha dado a su mamá otro gran regalo de vida: tres hermosos nietos.

Dar a luz y criar a Brandon siendo madre soltera no fue fácil, confiesa Diana, pero fue la decisión correcta, y dice que siempre estará agradecida de Heartbeat por haberle ayudado a hacerlo. Y ahora dice que si pudiera darle las gracias personalmente a la consejera anónima que le ayudó y a la fundadora de Heartbeat, Lore Maier, les diría: “¡Muchísimas gracias! ¡Ustedes salvaron a mi bebé!”

Del pánico a la paz. Anita Wright cuenta una historia similar. También fue criada católica y era la “muchacha buena” de su familia; en la escuela secundaria fue primera en su clase y se graduó con honores a los 16 años de edad. Sea como haya sido, en 2011 quedó embarazada, con gemelos. Presa de un pánico indescriptible, Anita rechazó el consejo de una amiga de ir a la clínica abortista de Planned Parenthood. Simplemente no podía ir en contra de sus propias creencias sobre el aborto, por lo que buscó el número telefónico de un centro afiliado de Heartbeat cercano a la universidad y llamó entre sollozos.

Laura, la consejera que le atendió, convenció a Anita de ir en persona para hablar más tranquilamente. “Tan pronto me vio, me abrazó y me dijo que todo estaría bien. Me convenció de que le contara a mi mamá y me aseguró que mi familia me apoyaría.” Así fue, en efecto, y Anita se mudó cerca de su familia para estar cerca de ellos. La consejera también se mantuvo en contacto y la llamaba al menos una vez a la semana durante el embarazo; incluso le compró cunas para las dos mellizas.

Anita quedó impresionada. “Laura de verdad se preocupó de mí. Yo no fui sólo una desconocida que ella quiso evitar que abortara y nada más.” Recordando el pánico y la soledad que había sentido antes de hablar con Laura, Anita dice que comprende a las mujeres que han abortado. “No siempre abortan porque quieren, sino porque sienten que no tienen otra salida. Los centros de ayuda son realmente importantes, porque acogen con amor a las mujeres cuando tienen miedo de hablarles a su propios familiares.”

Una vida a la vez. Como lo demuestran estos casos, Heartbeat tiende la mano tanto a las madres como a sus bebés. Sus centros afiliados ofrecen servicios muy variados, como ultrasonido, atención prenatal, alojamiento por maternidad y servicios de adopción. También cuentan con programas educativos sobre temas como crianza de los hijos, paternidad y sexualidad y programas de sanación emocional después de un aborto. En todo lo que hacen, estos centros afiliados procuran reafirmar la dignidad de cada mujer que llega pidiendo ayuda y compartir el amor de Jesús de un modo palpable.

La filosofía de Heartbeat (y el título de su manual de consejería) es The LOVE Approach (La estrategia del AMOR), explica la doctora Margarita (Peggy) Hartshorn, que ha sido presidente de la organización desde 1993. Cuando llega una mujer por primera vez buscando ayuda, “le escuchamos y le ayudamos a decidirse por la vida, a entender que el aborto no es la única opción. También le ofrecemos una nueva visión, es decir, ayudarle a ver que ella misma es una persona creada por Dios.” Esto implica ayudarle a apreciar y agradecer “el don de la fecundidad” y “el plan de Dios para todo el género humano.” El último paso es ayudarle a descubrir y utilizar todo su potencial como mujer ofreciéndole ayuda concreta y práctica.

De esta forma, trabajando personalmente con cada caso que llega, Heartbeat está marcando una dramática diferencia de defensa de la vida para mucha gente. La línea telefónica Option Line atiende de 500 a 600 clientes diariamente, dice la doctora Peggy, y atribuye este éxito a la naturaleza comunitaria y ecuménica de la institución, a “una fantástica colaboración” con los centros de embarazos, medios de comunicación religiosa, iglesias y sitios virtuales pro-vida en Internet. Pero, como ella lo dice claramente, ninguno de estos esfuerzos significaría mucho si no fuera por la ayuda de Dios: “El éxito que hemos tenido en estos 40 años es una clara indicación de que hemos recibido la protección y el poder del Señor.”

En efecto, es Dios quién está tendiendo su mano misericordiosa a sus hijas e hijos a través de esta labor de crucial importancia que está cumpliendo esta organización, y los magníficos resultados que se obtienen benefician a muchísimas personas, una vida a la vez.

La sede central de Heartbeat International está situada en Columbus, Ohio, y su teléfono es 1 (888) 550-7577. Tiene, además, centros afiliados en Estados Unidos, México, América Central, América del Sur y otros lugares.

Bob French escribe con frecuencia para La Palabra Entre Nosotros. El material de este artículo provino de entrevistas personales y del libro Foot Soldiers Armed with Love, por Peggy Hartshorn.

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